Descubriendo a mamá.

por
género
incesto

Más o menos la mitad de mi vida la he transcurrido sin mi padre. Él es oficial superior del estado mayor de la Armada, un Capitán de Navío, ese es su grado. Pronto será ascendido a Contralmirante, según dice él mismo.


Me había quedado el fin de semana en el aula porque soy el capitán del equipo de futbol y ese viernes teníamos un partido importante con otra facultad. Al amanecer ya el tiempo se presagiaba horrible, con truenos, relámpagos e intensas ráfagas de viento, así que me llamó el entrenador para decirme que se aplazaba el partido para la semana sucesiva. ¡Genial! Me fui a los dormitorios del aula y recogí mi ropa sucia, después corrí al estacionamiento para buscar mi coche e irme a casa por el fin de semana.


Esa misma semana mi novia y yo habíamos roto, así que no tenía ningún motivo para quedarme en la ciudadela universitaria. Realmente era una rompe huevos. Se lo pasaba todo el día mortificándome con sus WhatsApp, y si no le respondía sus “Te quiero”, se enfadaba y me llenaba de insultos y boberías suyas. “Ya no me quieres” “Tienes a otra” “No tienes ningún interés en mí” Etc. Una verdadera hincha pelotas.


Siempre habíamos vivido en la misma ciudad y como papá estaba siempre afuera, embarcado en sus misiones; mamá esperaba con ilusión mi regreso a casa para pasar más tiempo con ella. Estaba seguro de que se alegrará de verme así de sorpresa, pensé.


El viaje de tres horas pasó volando y llegué a nuestro hogar. Es una casa heredada de mi abuelo a la periferia de la gran ciudad, lejos del bacanal bullicio ciudadano. Es una gran casa con cinco habitaciones y tres baños, con una gran piscina en la parte posterior, rodeada de setos cuidadosamente podados. El calor del verano que se aproximaba ya era presente en la calles. Recién había pasado Halloween y todavía había anuncios y publicidad al respecto.


Abrí la puerta con mi llave y entré a la casa fresca y de olor familiar. Enseguida oí unos ruidos raros del piso de arriba; es la tele o mama tiene gente ahí arriba, pensé. Subí las escaleras con parsimonia para investigar. No quise gritar porque quería sorprenderla. El ruido era de mujeres, parecía que lo estaban pasando bien, pero no imaginé nada. Decidido, entré en su dormitorio y me llevé la sorpresa de mi vida. Definitivamente la que estaba en la cama desnuda era mi madre. Sus grandes pechos eran hermosos, los apretaba entre sus brazos, mientras sus dos manos empujaban un enorme vibrador en su coño con escasos pelitos. Pero eso no era todo. Junto a ella estaba Sylvana, nuestra vecina totalmente desnuda, la cual estaba sentada sobre otro artilugio enorme que penetraba su vagina profundamente con cada salto que daba ella. Ambas tocándose con sus piernas.


Los ruidos provenían de una mega pantalla pegada a la pared. Tenían un video de orgía de chicas lésbicas. Alcancé a reconocer a la tetona de Darla Crane, una de mis favoritas a la hora de ver videos lésbicos, estaban en el punto que Darla se corre con risotadas y significativos gemidos y chillidos muy calientes, pero esa no es mi historia.


Jamás pensé en mamá en el sentido sexual. Y ahora me la encontraba aquí desnuda y teniendo sexo masturbatorio junto a la vecina. Describir toda la escena y ponerla por escrito me llevaría horas y muchas páginas, porque no sé si estuve mucho o muy poco tiempo, pero no pude evitar de decir.
—¡Hola, mami! …
Las dos mujeres voltearon sus cabezas hacia mí al unísono, gritaron y se afanaron en encontrar algo con que cubrirse, pero no había nada, sus ropajes estaban esparcidos por el suelo, junto a la ropa de cama. Todavía me da un poco de risa lo acaecido, porque si, aunque era un hecho muy serio, las dos fueron sorprendidas infraganti y no sabían ni que hacer ni cómo comportarse. ¿Qué demonios estaba haciendo mi madre? ¿Cómo podía hacerle esto a papá? ¿Por qué hace … esto? ¡Maldita sea! Me giré, bajé las escaleras y salí por la puerta, mientras mamá corría detrás de mí llamándome. Subí a mi auto y me fui de ahí, escuché los gritos de mamá llamándome a todo pulmón.


Mientras me alejaba en mi auto, sonó el teléfono, pero no respondí. Comencé a dirigirme a la autopista para volver a la universidad. Había un gran volumen de tráfico, así que no avanzaba todo lo rápido que quería. Tenía un torbellino en mi mente, el teléfono sobre el asiento del pasajero volvió a sonar, lo miré y en ese preciso instante se escuchó un ruido seco.
—¡¡Zakaboom!! …
Inmediatamente sentí la vibración al volante y el andar del auto se hizo extraño e inseguro. Miré por el espejo retrovisor y vi un enorme bache en el pavimento que se alejaba a medida que el auto avanzaba. La dirección temblaba y las ruedas metían un desagradable sonido. Había sufrido una avería debido al golpe con el pavimento en mal estado. Con precaución disminuí la velocidad y me detuve en la berma, me bajé del auto y observé la parte del tren delantero, había una barra metálica prácticamente colgando. En esas condiciones no podía continuar el viaje. ¡Mierda!


Activé el seguro y casi media hora más tarde llegó una grúa para remolcarme al taller más cercano. Afortunadamente era el mismo taller donde le hacíamos las mantenciones periódicas y ya conocían el vehículo. Raídamente el mecánico lo revisó y me dijo que había una rotula dañada y la barra estabilizadora también había sufrido daños. Imposible encontrar los repuestos antes de veinticuatro horas, más los trabajos necesarios para sustituir la parte dañada, con suerte podrían entregarme el auto reparado para el sábado tarde. No tenía ninguna posibilidad sino enfrentarme a mamá y a los hechos que había descubierto. Así que decidí llamarla, no me dejó ni siquiera a hablar y me dijo.
—Gracias a Dios, Gabriel, eres tú … Puedo explicarlo todo …
—¡Mamá! … —Intenté decirle lo que me había sucedido, pero ella no paraba de hablar.
—En realidad no es lo que tu piensas … Eso no fue nada … Quería decirte que …
—¡¡MAMÁ!! … —Grité exasperado al teléfono.
—¿…Qué? …
—¿Puedes venir a buscarme? … Se me averió el auto … Te mandaré la dirección al celu …
—¡Oh!, está bien … Voy para allí …
—Sí … Solo asegúrate de vestirte y sacarte esa cosa de entremedio de las piernas, ¿vale? …
Le dije sarcásticamente.
—¡Eres un estúpido! …
Me dijo y me cortó. Bueno, ahora tenía un poco de tiempo para pensar. Concluí que no podía pensar nada, todo daba vuelta en mi mente y no llegaba a ninguna conclusión plausible que explicara el comportamiento de mi madre. ¿Estaba engañando a mi padre? ¿Con una mujer? ¿Llevaba una vida secreta que ni papá ni yo sabíamos? ¿Tal vez? ¿Nunca nos había mentido hasta ahora? ¿O sí? ¡Ella que desde niño me enseñó que en esta casa se dice siempre la verdad! ¡Ay, Dios! ¿Qué pensar?


Finalmente, mamá me recogió en el taller; regresamos a casa en un incomodó silencio. Cuando llegamos a casa, subí a mi dormitorio y cerré la puerta. Me sentía muy raro. Nunca había visto a mi madre desnuda. Todavía mi mente giraba en un estado confusional. Bueno, a cualquier lugar que fuéramos, mamá era siempre la mujer más hermosa del lugar. Cuando papá la llevaba al club de oficiales para los festejos anuales, todos los oficiales jóvenes le giraban en torno. Papá se divertía mucho con ello y se sentía muy orgulloso de tener la mujer más bella de la Base Naval. Papá nunca tuvo que recriminarla por nada, mamá sabía tratar con los hombres y no les dejaba espacios para confusiones o permitirse algo inapropiado con ella. Incluso era más disciplinada que papá. Me recuerdo como ordenaba mi corbata antes de ir al colegio, mis zapatos debían estar bien lustrados, mis cabellos limpios y bien peinados. Me gritaba si sacaba una mala nota, o si le daba de comer al perro dentro de la cocina, o si no me duchaba antes de tirarme a la piscina. Ella me conocía al dedillo y sabía muy bien como manipularme para conseguir lo mejor de mí.


Eran casi las siete de la tarde cuando me llamó para cenar. Hubiera preferido no comer, pero me moría de hambre y ganas de saborear lo que ella cocinaba; así que me armé de paciencia y bajé a cenar. Estaba todavía colocando los cubiertos a la mesa. Me senté en silencio.
—¿Sabes cómo nos conocimos con tu papá? … —Me preguntó ordenando los cubiertos frente a mí.
—¡Ehm! … En algún banquete, fiesta o conmemoración de la Armada, imagino … —Dije.
—No, fue en una base de la Fuerza Aérea de Santiago … Tu padre era instructor de los pilotos sobre armas y misiles antiaéreos de la marina … El estaba en el club de oficiales y puede sonarte tonto, pero apenas lo vi, supe que él era el marido perfecto para mí … Le gusté a primera vista … Pero él no me tomaba en serio y me quería como un juguete … Tuvimos dos semanas seguidas de … ¿cómo dicen los jóvenes de hoy? … Sexting …
—No quiero oír nada de eso, mamá … —Dije exasperado y sonrojado.
—Bueno, tal vez no quieras saber nada de esto, pero necesito explicarte algunas cosas … Cosas que los padres normalmente no comparten con los hijos … Ahora … ¡Ehm! … Dadas las circunstancias … Creo que es necesario que tú sepas …
Dijo mientras con un cucharón vertía en mi plato la cazuela con carne molida que era una de mis favoritas. Qué coincidencia, ¿no?
—Después de esas dos semanas, él tenía que regresar al puerto y me pidió que me fuera con él … Dejé todo y me fui enamoradísima con tu padre … Un mes después nos casamos …
Hizo una breve pausa mientras se sentaba a la mesa frente a su plato, luego continuó.
—Bueno … En la Marina, no se trata solo de tu desempeño personal … Existe una relación entre las esposas de los oficiales superiores y las políticas de los ascensos … Y creo que gané para tu padre un gran activo que favoreció su carrera …
Hizo una nueva pausa respirando profundamente, empujando sus hermosas tetas hacia adelante.
—Él lo sabía, yo lo sabía y jugamos nuestras cartas … Es verdad, tu padre es muy inteligente y astuto, pero yo tuve un rol importante en su carrera …
La miré incrédulo y casi tartamudeando le pregunté.
—Quieres decir que tú … ¡Ehm! … Te acostaste con su …
—¡Oh! ¡Dios … no! … Pero un poco de coqueteo al momento justo ayuda mucho … Pero nunca fui más allá … Siempre le fui fiel a tu padre …
—Excepto por lo de hoy, ¿no? …
—Eso no cuenta … Técnicamente sigo siéndole fiel … Nunca he tenido nada que ver con otro hombre … Sin embargo, no puedo decir lo mismo de él …
Me quedé mudo. No podía creer lo que ella estaba afirmando. Papá jamás haría una cosa así. Mamá siguió su soliloquio aun cuando vio que la miraba escéptico.
—Fue en la parada militar en el puerto en conmemoración de las glorias navales … Tu padre era el director de la escuela naval … Al principio llegaron a mis oídos solo rumores … Noté las miradas de compasión de otras esposas … Ellas lo sabían … Después alguien vino a contármelo con nombre y apellido … Lo confronté y lo admitió … Dijo que me amaba como a ninguna otra, pero sus impulsos superaban sus votos matrimoniales … No era realmente su culpa, dijo …
La miré todavía irritado, así que ella prosiguió.
—Tenía solo dos opciones … Seguir siendo la buena esposa de la Marina y perdonarlo, teniendo la seguridad de lo que él me daba a mí y a ti … O largarme y luchar sola contigo a mi lado …
Hizo una pausa para comer y cortar una hogaza de pan; yo intentaba reflexionar sobre lo que me estaba diciendo y realmente quería que ella no me contara nada de eso. La figura de mí padre se estaba derrumbando.
—No fue fácil, ¿sabes? … Tuvimos muchas peleas … Unas más fuertes que otras … Luego hubo una Susanna, una Inés, una Hilda, una Teresa y muchas más de las cuales nunca me enteré … Tu padre era castizo entre las mujeres … Pero a pesar de todo yo sabía que él me amaba y siempre volvía a mí … Y yo quería un marido a mi lado … Uno que me diera de todo … Sobre todo, un hogar seguro donde crecerías tú …
Comencé a creer y valorar sus palabras y ella continuó.
—Él moderó sus actividades … Eran solo cosas fortuitas … Él siempre regresaba a casa … Puse la otra mejillas más de una vez … Hice la vista gorda o como quieras llamarlo … Y así logramos llevar una vida bastante normal y buena para todos …
Le hice señas de que quería otro poco de esa deliciosa sopa y ella tomó mi plato y lo volvió a llenar, todo sin dejar de hablar.
—Y ahora, ¿Cuánto tiene? … ¿Cincuenta? … No, cincuenta y dos … Y hace años que no hace nada de nada … Lo sé, cuida mucho su carrera … Desea llegar a Almirante, así que ni siquiera se lanza un pedo en público, mucho menos enredarse con alguna zorra por ahí …
—Perdona, mamá … No tenía idea de todo eso …
—¡Por supuesto que no sabías nada de esto! … No es algo que se pueda discutirse con los hijos … Tu padre era discreto … Después con la edad fue decayendo … Y ahora no hay nada más … Yo siempre he querido mucho a tu padre y amo la vida que él me ha hecho vivir … Amo nuestra vida juntos y no la cambiaría por nada al mundo …
A ratos no sabía si me hablaba en serio o bromeaba.
—Empero …
Dije tratando de obtener alguna respuesta sobre sus actividades de hoy con la vecina.
—¡Chico! … No todo es color de rosas … ¿Sabías que tu padre se iba a la mar por seis u ocho meses? … Una vez estuvo once meses en el extranjero en una misión de la Marina … ¡Once meses! … ¿Sabes lo que significa eso? …
Dio un golpe de puño en la mesa y hasta sus grandes tetas temblaron.
—¡Demonios! … Soy una mujer de carne y hueso … Corre sangre por mis venas, ¿sabes? … También tengo mis necesidades al igual que él … Tal vez incluso más que él … Pero nunca le falté el respeto … Me mantuve fiel todo este tiempo …
Me mantuve callado y no quise decir nada sarcástico, ella continuó.
—No dejaba de pensar en él … Sabía que él volvería a mí para amarme y hacerme suya … Soñaba con esos momentos … Pero se fue poniendo viejo … Él quiere llegar a Almirante y eso le ha causado un stress … Ahora ya no es el mismo hombre que solía ser, ¿sabes? … A veces simplemente no se la puede, ¿entiendes? …
Su voz sonaba desanimada. Casi no daba crédito a lo que ella me decía. Mi padre, mi héroe de la marina, con tantas condecoraciones en su carrera de marino. Que le ha puesto los cuernos a mi madre por decenas de años y ahora no se le pone dura. ¡Dios! Era mucho para asimilarlo en un solo día.


Continuamos a hablar un poco del tema mientras terminábamos de cenar. Antes de servir el postre, mamá trajo una caja de zapatos italianos que papá le había traído de uno de sus viajes. Ahora estaba llena de cartas que él le había escrito alguna vez. Me mostró una donde le pedía perdón por haberse acostado con una tal Gloria, noté que el papel estaba manchado, pensé que eran las lágrimas de mamá.
—Entonces, sucede que a veces me siento sola, ¿sabes? … Sylvana, nuestra vecina que viste hoy … Ella es otra esposa de marino … Es algunos años menor que yo, pero tenemos la misma situación … Una vez nos emborrachamos y nos confidenciamos todas nuestra más íntimas y profundas necesidades … Lo hablamos varias veces durante este último mes … Y por fin este viernes decidimos juntarnos … Tanto tú no vendrías hasta el sábado …
—¿En serio? … ¿Quieres decir que esta era la primera vez? … Que tú … Que tu …
—¡En esta casa siempre se dice la verdad, muchachito! …
Nos miramos y luego estallamos en una carcajada. Ese había sido nuestro lema, pero ahora era solo nada más que una ridiculez que inventamos los adultos con el acostumbrado cinismo social.
—¿Sabes, mami? … Lamento mucho haberte prejuzgada, en este momento no sé que decir … Entiendo perfectamente por todo lo que has pasado … Obviamente no sabía nada de lo que me acabas de contar …
Nos levantamos y nos abrazamos. Mamá se apoyó en mi hombro y lloró mientras yo le daba golpecitos de conforto en su espalda, asegurándole que no había nada de malo.
—Te quiero, hijo …
Dijo girándose para mirarme, al tiempo que me daba un fugaz beso en los labios.
—Yo también te quiero, mamá …
Le respondí y le devolví el beso en la boca, solo que me quedé pegado a sus suaves labios por varios segundos. Nos servimos el delicioso postre que había preparado; luego me disculpé diciendo que estaba muy cansado y me fui a mí dormitorio. Ella lo entendió y nos dimos las buenas noches.


Subí y jugué un rato en mi laptop. Necesitaba relajarme y desconectarme un poco de todo esto. De pronto me vino en mente un sitio porno y busqué “Maduras con tetas grandes”, encontré varios videos y en uno de ellos estaba mi favorita, Darla Crane. Hermosa actriz con unos voluminosos y preciosos pechos que a todas luces parecen naturales; nunca he podido notar cicatrices que denoten una operación de agrandamiento de sus senos, son realmente primorosos. Puse su nombre y aparecieron varias decenas de sus videos. Entonces me pregunté, ¿Por qué me interesaba en este tema específico? ¿Será que quiero compararla con mamá? Ciertamente mamá sería una doble perfecta para reemplazarla; mamá tiene lo suyo y pude ver que sus pechos son igual a los de la actriz mencionada. ¿Por qué me interesan las tetas de mamá? ¿Será que también yo soy afectado por el complejo de Edipo? Busqué en los videos de Carla Crane, alguno donde estuviera actuando en un rol de lesbiana, había más de uno e imaginé a mamá en todos ellos.


Vi los hermosos orgasmos de la actriz, la forma en que gemía y lanzaba lujuriosos grititos de goce, esa genuina carcajada en cada uno de ellos, el modo en que trataba de alejar su delicado coño de la estimulación de su partner. Actúa tan bien que siempre me queda la duda de si son orgasmos fingidos o verdaderos. Parece una autentica lesbiana, porque en los videos donde actúa con actores varones, su modo de actuar es totalmente diferente. Por supuesto que gime y protagoniza bien su rol, pero no tiene orgasmos tan genuinos y calientes como cuando le lame el coño alguna de esas actrices jovencitas hasta hacerla enloquecer de lujurioso placer.


Me imaginé viendo a mamá y me masturbé pensando que ella se volvía loca con la vecina escarbando y lamiendo su coño. Quizás si no las hubiera interrumpido, habrían tenido tiempo de hacer justo eso, ¡Uuufff! Magreé mi polla rápidamente y me corrí con las carcajadas lujuriosas de la Crane y sus manos aplastando sus enormes tetas, después me adormecí como un tronco.


No tuve ningún sueño y dormí toda la noche sin sobresaltos. Me desperté a eso de la diez de la mañana, cosa que no era habitual si papá hubiera estado en casa. Mi polla estaba dura y me volví a masturbar, luego me lavé y bajé donde mamá que ya había preparado el desayuno; café con leche, huevos con jamón y hogazas de pan fresco tostado en el tostador. Como estábamos en primavera, me pidió de ayudarla a limpiar el jardín y sus flores. Así que después de limpiar la cocina, fui a cambiarme, me puse unos shorts y una remera de papá, a continuación, fui a buscar los elementos y herramientas para limpiar el jardín.


Mamá salió unos minutos después, vestía unos shorts de mezclilla cortos, y cuando digo cortos, eran muy cortos, se podía ver la marca de su bikini en sus lindos glúteos y la parte delantera se encajaba perfecta y sugestivamente entre los gorditos labios de su coño. También vestía una camisa de papá color caqui, con un nudo sobre su vientre liso y ombligo desnudo. Por el bamboleo sinuoso de sus pesadas tetas, supe que no llevaba sostén. Era como la imagen de la mujer 10.


¡Un momento! ¿Cómo es que estoy calificando a mamá como si fuera una de las chicas de la facultad? ¿Le estaba poniendo una nota a mamá? ¡Esto no está bien! Pensé. Agarré el rastrillo y comencé a remover la tierra del jardín al lado de la piscina.


De reojo miraba a mamá que estaba encargándose de unos maceteros. No podía evitar de mirar su escultural cuerpo, con esas sinuosas y redondeadas formas. Para una mujer de treinta y nueve años, mamá no tenía nada que envidiarle a una mujer veinte años menos que ella. No era esa figura plana de las modelos de hoy en día, sino las ninfas pintadas por Botticelli en el Renacimiento o Modigliani en el siglo recién pasado, verdaderas joyas de la pintura mundial. Eso es lo que era mamá, un joya de verdad.


Sí, es verdad, mamá tenia curvas de frente, tenía curvas por detrás, sus costados estaban llenos de curvas, por arriba sus mamelas eran sinuosas y convexas, su vientre cóncavo y ondulante, sus piernas torneadas con muslos llenos. ¿Qué cuál era la talla de sus senos? ¡Y yo que sé! Lo importante es que eran grandes, muy grandes, tan grandes que parecían tener vida propia y disciplinada; mamá se movía hacia la izquierda y sus senos obedecían moviéndose hacia allí, pero no se quedaban quietos, se movían hacia ambos lados por un poco, como atraídos por una fuerza invisible. Sí ella se alzaba más o menos de golpe, sus pechos rebotaban como una pelota de basquetbol y continuaban con un movimiento casi perpetuo. No era posible no notarlos, sus mamas eran hipnotizantes.


Su rostro era hermoso, una barbilla de carácter, cuadrada. Mejillas con naturales arrugas cuando sonreía. Piel tersa, lechosa con ligeras pecas bajo sus ojos. Sin duda su sonrisa era especial, iluminaba todo alrededor cuando sonreía de esa manera alegre y franca. Una sonrisa sincera y real, no se puede fingir una sonrisa tan verdadera como esa.


Escuché que mamá me llamaba por mi nombre, me giré y me encontré con su diáfana y maravillosa sonrisa.
—¡Gabriel, no hay prisa, querido! … ¡No tienes para qué sudar tanto! …
Sacamos algunas piedras, malas hierbas y desterronamos algunas masas de tierra. Desde pequeño que acompañaba a mamá en las labores de jardinería, a ella le gustaba tener sus flores y plantas bien cuidadas. Ahora de adulto, encontraba relajante y terapéutico el cuidar del jardín. Estábamos ocupados en desyerbar un último sector, cuando ella al improviso me preguntó.
—Y bien, Gabriel … ¿Qué hay de la masturbación? …
Lo dijo como si nada mientras arrancaba de raíz unas ortigas. Levanté la cabeza un poco sorprendido, puse un pie en la pala y la miré. Estaba de rodillas sentada en sus tobillos. Sus pechos se movían mientras escarbaba el terreno pedregoso.
—¡Ehm! … ¿Masturbación? … ¿Masturbación? … Sí, creo haber sentido esa palabra de alguna parte …
—No te hagas el tonto … Soy yo quien limpiaba tu cama … Yo quien recogía tus calcetas tiesas y húmedas … Yo quien sacaba de debajo de tu cama servilletas arrugadas y engomadas … Quería saber ¿cómo te las arreglas ahora que estas lejos de casa? …
—Bueno … Soy hijo de marino … Supongo que lo soluciono en el modo en que lo solucionan ellos … Pensando en bellas chicas y masturbándome …
—¿Y piensas que eso está bien? …
—No sé si está bien o no … Pero se siente genial y no debo pedir nada a nadie … Además, lo hago todas las veces que quiero … Deben ser los genes tuyos y los de papá que me hicieron tan cachondo …
—¡Uhm! … Tal vez haya algo de verdad en eso … Pero propongo que este fin de semana no haya nada de masturbación, ¿vale? …
Me quedé unos segundos reflexionando sobre su propuesta y no la encontré tan descabellada, además, cuando eyaculo mi lechita se mete por todas partes y es difícil tratar de ocultar eso.
—¡Vale! … Puedo soportarlo si tú también puedes … Pero recuerda: En esta casa siempre decimos la verdad … Así que nada de boberías ni mentirijillas, ¿vale? …
—¿Mentirijillas? … ¡Yo, jamás faltaría a la verdad! … Pero debemos idear un castigo si alguien pierde el control, ¿te parece? …
—¡Uhm! … Creo que sería lo correcto … Pero ¿una sanción? …
Pensé que podría ser divertido y cachondo a la vez y se me ocurrió de sopetón proponer.
—Bueno … ¡Ehm! … Qué tal sí … quien pierda, tendrá que hacerlo frente a la otra persona …
Enseguida me arrepentí de haber propuesto algo tan terrible. ¿Qué uno de nosotros vea al otro masturbarse? ¡Mamá nunca va a aceptar algo tan depravado! ¡De seguro dirá que soy un enfermo de la cabeza! Pero para mi sorpresa, mamá exclamó.
—¡Trato hecho! … ¡Vale! …
Se había creado una especie de atmosfera especial entre mamá y yo, así que, aprovechándome de la situación, dije en voz alta.
—¡Guau! … Hace un calor insoportable, ¿no? …
Me saqué la remera por la cabeza para exponer mis músculos trabajados en el gimnasio de la facultad, volví luego al trabajo agachándome a arrancar de raíz otras malas hierbas.
—¡Qué feo que te ves! … ¡Das asco con todos esos músculos tuyos! …
Murmuró mamá mirándome de pies a cabeza. Necesitaba llamar su atención sobre mi cuerpo y me reí porque al parecer mamá me estaba mirando entusiásticamente. Me aseguré de mover mis pectorales y flexionar un poco mis brazos. Daba gusto que me notara y sabía que ella me miraba.
—¿Qué? … ¿Acaso no te gusta que tu hijo se mantenga en buen estado atlético? …
Pregunté sarcásticamente.
—¡Así solo eres asqueroso! … ¡Y no te gires para mostrarme tu apestoso culo! …
Me dijo refunfuñando, entonces me puse de perfil, me arremangué un poco mis pantalones cortos y moví la musculatura de mis muslos, lo que hizo que también se movieran mis glúteos.
—¡Uhm! … ¡Sé que te gusta! …
—¡Eres un descarado y haces trampa! …
Murmuró mamá mientras se levantaba histriónicamente, luego arqueó su espalda y hecho su pecho hacia adelante moviendo su torso, lo que hizo que sus senos se mecieran ostentosamente de lado a lado, luego dijo.
—¡Uhm! … Creo que tienes razón … Hace demasiado calor aquí …
Y procedió a desabotonar su camisa fingiendo que yo no estaba ahí, pero yo de reojo no dejaba de mirarla. Desabrochó un botón de su vieja camisa, luego otro y otro más. ¡Dios mío! ¿Cuántos botones que tiene esa maldita camisa? Se los desabrochó todos y solo ató los extremos colgantes justo a la altura de su ombligo, ahora casi el cincuenta por ciento de sus maravillosas y grandes tetas estaban en bella muestra. ¡Precioso! El profundo escote de mamá hizo dar un respingo a mi pene. Inmediatamente me vino duro y me recordé que no podía masturbarme por muchos días, esto iba a ser una tortura, pensé. Volví al trabajo, pero a hurtadillas mi mirada iba inexorablemente a las tetas de mamá que ahora estaba en cuatro patas desyerbando parte del jardín con sus tetas colgantes que temblaban y no cesaban de moverse.
—¡Oh, sí! … ¡Todo esto es un verdadero asco! …
Grité. Ella solo sonrió sagazmente, con sus pesados pechos meciéndose al ritmo de su cuerpo, podía ver nítidamente sus deliciosas carnes lechosas. No veía sus areolas ni pezones, pero estos se notaban claramente punzando la delgada tela de la camisa.
—¿Te refieres a estos? …
Dijo ella meciendo sus pechos, exhibiéndolos en forma jactanciosa.
—Eso debería ser declarado ilegal … ¿Quién es la que hace trampas ahora? …
Pregunté retóricamente, ella se rio y se abrió un poco más su escote esplendido. Mi polla dio varios saltitos contemplando los pechos llenos de mamá.


Terminamos el trabajo y había suciedad por todas partes, pero el jardín parecía renovado. Había tierra de hojas por todos lados, entonces mamá me dijo.
—Tu guarda las herramientas, yo iré por la manguera …
Guardé todo en el cobertizo. Cuando volví, mamá lavaba los baldosones de los senderos que llevaban a la piscina. Me acerqué a ella y le dije.
—Mami … Yo me voy a la ducha …
—¡Así, no! …
Me dijo ella encuadrándome de pies a cabeza. Mis zapatillas estaban llenas de tierra; me las quité y le pedí que me enjuagara los pies.
—Bueno … Pero retrocede un poco … El agua sale muy fuerte …
Me dijo ella maternalmente. Luego apuntó la boquilla de la pistola y me roció los pies, sacando la mayor parte de los terrones y tierra acumulados en las zapatillas; también me quitó la suciedad de mis rodillas y pantorrillas, para no dejar esa porquería en la alfombra. Entonces ella hizo algo inesperado. Levantó el chorro de agua y me mojó mi entrepierna, luego mi pecho y mi cara. ¡Ella me estaba mojando todo! ¡Y esa maldita agua estaba excesivamente helada!
—¡No! … ¡No! … ¿Porqué haces eso? …
Grité, pero me quedé parado allí, incluso me volteé para que lavara mi espalda. Totalmente mojado, me giré y le pregunté.
—¿Terminaste? …
Mamá reía casi a carcajadas, entonces me le fui encima.
—¡No, Gabriel! … ¡No! … ¿Qué estás haciendo? … ¡Suéltame, por Dios! … ¡No! … ¡Gabriel, no! … ¡A la piscina, no! …
La tomé en mis fuertes brazos con manguera y todo, corrí ese par de metros que nos distanciaban de la piscina y me lancé al agua con ella y la manguera. Emergí a su lado, ella trataba de nadar hacia las escaleras, había soltado la manguera e intentaba de escapar de mí. Traté de alcanzarla, pero mis pantalones mojados eran un gran peso y obstáculo para nadar un poco más rápido, así que como pude me los saqué y los pateé. Nadé con fuerza y la alcancé, le di un tirón en la pierna y la pasé. Llegué a la escalera y comencé a salir del agua. Escuchaba claramente los rezongos de mamá.
—¡Maldito tramposo! … ¡Te iba ganando! …
Me incliné para ayudarla a salir y que no resbalara. Cuando ella finalmente salió, mi polla se revolucionó. En otras circunstancias no hubiera sido un problema, pero ahora estaba vestido solo con mi estrecha ropa interior y mi polla que se había puesto gruesa y dura. Era imposible controlar mi polla. Mamá salió con su camisa adherida a sus enormes tetas, con los pezones durísimos que amenazaban con rasgar la delgaducha tela y eran visibles como nunca, sobresalían más de un centímetros y no dejaban nada a la imaginación. Noté incluso que ella tenía un vistoso lunar sobre su mamela izquierda. Ella seguía exhibiéndose mientras echaba la cabeza hacia atrás y levantaba sus brazos para recogerse el cabello mojado, eso solo acentuaba el tamaño de sus senos maravillosos. Continuaba a reclamar y me amenazó.
—¡Eres un tramposo! … ¡Espera que se lo diga a tu padr…! …
Se detuvo en su diatriba y miró la furiosa erección en mi entrepierna.
—¿Decirle a papá? … ¿Qué le vas a decir? … ¿Decirle esto? …
Le dije apuntando a mi pene engrosado al máximo.
—¿O esto? …
Añadí apuntando a sus pezones duros y húmedos que casi perforaban la camisa. Se percató que la camisa se había hecho casi trasparente, entonces cruzó sus brazos tratando de cubrirse, me resultó gracioso porque sus pechos eran demasiado grandes para poder ocultarlos. Ofuscada, se giró y comenzó a caminar rumiando su enojo.
—¡Tú! … ¡Cretino! … ¡Igual a tu padre! …
Cuando pasó a mi lado. Le di una palmadita en su trasero.
—¡Hey! … ¡Nada de eso por ahora! … Y nada de masturbarte, ¿recuerdas? …
—¿Sí? … Y nada de mentiras, ¿recuerdas? …
Obscenamente levantó su dedo medio de su mano derecha y siguió alejándose de mí. Me pareció bastante divertido y me sonreí.


Me fui a la ducha. Me bañé con agua fría; tenía que bajar en algún modo mi cosa. No podía masturbarme, esa era la apuesta y no estaba dispuesto a perderla. Ya me había masturbado pensando a mamá, pero eso era raro y lo había hecho muy pocas veces. Ella no estaba en mis pensamientos cachondos. Hasta ahora, creo.
—¡Cariño! … Te dejé un sándwich en la cocina … Ahora voy a ducharme …
Era la voz de mi madre que me avisaba que se iba a lavar. Me sequé mi entrepierna, pero mi pene seguía erguido y duro. ¡Carajo! ¡No sabía que podía ser tan difícil no tocarme!


Mientras luchaba contra mis deseos libidinosos, escuché como mi madre habría el grifo de su ducha. Ahora ella estaba desnuda en la habitación al lado de la mía. Bueno, debo averiguar si ella lo hace o no lo hace, tenemos una apuesta, la debo controlar. Caminé parsimoniosamente por el pasillo hasta su habitación. Me detuve frente a su puerta y puse la mano en el pomo. Enseguida tuve un arrepentimiento, no podía hacerle esto a ella, debía confiar y no espiarla. Sin embargo, pensé que si no lo hacía era un cobarde. Sigilosamente comencé a girar el pomo. ¡Cerrado! Mamá había echado llave a su puerta. ¡Maldita zorra!, pensé. Ella lo sabía, sabía que lo intentaría, y ahora ella está dentro de su baño toda desnuda enjabonando su hermoso cuerpo. ¡Que linda que es mamá! ¡Pero es una zorra sucia! ¿Y ahora qué? ¡Mi pene está duro como palo! ¿Debo irme a pajear? ¡Mamá es muy astuta? ¡Pero no lo haré! ¿No? ¡No, no lo haré!


Bueno, volví a mi dormitorio a jugar un video juego en mi Play. Por supuesto que primero fui en busca de mi sándwich, no se puede jugar Play con el estómago vacío. Además, cuando juego en mi consola, mi pene se relaja y no se pone duro. Luego de un rato, mamá vino a mi puerta vestida como para salir, me encontró con los audífonos jugando mi juego favorito.
—Gabriel … Voy al Mall a comprar algunas cosuchas … Pensé que nos haría bien salir esta tarde juntos a cenar … Tenemos una reserva en la “Parrillada Argentina” para las siete de la tarde … ponte algo apropiado pasa salir … ¡Chau!, nos vemos luego …
Con eso salió disparada escaleras abajo. No volví a sentirla.


Volvió un par de horas más tarde y abrió mi puerta.
—¡Hola, hijo! … Tenemos que salir a las seis y media, así que sería mejor que te prepararas …
Y desapareció tan rápido que no alcance a decirle nada, se fue de carreritas a su habitación. A las seis y cuarto dejé de jugar y me vestí con un completo de pantalón y chaqueta Glen de alpaca que me había regalado mi padre y una remera de seda de Dolce & Gabbana blanca que me había regalado mi madre. Bajé al salón poco antes de las seis y media. A las seis y media desde mi celular, llamé un Uber para que nos llevara al restaurante. Mamá no estaba por ningún lado, me acerqué a la escalera y grité.
—¡Mamá, estoy listo! …
Pero no hubo ninguna respuesta, solo algunos ruidos. Llegó el móvil de Uber y le pedí gentilmente de esperarnos un poco. Veinte para las siete, otra vez me acerqué a la escalera y volví a gritar.
—¡Mamá, el auto nos está esperando … Vamos a llegar tarde! …
Un cuarto para las siete escuché los tacones de mamá bajando las escaleras. Me impresionó vestida con un mono vestido negro de noche de gasa largo tipo pantalón con cuello en V, con volantes traslucidos en cascada sobre la espalda desnuda hasta donde comienza su derriere. Era una mujer escultural la que descendía elegantemente los escalones de la escalera.
—¡Guau, mami! … ¡Estás realmente hermosa! …
Su vestido era bastante ajustado y se ceñía perfectamente a su voluptuoso cuerpo. La parte delantera se movía ostentosamente y supe que no llevaba sostén, pero el vestido ajustado mantenía bien sujetos sus grandes senos. Lo más agradable fue contemplar su espalda desnuda descubierta hasta más abajo de su cintura, muy revelador, pensé. Cuando llegó abajo dio un breve giro mientras me miraba con su sonrisa deslumbrante.
—¿Y? …
Fue todo lo que salió de su hermosa boca de labios color rojo Ferrari.
—¡Fabulosa, mami! … ¡Te ves fabulosa! … Pareces una modelo de alta moda y no mi madre …
Me dedicó una recatada sonrisa, se llevó seductoramente un dedo a la boca, se giró un poco y levantó su pie.
—¿Te gustan mis zapatos? …
Eran de charol negro con tacones agujas altos, muy altos y correas que envolvían sus delicados tobillos desnudos, por tanto, no llevaba medias.
—Mami … Creo que deberé llevar la pistola de papá para evitar que algún cretino te salte encima … Pareces una diva …
Ella volvió a regalarme su sonrisa esplendida.
—¡Vamos, mami! … El auto nos está esperando …
Salimos, me acerqué al carro para ayudarla a subir y luego subí yo a su lado. El auto arrancó y hubo un notorio movimiento en la parte delantera del vestido de mamá. Afortunadamente no había un tráfico intenso y llegamos a local solo un par de minutos tarde. Un maître nos acompañó a nuestra mesa, noté las furtivas miradas que el tipo daba al escote de mamá. Nos acomodamos en la mesa y un camarero se acercó a tomar nuestra orden. Pronto la mesa se adornó con pan, ensaladas y algunas salsas para la carne. También ordenamos un fino Cabernet Sauvignon del valle del Maule.


La cena estuvo estupenda, nos bebimos dos botellas de vino y disfrutamos de nuestra compañía. Con el pasar de las horas nos fuimos acercando y nos rozamos, pero no en modo forzado sino de manera fácil y casi natural. El vino fue un poco cómplice de ello. Conversamos un poco de todo, de mis aventuras románticas en la universidad, algunas de carácter sexual explicito. Tristemente la cena terminó, pagamos la cuenta y ordenamos otro Uber para ir a un sitio que conocía mamá, en donde se podía bailar en un ambiente tranquilo y no uno repleto de jóvenes mal educados y alborotadores.


Había una banda que tocaba música pop de los años 80. La favorita de mamá, lo sé porque desde pequeñito era la música que se escuchaba en casa. Incluso me sabía varias canciones de diferentes grupos. Nos situamos en una mesa donde no solo pudiéramos escuchar la música, sino también poder charlar y tener algo de intimidad. Ordenamos una botella de espumante de Moscato Valdivieso y nos servimos unos tragos. Habíamos apenas iniciado a hablar cuando mamá se levantó al escuchar un conocido tema de los Bee Gees.
—Gabriel … ¿Me acompañas a bailar? … Son años que no bailo …
¿Quién podría negarse a una petición de tan hermosa mujer? Yo no. La pista estaba bastante llena, lo cual nos daba una cierta seguridad de estar de incognitos, nadie podría sospechar que éramos madre e hijo disfrutando del baile. Poco a poco el ritmo fue cambiando, hasta que tocaron “Love of my life” de The Queen, entonces nos acercamos un poco más, sentí ganas de estrecharla en mis brazos, pero me contuve. Ella me susurró al oído.
—¡Muchas gracias, cariño, me encanta! …
—A mí también, mamá …
—No me llames “mamá” … Llámame Gloria, ese es mi nombre …
—Bueno, ma’ … ¡Ehm! … Gloria …
—Entonces, Gabriel … ¿Tienes algo que decirme? … ¿Alguna confesión? …
La miré con curiosidad y puse una cara de circunstancias, ella movió su cabeza y miró al cielo.
—Tontito … Quiero saber si te has tocado … ¿Lo has hecho? …
—¡Oh, carajo! … Eso … Ja-ja-ja-ja-ja … Bueno … Estuve duro casi todo el día, pero logré controlarme …
—¡Hmmm! … Que pena … Esperaba de ganar …
—¡Guau, mami! … ¿Te gustaría verme hacer eso? …
Me quedó mirando, luego me tomó la mano y dijo.
—Ven … Vamos a bailar …
Ya se había hecho bastante tarde y la banda tocaba música romántica y había varias parejas de enamorados bailando estrechamente el uno al otro. Mamá me echó los brazos al cuello, se apegó a mí haciéndome sentir sus esponjosos y firmes pechos. Muy pronto tenía una furiosa erección inflando mis pantalones. Quise alejarme, pero ella me atrajo más apretado a su cuerpo diciéndome.
—¿Qué haces? … ¡Quiero bailar! … ¡Abrázame! …
Sonreí nervioso y me apreté a ella. Puse mi mano derecha en su espalda. Su espalda desnuda. Mi mano izquierda tomó su mano derecha y la dejé colgando a nuestro costado y nos balanceamos al ritmo de la música.
—¡Eres tan hermosa, mamá! …
—Gracias, Gabriel … Estréchame un poco más …
—¡Oh, sí! …
La acerqué más a mi cuerpo, su aroma delicioso era embriagador y casi me abrumaba. Ya no me importaba si ella sentía o no sentía mi pene duro como palo. Sentí sus duros pezones en mi remera y su pecho se apretó más contra mí. Apoyó su cabeza en mi hombro y puse mi muslo entre sus piernas. Bajé mi mano derecha a la parte cubierta por el vestido, las yemas de mis dedos tantearon su piel, no sentí sus bragas, solo un hilo delgado, mamá llevaba una tanga muy pequeña.


Mi enorme erección pareció enloquecer y pulsaba sin control, pero fue inútil, mi polla chocaba con su muslo. Mamá suspiró y me beso el lóbulo de mi oreja. Envalentonado, deslicé mi mano más abajo y acaricié su redondo glúteo. Era la suave y cálida nalga de mamá que las yemas de mis dedos disfrutaban por primera vez; ella se apretó con más fuerza contra mí, incluso empujó su pelvis contra mí polla.


Eché la cabeza hacia atrás para mirarla a los ojos, ella giró su rostro y también me miró. Estábamos muy cerca el uno del otro.
—Tienes algo muy lindo aquí atrás …
Le susurré casi rozando su nariz. Luego me incliné y le besé el cuello, justo debajo de su oreja izquierda. Dejé mis labios besuquear allí un rato. Mamá respiró profundamente, apretando sus pechos contra mí. Me moví un poco hacia arriba y mordisqueé delicadamente su lóbulo, ella volvió a gemir apretada en mis brazos.


Ya no estaba seguro de si bailábamos o solo nos mecíamos el uno en brazos del otro. Entonces me atreví y le susurré al oído.
—Gloria … Quiero verte masturbándote para mí, ¿te gustaría? …
No hubo ningún movimiento, luego se estrechó a mí y sentí como asentía con su cabeza. Eso era un Sí.
—Ya te vi una vez, pero solo fugazmente … Quiero verte cuando te corres …
Le dije soltándole la mano derecha para rodear su cintura con ambos brazos, ella me echó los brazos al cuello y empujó su pelvis contra mi polla.
—Gabriel … Cariño …
—Sí, Gloria …
—¿Deveras me quieres? … Digo … ¡Ehm! … ¿No solo cómo mamá? …
—Sí, mamá … Te quiero y te deseo … Y no solo como hijo …
Le dije apretando su cintura y moviendo mi muslo entre sus piernas. ¡Dios santo! ¿Qué estoy haciendo? ¿Y papá? ¿Se merece esto? ¡Qué carajo! Justo en ese momento la banda cambio de ritmo y comenzó a tocar canción rápida. Le dije.
—Ven … Vamos a sentarnos … Pero no te alejes demasiado de mí …
Salimos de la pista, mamá me tomó de la mano y yo la seguí de cerca tratando de disimular mi furiosa erección. Pedimos otro par de tragos y mamá se acurrucó contra mí en la apartada mesita.
—Estas muy duro, ¿verdad? …
Me dijo ella dando una palmadita sobre mi endurecido pene, luego mantuvo la mano allí dándome suaves caricias. Intenté no pensar en ello, pero me fue imposible.
—Bueno … No es solo mi culpa … ¡Mírate! … ¡Estás preciosa! … ¡Todo el mundo te mira! … ¡Incluso las mujeres! …
—No bromees …
Dijo mamá arrimando su pecho contra mi brazo. Pasé mi mano por su espalda y la metí bajo el ceñido vestido para sentir la piel desnuda de su seno, lo apreté sopesándolo, ¡Hmmmm! Esponjoso, pero firme, ¡Jodidamente caliente! Su pezón se puso duro al roce de la palma de mi mano. Lo hice deslizar entre mis dedos y lo pellizqué, haciéndolo rodar entre mis dedos. Mamá estaba gimiendo con sus ojos cerrados, justo cuando saqué al aire una de sus tetas, llegó la camarera con las copas de licor.
—¿Les traigo algo más? …
Preguntó, entonces notó la cara de ensueño de mamá y mi mano acariciando su gran teta desnuda.
—¡Ehm! … ¡Uhm! … Bueno, les dejo aquí …
Dijo la chica y se alejó. Besé el cuello de mamá, arrimándome a mordisquear su lóbulo, mamá suspiró, tomó su bebida y la bebió toda de un solo trago. Luego me miró y se levantó.
—Tengo que ir al baño …
Salió muy de prisa y con pasos vacilantes. Pasaron varios minutos, más de diez y ella no volvía. Bueno, a veces hay fila, pensé. Me levanté a buscarla, la vi junto a la barra. Estaba hablando alegremente con dos tipos jóvenes, y se estaba bebiendo un mojito, se reía como si nada, le pusieron otro mojito y también lo bebió. ¡Carajo! Volví a nuestra mesa algo ofuscado. Al rato ella volvió y se dejó caer un poco bruscamente a mi lado.
—Te estás divirtiendo, ¿eh? … —Dije un poco molesto.
—Solo necesitaba otra copa … ¡Uhm! … No es para nada fácil, ¿sabes? … Bueno … ¡Ehm! … Tengo que confesarte algo …
Metió la mano en su pequeño bolso y sacó un rugoso pedazo de tela negra.
—Estas son mi bragas … ¡Ehm! … No bragas … Esta es mi tanga … Como puedes ver están demasiado mojadas para usarlas, ¿ves? …
Me las acercó a la nariz. Estaban realmente húmedas y despedían un fuerte aroma. Era la esencia del coño de mamá y mi pene se estremeció bajo mis pantalones. Ella prosiguió.
—¡Ganaste! … ¡Tuve que ir al baño y correrme! … ¡Estoy toda mojada! …
—¿Qué? … ¿Lo hiciste aquí? … ¿Te acabas de correr en el baño? …
Pregunté realmente sorprendido, ella asintió con una pícara sonrisa en su hermoso rostro.
—Bueno, la culpa es tuya … No puedes agarrarme mis tetas en público y esperar que no suceda nada … Siempre que me toques donde la gente puede verme, me voy a correr … No lo puedo evitar … Soy hecha de ese modo …
Nos abrazamos y nos reímos. Pagamos la cuenta y mamá me dijo que me apurara. Pensé que tenía prisa de volver a casa, pero su prisa era por otro motivo. Antes de dejar el restaurant, mamá se soltó de mi mano y corrió para ir a vomitar al baño.


Abordamos el Uber que habíamos solicitado y nos fuimos de regreso a casa, por suerte no volvió a vomitar, pero iba en calidad de bulto. Una vez en casa la llevé a su habitación y la senté en su cama, ella cayó con su cuerpo inerte hacia atrás. Incluso así desmayada y ebria era toda una belleza. Le quité primero los tacones, acaricié sus cuidados pies suavemente. Procedí a sacarle el vestido, no fue nada fácil dado que estaba completamente borracha. Preocupado por como se sentiría por la mañana, la llevé al baño y la obligué a enjuagarse la boca, la senté en el inodoro y después de un par de minutos, descargó abundantemente su vejiga. Todo el tiempo no cesaba de repetir.
—Lo siento … Lo siento … Lo siento …


Colaboró bastante cuanto le puse su neglige color turquesa totalmente trasparente, luego se desmayó sobre su cama. La acomodé de costado y traje una toalla que la puse cerca de su cara por si volvía a enfermar. Luego me fui a mi dormitorio.


Por supuesto que se me pasó por la cabeza tocarla, chuparla y meterle mi dura verga, pero ella es mi madre, soy un adicto al sexo, no un violador. Hay una gran diferencia en ello.



La mañana siguiente, me levanté y me fui a la cocina a preparar un poco de café. Estaba revisando mi celular cuando escuché los movimientos al piso superior. Luego pasos descendiendo las escaleras. Mamá asomó su cabeza en la cocina.
—¿Gabriel? …
—Buenos días, mami … ¿Cómo amaneciste? …
—¡Oh! … Todavía no lo sé … Mi cabeza pesa media tonelada … ¡Qué bueno que tienes café! … ¡Voy a necesitar un par de litros? …
Dijo con una forzada sonrisa en sus labios y llevándose la mano derecha a la cabeza, luego añadió.
—Hay cosas que no recuerdo … De lo único que estoy segura es que arruiné totalmente nuestra noche, ¿verdad? …
—Bueno … He sobrevivido a cosas peores …
—¡Oh! … Bueno … Recuerdo que bailamos … Volvimos a nuestros asientos … Me fui al baño de las chicas y … ¡Oh! … ¡Mierda! … ¡Tuve un orgasmo furioso en el baño! … ¡Santo Dios! … ¡Lo hice allí! …
Le sonreí afectuosamente para no meterla en embarazo. Ella continuó.
—¡Oh, sí! … ¡Sí! … ¡Demonios! … ¡Que puta que soy! … Gabriel, gracias por traerme a casa …
—Bueno … Sí … Por suerte no vomitaste el auto que nos trajo a casa …
Le conté algunos detalles más sobre nuestra tarde juntos. Ella se recordaba de algunas y había olvidado otras.
—Gabriel … Lo siento mucho … No sé que me pasó … No sé en que estaba pensando … ¡Momento! … Sí lo sé … ¡Mierda! … Quería tanto … ¡Santo Dios! … ¿Cómo decirlo? … Estaba lista para … ¡Ehm! … Follar contigo … ¿Te das cuenta? … Pensé que si bebía unas copas de más podría hacerlo, pero no funcionó, ¿verdad? …
Tomé su mano en la mía y pregunté.
—¿Mamá o Gloria? …
—Mamá y tú eres mi hijo …
—Bueno, mamá … No todas las cosas resultan como uno quisiera … A mí también me hubiera gustado … Sabemos que no es lo correcto y si no sucedió quizás sea por alguna razón … Tal vez sea lo mejor, ¿no? …
—Sí … Tal vez haya sido lo mejor … Lo siento si te di falsas esperanzas … Pero me sentía muy sensible y feliz de estar a solas contigo … Creo que estoy al límite y ya no aguanto más …
Mamá se levantó limpiando su cara de algo inexistente y subió las escaleras con su taza de café. Al rato escuché el grifo de la bañera.


Algo desanimado me fui a mi dormitorio a jugar un poco de Play, necesitaba pensar poco y relajarme con alguna distracción. Pasó cerca de media hora y mamá apareció en mi puerta. Se sentó sobre el borde de la cama e iniciamos una charla, pero nunca mencionamos que le había agarrado el culo, no dijimos nada de como le tiré fuera sus tetas frente a la camarera. No hizo ningún alcance de como habíamos bailado estrechamente, restregando nuestros cuerpos apasionadamente, haciéndole sentir mi polla dura en su vientre. Mucho menos mencionó que había ido al baño a masturbarse y cuando regresó me agarró la polla debajo de la mesa. Al cabo de un rato se levantó diciendo.
—Voy a preparar algo de almuerzo … ¿Qué te parece si para la tarde nos quedamos en casa y ordenamos una pizza? … Mañana haremos algo especial para el día de la madre, ¿vale? …
Asentí mirándola fijamente, ella rehuyó mi mirada y luego se fue hacia la cocina. Me quedé pensativo. Estaba listo para tirarme a mi madre la noche recién pasada y ahora, es cómo si todo hubiese sido solo un hermoso sueño. Habíamos vuelto a la normalidad. ¡Carajo! No me gustaba esta normalidad. ¿Mamá ya no estaba interesada en cumplir con la apuesta? ¿Habrá sido solo un impulso del momento? ¿Solo una casualidad? Ayer estábamos de acuerdo en todo. Bailamos pegados el uno al otro y fue fantástico. Quería volver a sentir todo eso, y no solo eso; quería más. Lo quería todo. La quería a ella toda enterita.


Me agité. Mí respiración se volvió entrecortada, era como si mí sangre comenzara a hervir. Nunca había deseado tanto en mi vida a alguien. Salí rápidamente de mi habitación y entré al dormitorio de mamá, pero ella no estaba allí. Bajé a la cocina y tampoco estaba allí. ¿Dónde demonio está? Salí al jardín y la encontré junto a la piscina. Estaba sentada sobre la tumbona con una copa de vino en la mano. Supuse que ya se había recuperada. Pensé que era mi momento, ahora o nunca.
—¡Hola, querido! … Solo estoy relajándome un poco …
—Mamá … Tenemos que hablar ahora mismo …
—Claro, tesoro … Siéntate …
—Mamá … Levántate …
—¿Qué es lo que quieres? …
Preguntó mientras se ponía de pie, me agaché y la levanté en vilo en mis brazos.
—¡Hey, Gabriel? … ¿Qué estás haciendo? … Espera … No … ¡Hey, bájame! … ¡Jovencito, bájame inmediatamente! …
Estábamos a mitad de las escalera cuando dejó de luchar y darme suave golpes de puños en los brazos. Me miró significativamente y me preguntó.
—Entonces … ¿Vamos a hacer eso? …
—Sí, mamá … Eso es lo que vamos a hacer … Y lo vamos a hacer ahora …
—¿Estás seguro? … ¿Es eso lo que quieres? …
Entramos a su habitación y la recosté suavemente sobre su cama.
—Sí, mamá … Eso es lo que quiero y estoy seguro de ello … Si lo deseas te puedo llamar Gloria …
Negó con la cabeza, pero abrió sus brazos diciendo.
—Bueno, Gabriel … Ven a darle un abrazo y un beso a tu mamá …
Me subí a la cama, puse una mano en su mejilla, me incliné y la besé con toda la pasión que pude reunir. Sus suaves labios sellaron los míos, nos unimos en ese beso. Abrí la boca y empujé sus dientes, ella abrió su boca y recibí como una descarga eléctrica cuando nuestras lenguas se tocaron. Me abrazó y me atrajo hacia ella, mi pecho aplastando sus hermosos senos. Muy pronto mi excitación se hizo físicamente evidente, con mi pene tocando su muslo. Estoy seguro de que ella también estaba toda empapada. No quería que nos fuéramos tan rápido, quería prolongar al máximo esta maravillosa sensación, ninguna otra mujer me había hecho sentir como me hacía sentir mamá.


Finalmente rompimos el beso con nuestras respiraciones muy agitadas, nos sonreímos y ella me susurró al oído.
—Tómame …
Me bajé de la cama, me puse de pie para poder desnudarme. Mamá se levantó apoyada en sus codos a contemplarme mientras me desvestía. Adoptó una posición con su espalda arqueada y puso en evidencia sus suculentos pechos mientras mordía su labio inferior. Me agaché para quitarme mis boxers, ella se llevó una mano a la boca y jadeando, exclamó.
—¡Por Dios! … ¿Cuánto mide eso? …
—No lo sé, mamá … Nunca lo he medido …
—¡Yo pensaba que solo era grueso! … ¡Pero eres más grande que tu padre! … ¡Madre mía! …
Me agaché para desabotonar su camisa. Era una blusa blanca de manga larga, más parecía una camisa de hombre. Desabotoné los once botones, mas dos y dos de las mangas, ¡Por Dios, cuantos botones! Se la quité y para mi sorpresa había una prenda más.
—¡Te pusiste sujetador! … ¿En serio? …
Mamá me sonrió y se encogió de hombros. No hay nada que pueda ocultar las bellezas de mamá. La senté y besé con fuerza su cuello, extendiendo mis manos detrás de su espalda para desabrochar su sostén. Desabroché un gancho, pero no cedió porqué había uno más. ¡Santo Dios! Había un maldito gancho más, se necesitan grandes copas para sostener los pechos de mamá y este era un sostén fuerte con tres ganchos. Por fin los deshice todos y pude deslizar sus sostén sobre sus hombros y hacia adelante. Sus pechos emergieron perfectos, plenos y firmes de las copas de su sujetador. Es verdad que el otro día pude verlos durante unos segundos, y después en el restaurant pude acariciarlos uno a la vez. Pero esto era totalmente diferente, ahora estaban aquí, solo para mí. Me quedé contemplándolos fascinado mientras se movían con la respiración de mamá. Mi polla se había vuelto loca y pulsaba en el aire de lado a lado, no podía estar más que esto.
—¡No te detengas ahora, bebé! …
Dijo mamá animosamente recostándose de espalda sobre la cama. Levantó sus caderas y su pelvis para mí. Le desabroché sus ajustados pantaloncitos blancos y se lo bajé, una diminuta tanga de intenso rojo quedó al descubierto. Seguí tirando de sus shorts hasta sacárselos por los tobillos, admiré su despampanante belleza, ella estaba casi desnuda, solo un pequeño triangulo rojo cubría su singular y maravilloso sexo.
—¡Qué linda que eres, mamá! …
Deslicé lentamente su tanga por sus caderas, sus muslos, pantorrillas y finalmente la saqué por sus tobillos. Con solemnidad, como si se tratara de una obra de arte preciosa, genuina y única. Era el cuerpo desnudo de mi madre. Sus senos se habían extendido hacia los lados; su coño límpido y sin trazas de vellos, parecía albergar un tesoro escondido entre sedosos pliegues de rosas. Me incliné y separé sus piernas, el aroma de mujer llenó mis fosas nasales. La fragancia deliciosa de mamá hizo dar un respingo a mi polla endurecida.


Tantas veces había pasado por mi mente imágenes similares a esto. Mamá desnuda. Ella me chupa. Le cómo su coño hasta hacer que se corra. O jugando con sus voluminosas tetas, mordisqueándoselas, besándoselas, pellizcándoselas, lamiéndoselas. ¡Oh! Tantos sueños de joven adolescente. Pero ahora la tenía allí, solo para mí y en su mirada había solo una súplica, “Préndeme ahora”.


Me deslicé entre sus piernas, apoyándome sobre mis codos, pero encima de su cuerpo. Pasé mi mano detrás de su cabeza entre sus delicados cabellos y la sujeté en esa posición. Con mi mano derecha alcancé mi polla. Mamá levantó sus piernas y su coño se abrió invitante. La gruesa cabezota de mi pene encontró un punto increíblemente caliente y húmedo. Unté la gotas de pre-semen en los gruesos labios mojados de mamá. Suave y delicadamente empujé dentro y mi polla se sumergió en esa caldera de jugos en ebullición. El coño de mamá era suave como un guante de terciopelo. Subí mi mano a su mentón y contemplé su rostro de ojos claros y lucientes, sus labios estaban ligeramente entreabiertos, escuché su agitada respiración, ella estaba arqueando su espalda, empujando sus tetas contra mí. La miré fijamente mientras deslizaba mi polla en ella, poco a poco, más y más profundo, su coño me apretó varias veces, entonces lo saqué y lo volví a enterrar con delicadez. Comencé a follarla con sublimidad, casi con un respeto religioso. Ida y regreso, dentro y fuera, repetí todo una y otra vez, ella apretaba sus piernas en torno a mí con naturalidad y gemía, luego la penetré con firmeza hasta que mi pelvis choco con la suya, escuché un chillido y sentí sus uñas enterrarse en mi espalda, sus suave voz llego susurrante a mis oídos.
—¡Ohhh, Gabriel! … ¡Hmmm, Gabriel! …
Mordió su labio inferior cuando le hice sentir toda mi polla profundamente en su coño. La taladré con violencia, aferré su pierna izquierda y la subí casi a tocar la almohada. Mamá estaba toda abierta recibiendo mi entera polla en su coño mojado y gritaba, y chillaba, y me apretaba, y mordía mi hombro. Me separé un poco de ella, arrodillado con la piernas abiertas bajo sus glúteos, su pierna izquierda la levanté hasta mi hombro derecho y ella subió su pierna derecha, dejando su entero coño abierto para mí, entonces martillé con fuerza mi polla entera dentro de su coño estrecho. Sus enormes tetas saltaban en un enloquecido vaivén sobre su pecho. Mamá gemía y se aferró con sus manos de mis brazos, como empujando su coño contra mi polla.
—¡Ohhh! … ¡Ohhh! … ¡Ohhh! … ¡Ahhh! … ¡Hmmm! … ¡Ahhh! … ¡Hmmm! … ¡Aaaahhhh! …
Gemía mamá sintiendo toda mi envergadura horadando sus estrechos pliegues empapados. Su mano izquierda comenzó a apretar y aplastar sus tetas, su cabeza se movía de lado a lado, luego solo un instante, sus ojos se encontraron con los míos y ella levantó su mano para acariciar mi mejilla.
—¡Ummmmm, Gabriel! … ¡Ummmmm, bebito mío! …
Mi entera polla yacía profundamente dentro el aterciopelado, apretado y ardiente coño de mi madre.
—¡Ummmm, ssiii! … ¡Ssiii, asiii! … ¡Ummmm, ssiii! …
Me incliné a chupar su pezón izquierdo, ella pasó su mano por mi nuca y me apretó contra su teta. Luego subí a besuquear su boca entreabierta que no cesaba de gemir. Ella levantó ambas manos y tomó mi rostro en ellas para besarme apasionadamente. Me levanté y aferré sus piernas abiertas y comencé a follarla con más fuerza. Mamá cerró sus ojos y chilló
—¡Uuuhhhh! … ¡Ay! … ¡Ay! … ¡Ummmmm! … ¡Uhhhhh! …
Nuevamente me incliné a besarla follándola con rápidas embestidas, me levanté y mamá me empujó hacia atrás, mi polla salió toda mojada de su estrecho coño. Ella se abalanzó ávidamente a chupar mi pene embadurnado con sus jugos y los míos. Me chupaba sedienta mientras acariciaba sus enormes tetas. Luego tomó mi verga con sus dos manos y me dio unos formidables chupetones que se me erizaron todos los vellos de mi cuerpo. Siguió chupándome con sus manos en mis muslos y haciendo que mi polla se deslizara profundamente en su garganta. Chupaba mi polla con fervor y delicia, pero yo no quería correrme todavía, así que la tomé y la hice girar hacia la cabecera de la cama. Me fui detrás de ella y abrí sus lindos y bien formados glúteos. Miré la estrecha y cerrada estrellita de su ano y la lamí. Mamá primero dio un respingo y luego empujo su culo contra mi boca. Abrí sus glúteos y metí mi lengua en ese engurruñado agujerito, mamá separó sus rodillas para darme un mejor acceso a su trasero apretado y yo le chupé su culito en cuerpo y alma.


Luego de un rato me recosté sobre la cama y mamá sin decir una palabra se sentó sobre mi polla, empalándose a sí misma en su apretado coño. Dándome la espalda, era una delicia ver el chocho de mamá como se abría y se cerraba envolviendo mi entera polla entre sus pliegues. Ella estaba ladeada ligeramente hacia la derecha afirmada con su mano sobre el edredón. Tomé su estrecha cintura y la acompañé a saltar sobre mi polla, sus grandes tetas daban grandes saltos, así que estiré mi mano izquierda para atrapar el pezón saltarín. Mamá se hizo hacia adelante y se levanto de mi polla, se inclinó con su cabeza hacia abajo y se puso a chupar mi pene en adoración jadeando y gimiendo. Después volvió a ensartar mi pene en su coño mojado y resbaladizo, echándose toda para atrás, quedando con su cabeza al costado de mi cara. Volteó su rostro hacia mí y pude besar sus labios abiertos que gemían y daban vagidos y llorisqueos de bebita. Su hermosa teta derecha quedó justo a la altura de mi boca, con mi mano izquierda aferré su teta izquierda y me eché el oscuro pezón de su otra teta a mi boca para mordisquearlo tiernamente, mamá gritó desesperada mientras la follaba con más fuerza.
—¡Ahhh! … ¡Ahhh! … ¡Uhhh! … ¡Uhhh! … ¡Oh, Gabriel! … ¡Fóllame así rico, bebé! … ¡Uhhh! … ¡Ssiii! … ¡Ahhh! … ¡Ahhh! …
Mamá se agitaba desesperada, se bajó de mi polla y se arrodilló a mi lado, comenzando a chuparme la polla en modo demencial. Afirmé su cabeza porque no quería correrme todavía, entonces ella se levantó de la cama y se fue hacia el balcón desde donde se podían ver las luces de la ciudad en calma, se afirmó a la baranda y separó sus piernas, mi mano se metió en el apretado surco de sus nalgas y le acaricié el culo. Dos de mis dedos se enfilaron en su apretado coño y la follé de esa manera por un rato, ella movía excitada su trasero al tiempo que levantaba una pierna apretando sus muslos y luego la otra para repetir el movimiento. Luego miraba las luces de la ciudad, parecía como si miles de ojos estuvieran viéndonos follar en el balcón. Entonces vi que su cuerpo se comenzó a agitar, sus caderas a corcovear, su espalda a arquearse y a temblar, solo entonces apunté mi polla a su panocha estrechita y la clavé hasta el fondo. Mamá tembló toda, sus glúteos tiritaban y ella emitía chillidos y gemidos, tuve que aferrar sus caderas para que no cayera al suelo. Mamá se estaba corriendo al aire externo que refrescaba sus grandes tetas.
—¡Hmmmmmm! … ¡Ummmmmm! … ¡Ahhh! … ¡Ahhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ahhh! … ¡Ay! … ¡Umpf! … ¡Ummmmm! … ¡Ahhhhh! … ¡Umpf! … ¡Santo Dios! … ¡Umpf! … ¡Fóllame! … ¡Dios, ssiii! … ¡Fóllame! … ¡Umpf! … ¡Umpf! …


La abracé estrechamente esperando que su cuerpo dejara de estremecerse. Besé su cuello y luego volvimos abrazados a su cama. La ayudé a recostarse y me quedé detrás de ella a cucharitas.
—Eres … Eres tan hermosa, mami … —Logré decir entre jadeos.
—Gracias … Gracias, Gabriel … Por follarme … Por follarme así tan rico … Gracias por follar a mami, querido …


Había una sensación que me envolvía y crecía en mi interior, como si siempre hubiese estado follando con mamá. Todo me parecía tan natural y familiar. Volví a inclinarme sobre ella, puse mis manos bajos sus nalgas y las abrí. Metí mi lengua en su estrecho ano e inicié a tratar de penetrar su estrecho agujerito. Froté las yemas de mis dedos alrededor de esa estrellita estriada, luego empujé dos de mis dedos profundamente en su culo.
—¡Jesús santísimo! … ¡Ooohhh! … ¡Folla mi culo, bebé! … ¡Dámelo todo en mi trasero! … ¡Quiero que te corras en mi culo! …
Me acerqué a su oído y gruñí desesperado.
—Me encanta follarte, mami … Me gustan todos tus agujeros … Si lo quieres así, ahora lo tendrás en tu culo, querida mamá …
Puse una almohada bajo sus nalgas y ella abrió sus piernas en “V”, luego se hizo hacia adelante y tomó mi pene con sus dos manos, comenzó a masajearlo mientras escupía un par de veces en él esparciendo su saliva a modo de lubricante, después volvió a acomodarse con su trasero sobre la almohada. Delicadamente tomé sus caderas y acerqué el agujero apretado de su culo a la punta de mi polla. Tomé mi polla con mi mano derecha y con mi mano izquierda acaricié suavemente su clítoris. Necesitaba suavizar el todo para no causarle dolor. Mamá observaba todo con su boca entreabierta y casi aguantando su respiración. Apunté mi glande al centro de su orificio y empujé, mamá gimió preocupada.
—¡Ay! … ¡Aaahh-ah-ah-ah! … ¡Ay! …
Mi pene resbaló fuera, entonces mamá aferró sus nalgas con ambas manos y abrió el agujerito; mi polla entró un par de centímetros. Seguí empujando y mamá con una mezcla de dolor, dejó caer su cabeza hacia atrás
—¡Ay! … ¡Uuuhhh! … ¡Ay! … ¡Hmmm! … ¡Ahhhh! … Aaaaahhh! … ¡Oh, Dios! … ¡Despacio! … ¡Ay! … ¡Ummmm! … ¡Ay! …
La enorme cabezota de mi polla volvió a resbalar fuera, pero ya había forzado el anillo del esfínter y su agujero se presentaba redondo y abierto. Volví a tomar mi pene firmemente en mi mano y empujé fuerte en su enrojecido agujero y mi polla entró con cierta facilidad casi a mitad, mamá emitió un sonoro chillido.
—¡Ayyyaaayyy! …
Pero mi polla ya había entrado, lo dejé que se acostumbrara a mi grosor, no lo saqué ni lo moví, mamá comenzó a empujar su trasero contra mi polla y poco a poco, mi polla fue desapareciendo en su redondo agujero.
—¡Oh, joder! … ¡Ooohhh! … ¡Hmmmm! … ¡Oh, Dios! … ¡Ay! …
Comencé a follar su apretado culo mientras con la mano derecha alcanzaba sus tetas para sobajearlas mientras la follaba. Mamá movía su culo, no sé si para hacerme entrar un poco más o para aliviar el dolor que le estaba provocando, de todos modos, no parecía querer que dejara de follar su culo apretado. Mi polla entraba y salía de su ano y ella comenzó a masturbar su pequeño coño que ahora parecía aún más pequeño viendo lo estirado que estaba el orificio de su trasero.
—¡Oh, ssiii! … ¡Ssiii! … ¡Se siente bien! … ¡Ummmmm! … ¡Hmmm! … ¡Umpf! …
Gemía mientras masturbaba su botoncito el vértice de su coño mojado. Gemía tan fuerte que le di un par de nalgadas a sus redondos glúteos.
—¡Slaap! … ¡Slaap! …
—¡Ay! … ¡Ummm! … ¡Ummm! … ¡Ja-ja-ja-ja-ja! … ¡Ahhh! … ¡Aaaaahhh! … ¡Oh, Dios! … ¡Qué rico! … ¡Umpf! … ¡Sigue! … ¡No te detengas! … ¡Umpf! … ¡Folla mi culo! … ¡Folla el culo de mami, bebé! … ¡Ssiii! … ¡Ssiii! …
Gemía mamá follando su estrecho coño con dos de sus dedos. Tomé sus hermosas tetas en mis manos y metí mi polla hasta el fondo de su trasero.
—¡Jesús, Jesús, Jesús! … ¡Ohhh, ssiii! … ¡Dios, ssiii! … ¡Más! … ¡Dame más! … ¡Uhhhh! … ¡Ummmm! … ¡Umpf! …
Mientras pellizcaba sus pezones duros como piedra, ella arqueó su espalda y estranguló mi polla con su esfínter mientras gritaba desesperada.
—¡Ayyyaaayyy! … ¡Ayyyaaayyy! … ¡Uuuuyyyy! …
Repentinamente mi polla salió disparada de su coño, pero al parecer ella no se corrió, porque vino y se arrojó ya con la boca abierta a chupar mi polla luciente con la lubricación de su apretado culo. Me chupó la polla por casi un minuto, apenas resistí para no correrme en su boca. Ella me quería en su trasero, así que la puse en cuatro y apunté mi polla toda mojada con su saliva a su abusado y enrojecido ano. Mi polla entró casi sin ninguna dificultad, porque ella colaboró ensanchando su orificio forzando sus nalgas abiertas con sus manos, de todas maneras, se quejó y chilló un poco.
—¡Jesús! … ¿Por qué la tienes tan grande, bebé! … ¡Ayyyaaayyy! … ¡Oh, Dios! … ¡Oh, Dios! … ¡Ummmmm! … ¡Ay! … ¡Umpf! … ¡Ummm! …
Mamá apoyó las manos en la cama y luego hundió su lujuriosa cara en una de las almohadas, gimiendo y gozando mi enorme polla que le perforaba el culo.
—¡Oh, Dios! … ¡Dios mío! … ¡Ohhhh! … ¡Más fuerte, querido! … ¡Oh, Dios! … ¡Jesús bendito! … ¡Qué rico, Gabriel! … ¡Hmmmmm! … ¡Qué rico! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhh! …
Las grandes y pesadas tetas de mamá se balanceaban sugestivamente atrás y adelante. De vez en cuando ella levantaba su cabeza y me miraba fascinada, sonriéndome mientras con lascivia mordía su labio inferior. Una vez más ella me empujó con su trasero e hizo que mi polla resbalara fuera de su estrecho esfínter. Se puso un poco de lado y me chupó la polla por un buen rato. Volví a recostarla de lado sobre la cama, me puse detrás de ella y metí mi polla en su culo estrecho.
—¡Ayyyaaayyy! … ¡Uuuyyyy! … ¡Uuuuggghhh! … ¡Ay! …
Chilló mamá cuando empujé violentamente mi polla dura como palo en su culo caliente.
—¡Oh, bebito! … ¡Oh, bebé! … ¡Fóllame fuerte, querido! … ¡Umpf! … ¡Oh, Dios! … ¡Qué rico! … ¡Oh, Dios! … ¡Umpf! … ¡Aaaahhh! …
Agarré su muslo derecho lo levanté y luego levanté toda su pierna hasta tocar su hombro y comencé a follar con verdadera delicia su culo apretadito.
—¡Santo Dios! … ¡Sssiii! … ¡Sigue y no te detengas! … ¡Folla el culo de mami, Gabriel! … ¡Más, quiero más! …
Mamá metió su mano sobre su coño y comenzó una vez más a masturbarse. Su teta izquierda apoyada sobre el edredón y su teta derecha se mecía con el ritmo de mis embestidas.
—¡Oh, bebé! … ¡Oh, bebé! … ¡Me voy a correr! … ¡Me voy a correr! … ¡Ayyayyyayyy! … ¡Umpf! … ¡Ja-ja-ja-ja-ja! … ¡Haaa! … ¡Ahhh! … ¡Ja-ja-ja! … ¡Me voy a correr! … ¡Oh, bebito! … ¡Ohhh! … ¡Oooohhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Gabriel! … ¡Oh, Gabriel! … ¡Mmmfff! … ¡Mmmfff! …
Su esfínter comenzó a contraerse en forma demencial. Apretaba mi polla casi estrangulándola. No pude resistir y me corrí casi al mismo tiempo en que ella se corría alocadamente. No quedamos así hasta que mi polla reblandecida resbaló fuera de su apretado trasero.
—¡Gabriel! … ¡Nadie me ha follado así de rico! … ¡Es el mejor polvo que he tenido! …
—Yo también, mamá … Yo también …
Dije pensando en que había llenado su esfínter con mi esperma sin tener ningún sentimiento de culpa, ya ni siquiera pensaba en papá, solo en ella mi madre que yacía desnuda a mi lado todavía respirando afanosamente después de haber tenido un maravilloso orgasmo anal. Mañana era el día de la madre, debería ser un día especial para ella y para mí.


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2025-09-18
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