El despertar de Dana.
por
Juan Alberto
género
incesto
Mi hermosa hija adolescente ha comenzado a dar signos de actividad sexual y eso me está haciendo perder la cordura con pensamientos cada vez más reprochables y perversos. Soy un hombre viudo desde el 2019 cuando la pandemia se llevó a mi esposa. Me llamo Franco y soy miembro de las fuerzas armadas de mi país. No diré a cual rama pertenezco por razones obvias.
Mi hija se llama Dana, que es el nombre de mi madre. En estos años difíciles después de la perdida de mi mujer, nunca he mirado a mi hija con lascivia o deseos pecaminosos, pero eso iba a cambiar.
Era la hora de cenar, llamé a Dana para que se lavara las manos y prepararse, yo me dediqué a colocar la mesa. Cuando Dana entró, estaba hecha un desastre con grandes muestras de lodo en su vestimenta. La miré consternado y le pregunté.
—¡Por Dios, hija! … ¿Qué te ha sucedido? …
—¡Ay, papi! … Estaba tirándole agua al perro del vecino y éste me saltó encima … Voy a tomar una ducha rápida …
—Está bien, tesoro … Avísame cuando salgas para sacar la comida del horno … Comeremos empanadas y pastel de choclos …
Cuando Dana pasó por mi lado, por primera vez noté sus pechos. Su remera blanca estaba mojada y no llevaba sujetador, sus senos del tamaño de media naranja estaban perfectamente visibles, sobre todo sus oscuros pezones que estaban duros. Mientras caminaba sus tetas temblaban ostentosamente, me sentí realmente excitado al vislumbrar sus pequeños pechos. No me sentía así, desde cuando niño observé mi primera mujer desnuda, mi hermana mayor, pero esa no es ninguna historia, me llevé una reprimenda de mi madre que todavía la recuerdo.
Dana tiene la costumbre de dejar la puerta del baño abierta, tiene esa confianza porque sabe que nadie ira a fisgonearla mientras está bajo la ducha desnuda. Pero esta vez me vinieron unas ganas terribles de echar un vistazo. La escuché salir de su habitación y caminar hacia la ducha envuelta en su bata. Sentí cuando entró al baño, entonces me vino un deseo irrefrenable, quiero verla desnuda: ¿De qué tamaño son sus areolas? ¿Su coño estará cubierto de vellitos rubios como sus cabellos? ¿Su vulva será de labios hinchaditos como eran los de su madre?
Miro por el pasillo y veo que la puerta del baño no está completamente cerrada. Mí corazón late fuerte y rápido, mi cabeza es un torbellino; me pregunto una vez más; ¿Echo un vistazo o respeto la privacidad de mi hija? Inicio a caminar en punta de pies hacia la puerta que me atrae como un imán. ¿Por qué tengo esta lujuria por mi hija? He visto su coño una infinidad de veces cuando era una niña pequeña. La última ducha que nos dimos juntos era cuando ella tenía unos siete años, toco mi pene con sus diminutas manitos y decidí no volver a ducharme con ella.
Paso lentamente por la puerta del baño mirando al interior, entonces veo a Dana parada frente al espejo. Está observando su cuerpo desnudo mientras el agua de la ducha se calienta. Contemplo embelesado su estilizada espalda que termina con dos cavidades seductoras donde inician sus nalgas a tomar esa forma redondeada e infladita hacia atrás, sus caderas se han hecho más anchas y su cintura más estrecha, su trasero ahora tiene la forma de una pera. Contemplo sin aliento sus largas y bien torneadas piernas; ahora ella se gira y se mete bajo la ducha. Me doy por satisfecho con lo que he visto y regreso a la cocina sin hacer ruido.
Durante la cena las imágenes de las firmes nalgas de mi hija y de sus duras tetitas revolotean por mi mente. Todo esto me hacía sentir cachondo y ya quería irme a mi dormitorio donde masturbarme, pero no pude hacerlo. Cuando terminamos de cenar charlamos un poco sobre nuestra jornada y las cosas que no esperaban para la siguiente semana.
Dana, al igual que todas las noches, llevaba sus leggins cortos y una de mis viejas camisetas de uniforme mimético, ella le corta las mangas y las usa para dormir. Otra cosa que era habitual en ella era no usar bragas para dormir. Su madre y yo siempre le estábamos llamando la atención por esto y la obligábamos a usar sus bragas. Creo que ella continúa con este mal hábito de no portar bragas en su cama.
Después de lavar los platos y ordenar la cocina, decidimos instalarnos en la sala de estar y ver alguna película del cable. Hoy es viernes así que ella no debe asistir a clases, yo tampoco tengo servicio de guardia, así que estaremos en casa todo el fin de semana. Generalmente cuando nos quedamos a ver una película, invariablemente Dana se queda dormida profundamente, entonces yo la tomo y la llevo a la cama. Ella está acostumbrada a mi tacto para llevarla, lo que esta noche será mi ventaja y su debilidad. Como siempre ya es casi medianoche, observo a Dana que duerme como una bebita. Acostada boca arriba con una rodilla plegada apoyada en el respaldo del diván y la otra pierna sobre mi regazo. Ella pesa alrededor de unos 25 a 30 kilos, es pequeña para su edad, pero está muy bien hechita y formadita. Esa remera holgada y sin mangas que está vistiendo, casi puedo ver una de sus tetas pequeñitas y duras; me parece tan vulnerable. Me siento un poco pervertido por sentir un deseo inexplicable por ella. Mi polla reacciona cada vez con mayor potencia y se acoraza como el acero irguiéndose tieso y duro; tengo que acomodarlo bajo mis shorts, apuntándolo hacia arriba mientras sigo admirando el hermoso cuerpo de mi bebita.
Contemplo su belleza, sus pechos en formación que apuntan enhiestos y florecientes, empujando la tela de mi vieja camiseta. Mi deseo se hace más grande. Decido intentar de mover la remera para echar un vistazo a sus pezoncitos. Pongo mi mano en su suave y cálido muslo, masajeándolo lentamente, ella no tiene ninguna reacción. Entonces tiro de su remera lentamente y para el regocijo de mis ojos, contemplo maravillado sus pezones oscuros e hinchados. Observo que su pecho sube y baja con su tranquila respiración. Mis ojos están pegados ante tan magnifica visual de los pezones hermosos de Dana, sus areolas son como esas monedas de chocolate de Simón Coll, de unos cuatro a cinco centímetros de diámetro, realmente preciosos, con su durita aceituna oscura que se levanta al centro de cada uno de ellos. Mi polla esta dura como una roca y siento que gotitas de pre-semen se escapan por mi hinchado glande.
Me extraña no sentir ninguna culpa, me siento extasiado apreciando la natural belleza de mi hija, que me hace sentir un deseo sexual por ella y me insta a seguir atisbando subrepticiamente la hermosa complexión de Dana. Observar sus pechos me tiene como en un trance, extiendo suavemente mi mano sobre su pecho izquierdo, la gomosa y delicada suavidad de su pezón se desliza entre mis dedos, me tiento y amaso tiernamente su delicada piel. Se siente tan erótico que mi otra mano saca mi polla y comienzo a jalarla suavemente. Es la mejor sensación del mundo acariciar a mi hija. Siento los hormigueos premonitores a una eyaculación, no quiero disparar mi semen por todo mi cuerpo y me detengo.
Observo el lindo montículo en medio a sus piernas abiertas, ahora quiero ver su coño. Empujo la pierna que está sobre mi regazo hacia atrás. Ahora está con sus piernas abierta, como lista para ser follada. No puedo contenerme ni esperar; comienzo a tirar sus leggings hacia abajo, ella se mueve haciendo más fácil tironear sus pantaloncitos estrechos. ¡Dios Santo! ¡Está sin bragas! Ahí está ante mis ojos y es tan hermosa como toda ella. Su conchita está abierta, todavía no tiene vellos, puedo observar su diminuto clítoris suave y rosado, casi oculto en esos pliegues lucientes, en medio a los labios regordetes de su pequeña panocha. Puedo ver hasta la entrada de su vagina. Inexplicablemente exploto en mis pantalones sin siquiera tocar mi dura polla, me corro extasiado ante la beldad de su coño pre-púber. Me estremezco eyaculando mi semen caliente haciendo que se forme una mancha de humedad en mis shorts. Nunca en mi vida me había sucedido algo así y mi pene continua duro como el mármol.
Ya no puedo razonar con claridad, quiero más. Quiero tocarlo. Casi siempre luego de correrme me quedo dormido rápidamente. Pero ahora estoy ansioso y excitado, decido de meter unos de mis dedos dentro.
Alguna vez mi mujer y yo hablamos de cuando nuestra hija llegara a la pubertad y a frecuentar chicos que la harían excitar sexualmente. Siempre mi preocupación fue como padre y no sentí nada más que la responsabilidad de protegerla con el amor de padre por su hija. Pero ahora estoy sentado con mis pantaloncitos empapados por mi semen y mi mano aproximándose a tocarla. Sé que no está bien, pero no puedo detenerme. Quiero ver a Dana correrse. La miro y tomo mi teléfono para grabar un video de su coño. No sé si tendré alguna vez otra oportunidad más propicia que esta. Su jugoso coño rosado está perfectamente a la vista. El agujerito de mi niña es muy estrechito, se siente como un anillo apretado en la abertura. Tengo que estirarme. Mientras empujo suavemente me doy cuenta de que estoy arriesgando de dañar su himen. De seguro no quiero hacer eso. Entonces decido echar un vistazo y ver si puedo abrir su coñito para escudriñar dentro y ver si su telita está aún intacta. Agradezco la luz de la habitación, así puedo ver mucho mejor, abro sus labiecitos pegajosos y hurgo en medio a esa incipiente humedad; verifico que su himen ya no está. De algún modo Dana ya no es virgen.
Mientras inspecciono su coño, ver el interior y toda esa maravillosa calidez húmeda y rosada, hace que mi pene vuelva a estar duro como piedra. Al contrario de los que alardean muchos, mi pene es bastante pequeño, no más de quince centímetros cuando está en plena erección, lo más notable es que es bastante gruesa. Con mi esposa habíamos utilizado una serie de juguetes como complemento para mi polla pequeña. Nunca me gustó tener una polla chica, pero esta noche pienso que mi polla es perfecta para este pequeño coño.
Satisfecho de haber comprobado la inexistencia de su himen, me volví a lubricar mi dedo con mi saliva y comienzo a intentar de follar su coño con mi dedo. Empujo suavemente con una sensación nueva que nunca había sentido. Mi dedo se deslizó hacia adentro hasta mi segundo nudillo. Escucho un gemido de Dana que gira su cabeza hacia el respaldar del sillón y empuja su ingle hacia arriba sosteniéndolo en esa posición, como permitiendo que mi dedo entre más adentro; me congelo con el nerviosismo de que de repente se despierte. Siento la calidez y estrechez dentro del húmedo coño de mi hija por primera vez. Sé que debería detenerme, pero una fuerza superior me compele a continuar, así que me quedo quieto, lentamente ella baja sus caderas.
Observo atentamente los ojos de Dana, hay un parpadeo discontinuo, pero ella nunca abre sus ojos, continúa a dormir. Muevo mi celular sobre ella para grabar todo, aplico un poco de presión y deslizo mis dedos más profundo en ella para empaparlos de sus fluidos. Suave y lentamente empujo dentro de ella hasta sentir la máxima estrechez.
Volví a depositar mi teléfono sobre el sillón y comencé a follar lentamente su coño. Hay sonidos de chapoteo, sus fluidos han aumentado. El calor de su pequeño coño me tiene demasiado cachondo, comienzo a pensar cosas más locas. Quizás podría deslizar mi pene dentro de ella. Tal vez si la llevo a la cama posiblemente podría follarla. Por el momento disfruto de lo mojada que está y la follo suavemente. Hay un filamento de fluidos que escurren de su coño hacia sus glúteos y el delicioso pliegue que se forma justo allí. Ahora sus caderas comienzan a moverse poco a poco en forma cadenciosa y pienso que se puede correr.
La follo por tres o cuatro minutos más. Cada vez que empujo mis dedos dentro de su mojada hendedura, muevo mis dedos para estimularla. Observo la dureza de sus pezones, erguidos y tan hermosos. Le tiembla la barriga ligeramente y sus piececitos se encorvan. Creo que su orgasmo está cerca, así que incremento la velocidad de mi dedo. El movimiento de sus caderas parece aumentar al ritmo de mi dedo. Su respiración se ha vuelto agitada y respira con dificultad; también gime y se agita.
Por precaución estiro y ordeno su remera, no quiero que se corra y vea que sus pechos están a la vista; no veo la hora que ella se corra. Repentinamente su espalda de arquea y ella lanza un gemido intenso.
—¡Ahhhhhh! … ¡Hmmmmmm! … ¡Ohhhhh! …
Rápidamente saco mi dedo de su coño y tiro apresurado sus leggings hacia arriba. Tan pronto como lo hice ella prosiguió temblando. Se sacudió convulsivamente, mi hija estaba teniendo un orgasmo caliente. Se metió las rodillas al pecho gimiendo si cesar.
—¡Aaaaaahhh! … ¡Aaahhhhhh! … ¡Uhhhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Sus caderas hacían frenéticos movimientos de follar, casi exploté otra vez, pero estaba preocupado de alejarme un poco de ella y que no fuera obvio que la estaba tocando. ¡Oh, Dios! Nunca había visto a una adolescente acabar, Dana se corre mucho más fuerte de lo que solía hacerlo su madre.
Cuando supuse que ella comenzaba a recuperarse de su orgasmo, me concentré en la pantalla de la televisión donde Indiana Jones escapaba de una especie de monje loco que quería asesinarlo. Dana todavía temblaba, entonces le pregunté.
—¿Estas bien pequeña? … ¿Te sucede algo? … Creo que estabas temblando …
Ella no respondió nada, solo me miraba desconcertada. Su respiración todavía era irregular, simplemente se recostó y estiró sus piernas; parecía que todavía sentía placenteros escalofríos; luego se cubrió el rostro sin decir nada, vuelvo a interpelarla.
—¿Te sientes bien, cariño? …
—Sí …
Fue su lacónica respuesta, pero siguió cubriendo su rostro. Nos quedamos en silencio por cerca de una decena de minutos. Yo ya había escondido en parte mi erección cuando ella movió las manos de su cara y dirigió la vista a la televisión. Ahora solo quería irme a mi habitación y masturbarme mirando el video y el orgasmo de mi hija. Pero no podía irme, debía esperar y ver en que terminaba todo esto. Me sentí angustiado, porque si no me faltaba nada, de repente comencé a desear sexualmente a Dana. Cogí mi celular y me aseguré de que no tuviera sonido, comencé a revisar el video sin que ella se diera cuenta de que yo había grabado todo mientras la abusaba. Miré su carita de niña cuando arrugó su frente, se movió desesperada y sus ojos se abrieron mientras mi dedo seguía follándola a toda velocidad, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás. Ella estaba más caliente de lo que pensaba, sus cabellos revoloteaban y ella se movía en forma cachonda. Sus piernecitas se abrían y se cerraban alocadamente. Hice una copia de seguridad y retrocedí el video para fijarme en sus ojos cuando se abrieron. Pude ver que sus ojos se enfocaron en mi mano que se movía agitadamente entre sus piernas, empujando mi dedo dentro y fuera, pero los cerró y su cabeza cayó hacia atrás.
Ahora yo estaba seguro de que ella me había visto follándola con mi dedo. Tal vez su silencio es justamente por eso. Ella lo sabe, ¿Qué puedo hacer ahora? Ella me vio tocándola. Estaba atrapado, no pensé que esto iba a ser así. De hecho, pensaba que si se adormentaba tal vez tendría la oportunidad de follarla, ahora todas mis pretensiones han desaparecido. ¿Qué hago? ¿Cómo le hablo? Pero espera, ella me vio con mi dedo dentro de ella justo cuando explotaba su orgasmo y no hizo nada para alejarse. Volví a ver el video y la vi cerrar sus ojos y conté los segundos, veinticinco segundos. Me dejó tocarla por veinticinco segundos sin oponerse a mi abusivo dedo. Ella me permitió hacérselo. Ahora, ¿cómo soluciono esto para no ir a la cárcel? Ella es menor de edad y es mi hija.
—Dana, cariño … ¿Estás bien? … ¿Quieres que hablemos de esto? …
Todavía había olor a coño en la habitación y estoy seguro de que ella también huele el aroma a sexo. Ella se mantiene callada y yo insisto.
—¡Vamos, cariño! … Háblame … Puedo explicarlo …
Por fin, ella se sentó con las rodillas dobladas en el sofá y me dijo.
—Está bien … ¿Qué me hiciste? … ¿Nunca me había asustado tanto en toda mi vida? …
Su mirada era severa y su tono de voz serio, no estaba para nada feliz.
—Dana, lo lamento … Te juro que esto nunca volverá a suceder …
Respondí y a este punto, esta cosa comenzaba a tomar matices que me preocupaban.
—Dime, ¿qué me hiciste, papá? …
Volvió a reiterar su pregunta en forma nerviosa.
—Está bien, cariño … Te lo diré …
Ciertamente no podía culparla a ella, con el pesar de mi corazón, debía asumir toda la culpa.
—¿Sabes? … Tú madre hace varios años que no está con nosotros … Sucedió que te vi desnuda en el baño y eso me gustó mucho … Te asemejas mucho a tu madre …
—Sí … Bueno … Pero eso no explica porque pusiste tu dedo dentro de mí …
Su conclusión fue aterradora, ella quería respuestas.
—Sí … Es verdad … Lo siento mucho … Pero cuando te vi dormida, después de haberte visto desnuda en el baño … Pensé en mirar entre tus piernas … Solo que eres tan hermosa que no pude evitar de tocarte con mi dedo …
Dana me miró y su ceño ya no estaba fruncido; se había tranquilizada algo, me dijo.
—Soy una adolescente, papá … Tú hija … Nunca había hecho algo así … Me desperté y abrí mis ojos … Sentí algo que me hacía sentir bien … Miré hacia abajo y vi tu mano entre mis piernas y tu dedo dentro de mí …
—Lo sé, bebita … Y lo siento mucho … Te prometo de no volver a hacerlo nunca más … ¿Qué dices? … ¿Podemos mantenerlo como un secreto entre tu y yo? …
Después de eso ella se relajó. Se quedó pensativa. Tal vez pensando que hacer. Se acomodó sentada al sofá, me quedó mirando directamente a los ojos y me preguntó.
—Tuve un orgasmo, ¿verdad? …
—Sí, tesoro … Tuviste un orgasmo …
Ahora ella dirigió su mirada a mi entrepierna, es probable que se pregunte si mi polla está dura todavía. A decir verdad, tengo una erección dolorosa, pero dada que mis dimensiones no son demasiado grandes, apenas se nota mi pene duro como palo, no hago nada para ocultarlo. Ella ahora levanta su rostro y mirándome me dice.
—Sí esto va a ser un secreto entre tú y yo … ¿Puedo hacerte otras preguntas? …
Respiro más aliviado y le respondo.
—Por supuesto que sí, cariño … Todas las que quieras … Cualquier cosa …
—Papi … Cuando vi tu dedo en mí, también vi que tenías tu cosa en tu mano … ¿Qué estabas haciendo? … Vi que te frotabas muy rápido …
—¡Ehm, bueno! … Preferiría no responder a eso, cariño … Por favor …
—¡Papá! … Tenemos un trato … Debes responder todas mis preguntas … Dímelo … ¿Qué hacías? …
Dana insistió dándome una fría mirada.
—Yo … ¡Ehm! … Me masturbaba cuando vi que tenías tu orgasmo … Quería correrme contigo … Pero no lo hice … Lo juro …
Dana volvió a mirar mi entrepierna y luego dijo.
—Quiero verlo ahora, papi … Y no lo diré a nadie …
—¿Qué? … ¿Quieres verme correrme? … ¿Lo dices en serio? …
—Sí, papá … Tú me viste tener un orgasmo, ahora yo quiero verte a ti … Hazlo …
Nunca pensé que mi hija me iba a pedir esto. La miré dubitativamente, pero sabía que no tenía opción. Solo que esto me daba algunas oportunidades de pedirle algunas cosas.
—Está bien, lo haré … Pero quiero pedirte una cosa …
—Dime, ¿qué quieres? …
—Para excitarme, necesito que te quites la remera o los pantalones … Tú eliges …
Dana lo pensó y casi inmediatamente procedió a quitarse la camiseta sin mangas, pude ver sus maravillosos pezones muy erguidos y duros. Ella todavía estaba cachonda. Entonces aferré mi polla y la apreté, salió un poco de liquido blancuzco que se derramó por mi pene. Dana se rio y me preguntó.
—¿Es eso orina? …
—No … No es orina … Es pre-semen … Sucede siempre que un chico ve a una chica bonita como tú … Es normal …
Dana está concentrada en mi polla con una media sonrisa, al parecer está disfrutando de lo que ve. Sus pezones están duros como piedras, casi rogando de ser chupados. Mientras yo continúo a masturbarme, me viene de explicarle algunas cosas.
—¿Ves cómo acaricio mi polla hacia arriba y hacia abajo, nenita? …
—Sí … ¿Por qué, papi? …
—Porque simulo estar follando un coño … Tal como estaba empujando mi dedo dentro y fuera de ti … Es el roce que se produce … Esa fricción viene imitada con el movimiento de mi mano … ¿Qué tal te pareció a ti mi dedo? …
—¡Hmmmmmm, papi! … Estuvo rico …
—¿Alguna vez has visto correrse a un chico? …
—Camila, mi mejor amiga, me mostro una vez en su celular un video de un muchacho que lo hacía … Lanzaba unas cosas blancas al aire …
—Bueno, ahora yo estoy listo a correrme … ¿Estás mirando? …
—Sí, papi … Córrete …
Apenas dijo esas palabras mi pene inició a expeler chorro tras chorro de semen, una hebra cayó sobre su muslo derecho y ella con su dedito índice comenzó a frotarlo y espalmarlo, entonces me vino de preguntarle.
—¿Te gustó sentir mi dedo en tu coño? …
—Sí, papá … Se sentía bien …
Disparé unos cinco o seis filamentos de esperma, mi vientre estaba cubierto de semen y mi mano embadurnada del viscoso fluido. La pierna de Dana también recibió su parte y esto me pareció demasiado cachondo. Cuando me calmé un poco me di cuenta de que la mano de Dana estaba entre sus piernas frotando su conchita y tenía la vista un poco extraviada, sin limpiarme ni nada le pregunté.
—¿Quieres mi dedo en tu almejita? …
Me miró y asintió levemente con su cabeza, inmediatamente la recosté y le quité los leggings, ahora tenía mi hija totalmente desnuda extendida sobre el sofá. Mojé sus hinchados labios con mi mano llena de semen e introduje mi dedo profundamente en ella. Dana gimió y arqueó su espalda, instantes en que aproveché para hacerle abrir un poco más sus piernas e inserir un dedo más en su apretado coño. La follo con mi mano derecha, mientras que con la izquierda froto su erguido clítoris, muy pronto inicio a escuchar el sonido de chapoteo de mis dedos, seña de que sus fluidos han aumentado increíblemente. Dana esta muy caliente y gime comenzando a rotar sus caderas y veo el vaivén de sus hermosos senos al ritmo de mis dedos, mueve su cabeza de lado a lado y crispa los dedos de sus manos sobre la cubierta del sillón. Esta vez ella comienza a correrse mientras aplasta sus tetas y gime. Sus caderas se mueven alocadamente, su cabeza ha caído hacia atrás e intenta cerrar sus piernas, al tiempo que no cesa de moverse en modo de follar a golpecitos como descargas eléctricas. Logro abrir sus piernas y me zambullo en ese surco caliente y mojado de mi hija, su coño sabe de maravillas y ella grita casi desesperada.
—¡Ohhh, papi! … ¡Hmmmm, papi! … ¡Papi … papi! … ¡Ummmmm! ... ¡Ahhhh! ... ¡Aaaahhhh! ...
Recibo un chorro de su esencia íntima, su entero coño está mojado, también gran parte de sus muslos, mi rostro está empapado del exquisito zumo de su sexo que tirita y tiembla antes mis ojos. Una lujuria desenfrenada se apodera de mí; su coño abierto me parece invitante, mi polla está dura como palo, me pongo entre sus piernas y le entierro mi ariete de carne caliente y gruesa. Mi polla se hunde como un cuchillo caliente en la mantequilla, más jugos salen de su coño y ella chilla. Dana levanta su cabeza casi con violencia y mira mi polla que sale de su coño encharcado y se vuelve a hundir en ella.
—¡Argh! … ¡Ay! … ¡Papi, umpf! … ¡Aaahhh! …
Mi pequeña polla gruesa y tiesa afonda profundamente en su coño apretado. Lo saco y lo meto en sucesión con certeros golpes, mi hueso pélvico se estrella contra su montículo y a cada estocada ella contrae su coño y me aprieta lanzando un chillido de goce. Su vientre esta hundido y mojado con mi sudor y sus fluidos, gime diciendo una y otra vez “¡Papá!”. Siento sus piernas que me amarran y sus manos presionan mis nalgas, sus caderas se mueven enfebrecidas por la lujuria del momento; ahora ella me está follando a mí. La aferro por los hombros y me desencadeno a follar a mi hija como un poseído, ella grita y mueve su coño bajo de mí, apretándome, estrujándome, ordeñándome; mis bolas hinchadas están en completa ebullición y exploto dentro del coño lampiño de mi pequeña hija adolescente. Dana me aprieta contra su cuerpo y se estremece de pies a cabeza en otro intenso orgasmo.
—¡Ahhhhh! … ¡Uhhhhh! … Hmmmm! … ¡Ooohhh, papi! … ¡Papito, mío! … ¡Ummmmm! … ¡Que rico, papi! …
Puedo ver sus piernas y nalgas que tiritan en escalofríos incontrolables. Aparto sus cabellos de su rostro sudado y beso su frente castamente con afecto, Dana toma mi rostro y me tira hacia su boca para que la bese en los labios. Ella mete su lengua en mi boca y nos besamos como avezados amantes. Ella no era virgen, pero es menor de edad, lo que me convierte en un abusador. Pero en este momento nada me importa, solo sé que me enamoro de mi hija.
Me acosté encima de ella, mi polla poco a poco comenzó a ablandarse. Sentí como su pecho subía y bajaba afanosamente tratando de recuperar su respiración. Mi semen escapa de su coño y no me importa, la sensación es sublime. Dana todavía tiene sus dedos clavados en mis flancos, se mueve y todavía disfruta de su orgasmo, parece completamente agotada. Acabo de follarme a mi hija y es la cosa más maravillosa que pudiera haberme sucedido. Me levanto suavemente y la siento temblar, sus piernas vuelven a envolverme y dice perentoriamente.
—¡No te muevas! …
Espero cerca de un minuto y luego saco mi verga flácida de su coño, Dana se estremece, miro su coño y lo veo rebasado de semen, es tanto que un hilito de fluido se desliza entre sus piernas y sus nalgas formando una mancha sobre el diván. Su coño parecía tiritar y sigue saliendo esperma con cada estremecimiento suyo.
—¡Papi! …
—Sí, nenita …
—Acabas de follarme … Me has hecho mujer …
—Pero no eras virgen …
—No porque eso se rompió en una caída que tuve en el gimnasio …
—¿Te gustó? …
—Sí, me encantó … Y quiero que lo volvamos a hacer … ¿Podemos tener un bebé, papi? …
—¡Oh, no! … Nada de bebés … Faltan tres años para que puedas dar tu consentimiento a tener relaciones sexuales y dos más para que seas adulta … Esto lo debemos tener siempre en cuenta, de otro modo yo estaré en serios aprietos … Podría incluso terminar en la cárcel, ¿sabes? …
—¡Oh! … Por cierto que no queremos eso, ¿verdad? …
—Cierto que no … Ahora podemos hacer todo lo que tu quieras, pero en secreto …
—Entonces, ¿quiere decir que me vas a follar de nuevo? …
—Todas las veces que tu quieras …
—Ahora mismo, papi … Hagámoslo ahora, por favor …
—Bueno, pero vamos a mi dormitorio donde estaremos más cómodos …
—¡Vamos, papi! … Vamos …
Esa noche follamos casi toda la noche Dana y yo. La última fue con los albores del amanecer, poco antes de asomar el sol, caí exhausto después de llenar otra vez el coño estrecho de Dana. La hice correrse varias veces comiéndole su sabrosa y jugosa panocha, ella me masturbó para sentir mi esperma cálido sobre sus pezones pequeños. Hicimos todo lo lujurioso y lascivo que se me ocurrió y ella jamás dijo que no a ninguno de los escabrosos actos que hicimos. Solo su culito se salvó por ahora, pero es demasiado delicioso como para no follar también su trasero en un futuro cercano. La cámara de video giró todas nuestras travesuras y no veo la hora de poder revisar todo su contenido junto a Dana, ella de vez en cuando se giraba a la cámara y la saludaba o me enviaba un beso a través del objetivo de la cámara. Era una actriz porno innata.
Para ser una adolescente carente de experiencias sexuales, se comporto como una buena alumna aceptando todas mis indicaciones y probando cosas nuevas que a ella se le ocurrían. Me hizo acabar montándome y moviendo sus caderas desenfrenadamente, también ella colapso en un delicioso orgasmo, pero tan pronto como terminábamos ella quería volver a recomenzar, creo que mi hija es un poco ninfómana al verla saltar, agitarse y gritar anunciando que se va a correr. Esa noche Dana cambió mi vida. Temprano en la mañana me preguntó si era normal que una chica se sintiera atraída por otra chica, yo le dije que a su edad no se definía completamente su real sexualidad y que podría muy bien sentirse excitada por otra chica. Entonces me dijo que trataría de traer a la cama a una de sus mejores amigas, Camila, tienen un año de diferencia, siendo Dana menor que Camila. Además, es realmente hermosa y sé que sus tetas son mucho más grandes que las de Dana. También quiero que mi hija experimente con otras chicas, ¿por qué no?
Era pasado el mediodía cuando me desperté junto a Dana que todavía dormía de espalda y desnuda, sus piernas estaban abiertas y tenía restos de esperma seco. Me había corrido unas seis veces durante la noche, pero la visual que me presentaba Dana hizo que mi polla se despertara y se pusiera dura casi instantáneamente. Me acomodé entre sus piernas y empujé mi polla en su hendedura mojada y llena de mi semen. Dana abrió los ojos un poco en sorpresa, pero luego me abrazó diciendo.
—¡Oh, papito! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii, despiértame siempre así, papi! … ¡Uhhhh! … ¡Que delicia! … ¡Fóllame fuerte, papi! … ¡Fóllame siempre! …
Agarré sus tobillos y lleve sus adorables piernas a mi pecho, ella se acomodó y las puso casi sobre mis hombros, luego empujó con sus caderas su apretado coño contra mi polla.
—¡Ssiii, papito! … ¡Ssiii, umpf! … ¡Ahhhhh! … ¡Fóllame, papito! … ¡Fóllame fuerte! ...
La cama chirriaba al ritmo de mis embestidas y ella acompañaba el todo con sus gemidos y chillidos, follamos por una decena de minutos y ella gritó.
—¡Me voy a correr, papi! … ¡Me voy a correr! …
Su coño comenzó a hervir y a apretarme con contracciones continuas, mi polla parecía haberse atorado en esa estrechez que estrujaba mi pene; no pude resistir y me corrí una vez más en su coño caliente y sediento de semen. Dana convulsionó alzando sus caderas y apretando sus glúteos contras mis muslos al tiempo que se sacudía de pies a cabeza. Realmente mi hija es más cachonda que mi extinta esposa.
Dana hacía poco menos de un año que había tenido su primer periodo y esa noche hicimos todas las cuentas, ella no estaba en su periodo fértil. Nos confiamos en las cuentas y follamos como si no hubiera un mañana. Pero también acordamos una visita al ginecólogo para que le prescribiera un tratamiento anticonceptivo. Por mera seguridad, recomendé que se tomara la píldora del día después, ninguno de nosotros quería ser sorprendido por un inesperado bebé.
Ese día lo pasamos a follar en todas las ocasiones posibles, me sorprendí de mi propia resistencia, pero Dana era una fuerza de la naturaleza, quería follar a cada momento y yo la complacía, cuando mi polla no estaba lista, la lamía y chupaba hasta volverla loca. Nos detuvimos solo para alimentarnos y ducharnos, pero también la follé bajo la ducha, la lamí bajo la ducha y ella me masturbó mientras nos duchábamos; se tragó todo mi semen mezclado con agua y jabón.
La hice ver algunos video pornográficos de lesbianas y la dedeé y chupe su coño rebosante de fluidos, de verdad ella disfruta viendo a dos chicas haciendo el amor. Espero que planeé luego un encuentro con su amiga Camila. Tal vez ella sea bisexual en futuro, ya lo iremos viendo en el camino. También vimos varios videos de maduros follando con muchachitas jóvenes y se sintió identificada con ellos, cosa que nos motivó para volver a follar.
Entre ayer y hoy día la he follado unas diez veces, la mayor parte de esas a petición de ella misma. Me mima y me anima a hacerlo, ya no es la muchachita a la que comencé tocando la noche de ayer, ahora es una mujer que pide lo que le gusta con una desenvoltura que me sorprende, a ratos es ella a dirigirme a mí instándome a hacerle esto o esto otro. He creado un monstruo, pero no me arrepiento en lo más mínimo. Solo espero que convenza a Camila, pero esa será otra historia.
Fin
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
luisa_luisa4634@yahoo.com
Mi hija se llama Dana, que es el nombre de mi madre. En estos años difíciles después de la perdida de mi mujer, nunca he mirado a mi hija con lascivia o deseos pecaminosos, pero eso iba a cambiar.
Era la hora de cenar, llamé a Dana para que se lavara las manos y prepararse, yo me dediqué a colocar la mesa. Cuando Dana entró, estaba hecha un desastre con grandes muestras de lodo en su vestimenta. La miré consternado y le pregunté.
—¡Por Dios, hija! … ¿Qué te ha sucedido? …
—¡Ay, papi! … Estaba tirándole agua al perro del vecino y éste me saltó encima … Voy a tomar una ducha rápida …
—Está bien, tesoro … Avísame cuando salgas para sacar la comida del horno … Comeremos empanadas y pastel de choclos …
Cuando Dana pasó por mi lado, por primera vez noté sus pechos. Su remera blanca estaba mojada y no llevaba sujetador, sus senos del tamaño de media naranja estaban perfectamente visibles, sobre todo sus oscuros pezones que estaban duros. Mientras caminaba sus tetas temblaban ostentosamente, me sentí realmente excitado al vislumbrar sus pequeños pechos. No me sentía así, desde cuando niño observé mi primera mujer desnuda, mi hermana mayor, pero esa no es ninguna historia, me llevé una reprimenda de mi madre que todavía la recuerdo.
Dana tiene la costumbre de dejar la puerta del baño abierta, tiene esa confianza porque sabe que nadie ira a fisgonearla mientras está bajo la ducha desnuda. Pero esta vez me vinieron unas ganas terribles de echar un vistazo. La escuché salir de su habitación y caminar hacia la ducha envuelta en su bata. Sentí cuando entró al baño, entonces me vino un deseo irrefrenable, quiero verla desnuda: ¿De qué tamaño son sus areolas? ¿Su coño estará cubierto de vellitos rubios como sus cabellos? ¿Su vulva será de labios hinchaditos como eran los de su madre?
Miro por el pasillo y veo que la puerta del baño no está completamente cerrada. Mí corazón late fuerte y rápido, mi cabeza es un torbellino; me pregunto una vez más; ¿Echo un vistazo o respeto la privacidad de mi hija? Inicio a caminar en punta de pies hacia la puerta que me atrae como un imán. ¿Por qué tengo esta lujuria por mi hija? He visto su coño una infinidad de veces cuando era una niña pequeña. La última ducha que nos dimos juntos era cuando ella tenía unos siete años, toco mi pene con sus diminutas manitos y decidí no volver a ducharme con ella.
Paso lentamente por la puerta del baño mirando al interior, entonces veo a Dana parada frente al espejo. Está observando su cuerpo desnudo mientras el agua de la ducha se calienta. Contemplo embelesado su estilizada espalda que termina con dos cavidades seductoras donde inician sus nalgas a tomar esa forma redondeada e infladita hacia atrás, sus caderas se han hecho más anchas y su cintura más estrecha, su trasero ahora tiene la forma de una pera. Contemplo sin aliento sus largas y bien torneadas piernas; ahora ella se gira y se mete bajo la ducha. Me doy por satisfecho con lo que he visto y regreso a la cocina sin hacer ruido.
Durante la cena las imágenes de las firmes nalgas de mi hija y de sus duras tetitas revolotean por mi mente. Todo esto me hacía sentir cachondo y ya quería irme a mi dormitorio donde masturbarme, pero no pude hacerlo. Cuando terminamos de cenar charlamos un poco sobre nuestra jornada y las cosas que no esperaban para la siguiente semana.
Dana, al igual que todas las noches, llevaba sus leggins cortos y una de mis viejas camisetas de uniforme mimético, ella le corta las mangas y las usa para dormir. Otra cosa que era habitual en ella era no usar bragas para dormir. Su madre y yo siempre le estábamos llamando la atención por esto y la obligábamos a usar sus bragas. Creo que ella continúa con este mal hábito de no portar bragas en su cama.
Después de lavar los platos y ordenar la cocina, decidimos instalarnos en la sala de estar y ver alguna película del cable. Hoy es viernes así que ella no debe asistir a clases, yo tampoco tengo servicio de guardia, así que estaremos en casa todo el fin de semana. Generalmente cuando nos quedamos a ver una película, invariablemente Dana se queda dormida profundamente, entonces yo la tomo y la llevo a la cama. Ella está acostumbrada a mi tacto para llevarla, lo que esta noche será mi ventaja y su debilidad. Como siempre ya es casi medianoche, observo a Dana que duerme como una bebita. Acostada boca arriba con una rodilla plegada apoyada en el respaldo del diván y la otra pierna sobre mi regazo. Ella pesa alrededor de unos 25 a 30 kilos, es pequeña para su edad, pero está muy bien hechita y formadita. Esa remera holgada y sin mangas que está vistiendo, casi puedo ver una de sus tetas pequeñitas y duras; me parece tan vulnerable. Me siento un poco pervertido por sentir un deseo inexplicable por ella. Mi polla reacciona cada vez con mayor potencia y se acoraza como el acero irguiéndose tieso y duro; tengo que acomodarlo bajo mis shorts, apuntándolo hacia arriba mientras sigo admirando el hermoso cuerpo de mi bebita.
Contemplo su belleza, sus pechos en formación que apuntan enhiestos y florecientes, empujando la tela de mi vieja camiseta. Mi deseo se hace más grande. Decido intentar de mover la remera para echar un vistazo a sus pezoncitos. Pongo mi mano en su suave y cálido muslo, masajeándolo lentamente, ella no tiene ninguna reacción. Entonces tiro de su remera lentamente y para el regocijo de mis ojos, contemplo maravillado sus pezones oscuros e hinchados. Observo que su pecho sube y baja con su tranquila respiración. Mis ojos están pegados ante tan magnifica visual de los pezones hermosos de Dana, sus areolas son como esas monedas de chocolate de Simón Coll, de unos cuatro a cinco centímetros de diámetro, realmente preciosos, con su durita aceituna oscura que se levanta al centro de cada uno de ellos. Mi polla esta dura como una roca y siento que gotitas de pre-semen se escapan por mi hinchado glande.
Me extraña no sentir ninguna culpa, me siento extasiado apreciando la natural belleza de mi hija, que me hace sentir un deseo sexual por ella y me insta a seguir atisbando subrepticiamente la hermosa complexión de Dana. Observar sus pechos me tiene como en un trance, extiendo suavemente mi mano sobre su pecho izquierdo, la gomosa y delicada suavidad de su pezón se desliza entre mis dedos, me tiento y amaso tiernamente su delicada piel. Se siente tan erótico que mi otra mano saca mi polla y comienzo a jalarla suavemente. Es la mejor sensación del mundo acariciar a mi hija. Siento los hormigueos premonitores a una eyaculación, no quiero disparar mi semen por todo mi cuerpo y me detengo.
Observo el lindo montículo en medio a sus piernas abiertas, ahora quiero ver su coño. Empujo la pierna que está sobre mi regazo hacia atrás. Ahora está con sus piernas abierta, como lista para ser follada. No puedo contenerme ni esperar; comienzo a tirar sus leggings hacia abajo, ella se mueve haciendo más fácil tironear sus pantaloncitos estrechos. ¡Dios Santo! ¡Está sin bragas! Ahí está ante mis ojos y es tan hermosa como toda ella. Su conchita está abierta, todavía no tiene vellos, puedo observar su diminuto clítoris suave y rosado, casi oculto en esos pliegues lucientes, en medio a los labios regordetes de su pequeña panocha. Puedo ver hasta la entrada de su vagina. Inexplicablemente exploto en mis pantalones sin siquiera tocar mi dura polla, me corro extasiado ante la beldad de su coño pre-púber. Me estremezco eyaculando mi semen caliente haciendo que se forme una mancha de humedad en mis shorts. Nunca en mi vida me había sucedido algo así y mi pene continua duro como el mármol.
Ya no puedo razonar con claridad, quiero más. Quiero tocarlo. Casi siempre luego de correrme me quedo dormido rápidamente. Pero ahora estoy ansioso y excitado, decido de meter unos de mis dedos dentro.
Alguna vez mi mujer y yo hablamos de cuando nuestra hija llegara a la pubertad y a frecuentar chicos que la harían excitar sexualmente. Siempre mi preocupación fue como padre y no sentí nada más que la responsabilidad de protegerla con el amor de padre por su hija. Pero ahora estoy sentado con mis pantaloncitos empapados por mi semen y mi mano aproximándose a tocarla. Sé que no está bien, pero no puedo detenerme. Quiero ver a Dana correrse. La miro y tomo mi teléfono para grabar un video de su coño. No sé si tendré alguna vez otra oportunidad más propicia que esta. Su jugoso coño rosado está perfectamente a la vista. El agujerito de mi niña es muy estrechito, se siente como un anillo apretado en la abertura. Tengo que estirarme. Mientras empujo suavemente me doy cuenta de que estoy arriesgando de dañar su himen. De seguro no quiero hacer eso. Entonces decido echar un vistazo y ver si puedo abrir su coñito para escudriñar dentro y ver si su telita está aún intacta. Agradezco la luz de la habitación, así puedo ver mucho mejor, abro sus labiecitos pegajosos y hurgo en medio a esa incipiente humedad; verifico que su himen ya no está. De algún modo Dana ya no es virgen.
Mientras inspecciono su coño, ver el interior y toda esa maravillosa calidez húmeda y rosada, hace que mi pene vuelva a estar duro como piedra. Al contrario de los que alardean muchos, mi pene es bastante pequeño, no más de quince centímetros cuando está en plena erección, lo más notable es que es bastante gruesa. Con mi esposa habíamos utilizado una serie de juguetes como complemento para mi polla pequeña. Nunca me gustó tener una polla chica, pero esta noche pienso que mi polla es perfecta para este pequeño coño.
Satisfecho de haber comprobado la inexistencia de su himen, me volví a lubricar mi dedo con mi saliva y comienzo a intentar de follar su coño con mi dedo. Empujo suavemente con una sensación nueva que nunca había sentido. Mi dedo se deslizó hacia adentro hasta mi segundo nudillo. Escucho un gemido de Dana que gira su cabeza hacia el respaldar del sillón y empuja su ingle hacia arriba sosteniéndolo en esa posición, como permitiendo que mi dedo entre más adentro; me congelo con el nerviosismo de que de repente se despierte. Siento la calidez y estrechez dentro del húmedo coño de mi hija por primera vez. Sé que debería detenerme, pero una fuerza superior me compele a continuar, así que me quedo quieto, lentamente ella baja sus caderas.
Observo atentamente los ojos de Dana, hay un parpadeo discontinuo, pero ella nunca abre sus ojos, continúa a dormir. Muevo mi celular sobre ella para grabar todo, aplico un poco de presión y deslizo mis dedos más profundo en ella para empaparlos de sus fluidos. Suave y lentamente empujo dentro de ella hasta sentir la máxima estrechez.
Volví a depositar mi teléfono sobre el sillón y comencé a follar lentamente su coño. Hay sonidos de chapoteo, sus fluidos han aumentado. El calor de su pequeño coño me tiene demasiado cachondo, comienzo a pensar cosas más locas. Quizás podría deslizar mi pene dentro de ella. Tal vez si la llevo a la cama posiblemente podría follarla. Por el momento disfruto de lo mojada que está y la follo suavemente. Hay un filamento de fluidos que escurren de su coño hacia sus glúteos y el delicioso pliegue que se forma justo allí. Ahora sus caderas comienzan a moverse poco a poco en forma cadenciosa y pienso que se puede correr.
La follo por tres o cuatro minutos más. Cada vez que empujo mis dedos dentro de su mojada hendedura, muevo mis dedos para estimularla. Observo la dureza de sus pezones, erguidos y tan hermosos. Le tiembla la barriga ligeramente y sus piececitos se encorvan. Creo que su orgasmo está cerca, así que incremento la velocidad de mi dedo. El movimiento de sus caderas parece aumentar al ritmo de mi dedo. Su respiración se ha vuelto agitada y respira con dificultad; también gime y se agita.
Por precaución estiro y ordeno su remera, no quiero que se corra y vea que sus pechos están a la vista; no veo la hora que ella se corra. Repentinamente su espalda de arquea y ella lanza un gemido intenso.
—¡Ahhhhhh! … ¡Hmmmmmm! … ¡Ohhhhh! …
Rápidamente saco mi dedo de su coño y tiro apresurado sus leggings hacia arriba. Tan pronto como lo hice ella prosiguió temblando. Se sacudió convulsivamente, mi hija estaba teniendo un orgasmo caliente. Se metió las rodillas al pecho gimiendo si cesar.
—¡Aaaaaahhh! … ¡Aaahhhhhh! … ¡Uhhhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …
Sus caderas hacían frenéticos movimientos de follar, casi exploté otra vez, pero estaba preocupado de alejarme un poco de ella y que no fuera obvio que la estaba tocando. ¡Oh, Dios! Nunca había visto a una adolescente acabar, Dana se corre mucho más fuerte de lo que solía hacerlo su madre.
Cuando supuse que ella comenzaba a recuperarse de su orgasmo, me concentré en la pantalla de la televisión donde Indiana Jones escapaba de una especie de monje loco que quería asesinarlo. Dana todavía temblaba, entonces le pregunté.
—¿Estas bien pequeña? … ¿Te sucede algo? … Creo que estabas temblando …
Ella no respondió nada, solo me miraba desconcertada. Su respiración todavía era irregular, simplemente se recostó y estiró sus piernas; parecía que todavía sentía placenteros escalofríos; luego se cubrió el rostro sin decir nada, vuelvo a interpelarla.
—¿Te sientes bien, cariño? …
—Sí …
Fue su lacónica respuesta, pero siguió cubriendo su rostro. Nos quedamos en silencio por cerca de una decena de minutos. Yo ya había escondido en parte mi erección cuando ella movió las manos de su cara y dirigió la vista a la televisión. Ahora solo quería irme a mi habitación y masturbarme mirando el video y el orgasmo de mi hija. Pero no podía irme, debía esperar y ver en que terminaba todo esto. Me sentí angustiado, porque si no me faltaba nada, de repente comencé a desear sexualmente a Dana. Cogí mi celular y me aseguré de que no tuviera sonido, comencé a revisar el video sin que ella se diera cuenta de que yo había grabado todo mientras la abusaba. Miré su carita de niña cuando arrugó su frente, se movió desesperada y sus ojos se abrieron mientras mi dedo seguía follándola a toda velocidad, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás. Ella estaba más caliente de lo que pensaba, sus cabellos revoloteaban y ella se movía en forma cachonda. Sus piernecitas se abrían y se cerraban alocadamente. Hice una copia de seguridad y retrocedí el video para fijarme en sus ojos cuando se abrieron. Pude ver que sus ojos se enfocaron en mi mano que se movía agitadamente entre sus piernas, empujando mi dedo dentro y fuera, pero los cerró y su cabeza cayó hacia atrás.
Ahora yo estaba seguro de que ella me había visto follándola con mi dedo. Tal vez su silencio es justamente por eso. Ella lo sabe, ¿Qué puedo hacer ahora? Ella me vio tocándola. Estaba atrapado, no pensé que esto iba a ser así. De hecho, pensaba que si se adormentaba tal vez tendría la oportunidad de follarla, ahora todas mis pretensiones han desaparecido. ¿Qué hago? ¿Cómo le hablo? Pero espera, ella me vio con mi dedo dentro de ella justo cuando explotaba su orgasmo y no hizo nada para alejarse. Volví a ver el video y la vi cerrar sus ojos y conté los segundos, veinticinco segundos. Me dejó tocarla por veinticinco segundos sin oponerse a mi abusivo dedo. Ella me permitió hacérselo. Ahora, ¿cómo soluciono esto para no ir a la cárcel? Ella es menor de edad y es mi hija.
—Dana, cariño … ¿Estás bien? … ¿Quieres que hablemos de esto? …
Todavía había olor a coño en la habitación y estoy seguro de que ella también huele el aroma a sexo. Ella se mantiene callada y yo insisto.
—¡Vamos, cariño! … Háblame … Puedo explicarlo …
Por fin, ella se sentó con las rodillas dobladas en el sofá y me dijo.
—Está bien … ¿Qué me hiciste? … ¿Nunca me había asustado tanto en toda mi vida? …
Su mirada era severa y su tono de voz serio, no estaba para nada feliz.
—Dana, lo lamento … Te juro que esto nunca volverá a suceder …
Respondí y a este punto, esta cosa comenzaba a tomar matices que me preocupaban.
—Dime, ¿qué me hiciste, papá? …
Volvió a reiterar su pregunta en forma nerviosa.
—Está bien, cariño … Te lo diré …
Ciertamente no podía culparla a ella, con el pesar de mi corazón, debía asumir toda la culpa.
—¿Sabes? … Tú madre hace varios años que no está con nosotros … Sucedió que te vi desnuda en el baño y eso me gustó mucho … Te asemejas mucho a tu madre …
—Sí … Bueno … Pero eso no explica porque pusiste tu dedo dentro de mí …
Su conclusión fue aterradora, ella quería respuestas.
—Sí … Es verdad … Lo siento mucho … Pero cuando te vi dormida, después de haberte visto desnuda en el baño … Pensé en mirar entre tus piernas … Solo que eres tan hermosa que no pude evitar de tocarte con mi dedo …
Dana me miró y su ceño ya no estaba fruncido; se había tranquilizada algo, me dijo.
—Soy una adolescente, papá … Tú hija … Nunca había hecho algo así … Me desperté y abrí mis ojos … Sentí algo que me hacía sentir bien … Miré hacia abajo y vi tu mano entre mis piernas y tu dedo dentro de mí …
—Lo sé, bebita … Y lo siento mucho … Te prometo de no volver a hacerlo nunca más … ¿Qué dices? … ¿Podemos mantenerlo como un secreto entre tu y yo? …
Después de eso ella se relajó. Se quedó pensativa. Tal vez pensando que hacer. Se acomodó sentada al sofá, me quedó mirando directamente a los ojos y me preguntó.
—Tuve un orgasmo, ¿verdad? …
—Sí, tesoro … Tuviste un orgasmo …
Ahora ella dirigió su mirada a mi entrepierna, es probable que se pregunte si mi polla está dura todavía. A decir verdad, tengo una erección dolorosa, pero dada que mis dimensiones no son demasiado grandes, apenas se nota mi pene duro como palo, no hago nada para ocultarlo. Ella ahora levanta su rostro y mirándome me dice.
—Sí esto va a ser un secreto entre tú y yo … ¿Puedo hacerte otras preguntas? …
Respiro más aliviado y le respondo.
—Por supuesto que sí, cariño … Todas las que quieras … Cualquier cosa …
—Papi … Cuando vi tu dedo en mí, también vi que tenías tu cosa en tu mano … ¿Qué estabas haciendo? … Vi que te frotabas muy rápido …
—¡Ehm, bueno! … Preferiría no responder a eso, cariño … Por favor …
—¡Papá! … Tenemos un trato … Debes responder todas mis preguntas … Dímelo … ¿Qué hacías? …
Dana insistió dándome una fría mirada.
—Yo … ¡Ehm! … Me masturbaba cuando vi que tenías tu orgasmo … Quería correrme contigo … Pero no lo hice … Lo juro …
Dana volvió a mirar mi entrepierna y luego dijo.
—Quiero verlo ahora, papi … Y no lo diré a nadie …
—¿Qué? … ¿Quieres verme correrme? … ¿Lo dices en serio? …
—Sí, papá … Tú me viste tener un orgasmo, ahora yo quiero verte a ti … Hazlo …
Nunca pensé que mi hija me iba a pedir esto. La miré dubitativamente, pero sabía que no tenía opción. Solo que esto me daba algunas oportunidades de pedirle algunas cosas.
—Está bien, lo haré … Pero quiero pedirte una cosa …
—Dime, ¿qué quieres? …
—Para excitarme, necesito que te quites la remera o los pantalones … Tú eliges …
Dana lo pensó y casi inmediatamente procedió a quitarse la camiseta sin mangas, pude ver sus maravillosos pezones muy erguidos y duros. Ella todavía estaba cachonda. Entonces aferré mi polla y la apreté, salió un poco de liquido blancuzco que se derramó por mi pene. Dana se rio y me preguntó.
—¿Es eso orina? …
—No … No es orina … Es pre-semen … Sucede siempre que un chico ve a una chica bonita como tú … Es normal …
Dana está concentrada en mi polla con una media sonrisa, al parecer está disfrutando de lo que ve. Sus pezones están duros como piedras, casi rogando de ser chupados. Mientras yo continúo a masturbarme, me viene de explicarle algunas cosas.
—¿Ves cómo acaricio mi polla hacia arriba y hacia abajo, nenita? …
—Sí … ¿Por qué, papi? …
—Porque simulo estar follando un coño … Tal como estaba empujando mi dedo dentro y fuera de ti … Es el roce que se produce … Esa fricción viene imitada con el movimiento de mi mano … ¿Qué tal te pareció a ti mi dedo? …
—¡Hmmmmmm, papi! … Estuvo rico …
—¿Alguna vez has visto correrse a un chico? …
—Camila, mi mejor amiga, me mostro una vez en su celular un video de un muchacho que lo hacía … Lanzaba unas cosas blancas al aire …
—Bueno, ahora yo estoy listo a correrme … ¿Estás mirando? …
—Sí, papi … Córrete …
Apenas dijo esas palabras mi pene inició a expeler chorro tras chorro de semen, una hebra cayó sobre su muslo derecho y ella con su dedito índice comenzó a frotarlo y espalmarlo, entonces me vino de preguntarle.
—¿Te gustó sentir mi dedo en tu coño? …
—Sí, papá … Se sentía bien …
Disparé unos cinco o seis filamentos de esperma, mi vientre estaba cubierto de semen y mi mano embadurnada del viscoso fluido. La pierna de Dana también recibió su parte y esto me pareció demasiado cachondo. Cuando me calmé un poco me di cuenta de que la mano de Dana estaba entre sus piernas frotando su conchita y tenía la vista un poco extraviada, sin limpiarme ni nada le pregunté.
—¿Quieres mi dedo en tu almejita? …
Me miró y asintió levemente con su cabeza, inmediatamente la recosté y le quité los leggings, ahora tenía mi hija totalmente desnuda extendida sobre el sofá. Mojé sus hinchados labios con mi mano llena de semen e introduje mi dedo profundamente en ella. Dana gimió y arqueó su espalda, instantes en que aproveché para hacerle abrir un poco más sus piernas e inserir un dedo más en su apretado coño. La follo con mi mano derecha, mientras que con la izquierda froto su erguido clítoris, muy pronto inicio a escuchar el sonido de chapoteo de mis dedos, seña de que sus fluidos han aumentado increíblemente. Dana esta muy caliente y gime comenzando a rotar sus caderas y veo el vaivén de sus hermosos senos al ritmo de mis dedos, mueve su cabeza de lado a lado y crispa los dedos de sus manos sobre la cubierta del sillón. Esta vez ella comienza a correrse mientras aplasta sus tetas y gime. Sus caderas se mueven alocadamente, su cabeza ha caído hacia atrás e intenta cerrar sus piernas, al tiempo que no cesa de moverse en modo de follar a golpecitos como descargas eléctricas. Logro abrir sus piernas y me zambullo en ese surco caliente y mojado de mi hija, su coño sabe de maravillas y ella grita casi desesperada.
—¡Ohhh, papi! … ¡Hmmmm, papi! … ¡Papi … papi! … ¡Ummmmm! ... ¡Ahhhh! ... ¡Aaaahhhh! ...
Recibo un chorro de su esencia íntima, su entero coño está mojado, también gran parte de sus muslos, mi rostro está empapado del exquisito zumo de su sexo que tirita y tiembla antes mis ojos. Una lujuria desenfrenada se apodera de mí; su coño abierto me parece invitante, mi polla está dura como palo, me pongo entre sus piernas y le entierro mi ariete de carne caliente y gruesa. Mi polla se hunde como un cuchillo caliente en la mantequilla, más jugos salen de su coño y ella chilla. Dana levanta su cabeza casi con violencia y mira mi polla que sale de su coño encharcado y se vuelve a hundir en ella.
—¡Argh! … ¡Ay! … ¡Papi, umpf! … ¡Aaahhh! …
Mi pequeña polla gruesa y tiesa afonda profundamente en su coño apretado. Lo saco y lo meto en sucesión con certeros golpes, mi hueso pélvico se estrella contra su montículo y a cada estocada ella contrae su coño y me aprieta lanzando un chillido de goce. Su vientre esta hundido y mojado con mi sudor y sus fluidos, gime diciendo una y otra vez “¡Papá!”. Siento sus piernas que me amarran y sus manos presionan mis nalgas, sus caderas se mueven enfebrecidas por la lujuria del momento; ahora ella me está follando a mí. La aferro por los hombros y me desencadeno a follar a mi hija como un poseído, ella grita y mueve su coño bajo de mí, apretándome, estrujándome, ordeñándome; mis bolas hinchadas están en completa ebullición y exploto dentro del coño lampiño de mi pequeña hija adolescente. Dana me aprieta contra su cuerpo y se estremece de pies a cabeza en otro intenso orgasmo.
—¡Ahhhhh! … ¡Uhhhhh! … Hmmmm! … ¡Ooohhh, papi! … ¡Papito, mío! … ¡Ummmmm! … ¡Que rico, papi! …
Puedo ver sus piernas y nalgas que tiritan en escalofríos incontrolables. Aparto sus cabellos de su rostro sudado y beso su frente castamente con afecto, Dana toma mi rostro y me tira hacia su boca para que la bese en los labios. Ella mete su lengua en mi boca y nos besamos como avezados amantes. Ella no era virgen, pero es menor de edad, lo que me convierte en un abusador. Pero en este momento nada me importa, solo sé que me enamoro de mi hija.
Me acosté encima de ella, mi polla poco a poco comenzó a ablandarse. Sentí como su pecho subía y bajaba afanosamente tratando de recuperar su respiración. Mi semen escapa de su coño y no me importa, la sensación es sublime. Dana todavía tiene sus dedos clavados en mis flancos, se mueve y todavía disfruta de su orgasmo, parece completamente agotada. Acabo de follarme a mi hija y es la cosa más maravillosa que pudiera haberme sucedido. Me levanto suavemente y la siento temblar, sus piernas vuelven a envolverme y dice perentoriamente.
—¡No te muevas! …
Espero cerca de un minuto y luego saco mi verga flácida de su coño, Dana se estremece, miro su coño y lo veo rebasado de semen, es tanto que un hilito de fluido se desliza entre sus piernas y sus nalgas formando una mancha sobre el diván. Su coño parecía tiritar y sigue saliendo esperma con cada estremecimiento suyo.
—¡Papi! …
—Sí, nenita …
—Acabas de follarme … Me has hecho mujer …
—Pero no eras virgen …
—No porque eso se rompió en una caída que tuve en el gimnasio …
—¿Te gustó? …
—Sí, me encantó … Y quiero que lo volvamos a hacer … ¿Podemos tener un bebé, papi? …
—¡Oh, no! … Nada de bebés … Faltan tres años para que puedas dar tu consentimiento a tener relaciones sexuales y dos más para que seas adulta … Esto lo debemos tener siempre en cuenta, de otro modo yo estaré en serios aprietos … Podría incluso terminar en la cárcel, ¿sabes? …
—¡Oh! … Por cierto que no queremos eso, ¿verdad? …
—Cierto que no … Ahora podemos hacer todo lo que tu quieras, pero en secreto …
—Entonces, ¿quiere decir que me vas a follar de nuevo? …
—Todas las veces que tu quieras …
—Ahora mismo, papi … Hagámoslo ahora, por favor …
—Bueno, pero vamos a mi dormitorio donde estaremos más cómodos …
—¡Vamos, papi! … Vamos …
Esa noche follamos casi toda la noche Dana y yo. La última fue con los albores del amanecer, poco antes de asomar el sol, caí exhausto después de llenar otra vez el coño estrecho de Dana. La hice correrse varias veces comiéndole su sabrosa y jugosa panocha, ella me masturbó para sentir mi esperma cálido sobre sus pezones pequeños. Hicimos todo lo lujurioso y lascivo que se me ocurrió y ella jamás dijo que no a ninguno de los escabrosos actos que hicimos. Solo su culito se salvó por ahora, pero es demasiado delicioso como para no follar también su trasero en un futuro cercano. La cámara de video giró todas nuestras travesuras y no veo la hora de poder revisar todo su contenido junto a Dana, ella de vez en cuando se giraba a la cámara y la saludaba o me enviaba un beso a través del objetivo de la cámara. Era una actriz porno innata.
Para ser una adolescente carente de experiencias sexuales, se comporto como una buena alumna aceptando todas mis indicaciones y probando cosas nuevas que a ella se le ocurrían. Me hizo acabar montándome y moviendo sus caderas desenfrenadamente, también ella colapso en un delicioso orgasmo, pero tan pronto como terminábamos ella quería volver a recomenzar, creo que mi hija es un poco ninfómana al verla saltar, agitarse y gritar anunciando que se va a correr. Esa noche Dana cambió mi vida. Temprano en la mañana me preguntó si era normal que una chica se sintiera atraída por otra chica, yo le dije que a su edad no se definía completamente su real sexualidad y que podría muy bien sentirse excitada por otra chica. Entonces me dijo que trataría de traer a la cama a una de sus mejores amigas, Camila, tienen un año de diferencia, siendo Dana menor que Camila. Además, es realmente hermosa y sé que sus tetas son mucho más grandes que las de Dana. También quiero que mi hija experimente con otras chicas, ¿por qué no?
Era pasado el mediodía cuando me desperté junto a Dana que todavía dormía de espalda y desnuda, sus piernas estaban abiertas y tenía restos de esperma seco. Me había corrido unas seis veces durante la noche, pero la visual que me presentaba Dana hizo que mi polla se despertara y se pusiera dura casi instantáneamente. Me acomodé entre sus piernas y empujé mi polla en su hendedura mojada y llena de mi semen. Dana abrió los ojos un poco en sorpresa, pero luego me abrazó diciendo.
—¡Oh, papito! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii, despiértame siempre así, papi! … ¡Uhhhh! … ¡Que delicia! … ¡Fóllame fuerte, papi! … ¡Fóllame siempre! …
Agarré sus tobillos y lleve sus adorables piernas a mi pecho, ella se acomodó y las puso casi sobre mis hombros, luego empujó con sus caderas su apretado coño contra mi polla.
—¡Ssiii, papito! … ¡Ssiii, umpf! … ¡Ahhhhh! … ¡Fóllame, papito! … ¡Fóllame fuerte! ...
La cama chirriaba al ritmo de mis embestidas y ella acompañaba el todo con sus gemidos y chillidos, follamos por una decena de minutos y ella gritó.
—¡Me voy a correr, papi! … ¡Me voy a correr! …
Su coño comenzó a hervir y a apretarme con contracciones continuas, mi polla parecía haberse atorado en esa estrechez que estrujaba mi pene; no pude resistir y me corrí una vez más en su coño caliente y sediento de semen. Dana convulsionó alzando sus caderas y apretando sus glúteos contras mis muslos al tiempo que se sacudía de pies a cabeza. Realmente mi hija es más cachonda que mi extinta esposa.
Dana hacía poco menos de un año que había tenido su primer periodo y esa noche hicimos todas las cuentas, ella no estaba en su periodo fértil. Nos confiamos en las cuentas y follamos como si no hubiera un mañana. Pero también acordamos una visita al ginecólogo para que le prescribiera un tratamiento anticonceptivo. Por mera seguridad, recomendé que se tomara la píldora del día después, ninguno de nosotros quería ser sorprendido por un inesperado bebé.
Ese día lo pasamos a follar en todas las ocasiones posibles, me sorprendí de mi propia resistencia, pero Dana era una fuerza de la naturaleza, quería follar a cada momento y yo la complacía, cuando mi polla no estaba lista, la lamía y chupaba hasta volverla loca. Nos detuvimos solo para alimentarnos y ducharnos, pero también la follé bajo la ducha, la lamí bajo la ducha y ella me masturbó mientras nos duchábamos; se tragó todo mi semen mezclado con agua y jabón.
La hice ver algunos video pornográficos de lesbianas y la dedeé y chupe su coño rebosante de fluidos, de verdad ella disfruta viendo a dos chicas haciendo el amor. Espero que planeé luego un encuentro con su amiga Camila. Tal vez ella sea bisexual en futuro, ya lo iremos viendo en el camino. También vimos varios videos de maduros follando con muchachitas jóvenes y se sintió identificada con ellos, cosa que nos motivó para volver a follar.
Entre ayer y hoy día la he follado unas diez veces, la mayor parte de esas a petición de ella misma. Me mima y me anima a hacerlo, ya no es la muchachita a la que comencé tocando la noche de ayer, ahora es una mujer que pide lo que le gusta con una desenvoltura que me sorprende, a ratos es ella a dirigirme a mí instándome a hacerle esto o esto otro. He creado un monstruo, pero no me arrepiento en lo más mínimo. Solo espero que convenza a Camila, pero esa será otra historia.
Fin
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
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