Descubriendo a mamá - II Parte.
por
Juan Alberto
género
incesto
Mamá No se quedó mucho tiempo tranquila, mientras estábamos tumbados el uno al lado del otro prodigándonos caricias y besos, me dijo.
—Me has llenado el trasero con tu leche … Ahorita voy al baño porque tengo que lavarme un poco …
Se levantó radiante y rápidamente caminó hacia el baño, una vez más pude regocijarme contemplando su maravilloso trasero y sus caderas contoneándose al caminar. Al cabo de unos minutos volvió oliendo a jabón y crema de cuerpo. Sus pesadas tetas brillaban con la crema que ella había espalmado sobre su piel. Mientras volvía a recostarse me dijo.
—Hazme espacio, cariño …
Ella finalmente se recostó a mi lado, me puso su muslo encima de mi pierna y pude sentir su coño mojado sobre mi piel.
—¿Te molesta? … Se siente maravilloso frotar mi cuerpo con el tuyo, ¿no crees? …
Solo asentí con mi cabeza mientras la envolvía en mis brazos para tenerla estrecha a mí y sentir su suave y cálida piel al contacto con la mía. ¡Sí que se sentía bien estar apañándola, estrechándola y acariciando su delicada piel!
—Mami …
—¿Sí, querido? …
—¡Mami, hemos follado y todavía no lo puedo creer! …
—Lo sé, tesoro … Y está bien, ¿no? …
—¡Por supuesto que sí! … Déjame solo descansar un poco y tendremos una segunda ronda …
—¿Hablas en serio? … ¡Son años que no tengo una segunda ronda con nadie! …
Nos besamos y acariciamos sintiéndonos más unidos que nunca. Entonces ella se arrodilló a mi lado y observó mi polla que estaba volviendo a endurecerse. Montó a horcajadas mis piernas y comenzó a masturbar su coño con mi muslo derecho, contemporáneamente sus manos masajeaban sus hermosas tetas, agarró sus pezones con sus dedos y los estiró, todo esto sin dejar de mirar como mi polla se levantaba estirando mi prepucio y hacía emerger mi luciente cabezota todavía embadurnada de semen, diminutas gotitas perladas afluían y se deslizaban por mi pene medianamente duro. Mamá se inclinó y mirándome a los ojos comenzó a lamer todas esas gotitas, a la vez que decía.
—¡Oh, Gabriel! … ¡Han pasado años que no me trago un poco de semen y el tuyo sabe delicioso! … ¡Jesús, mío, me suena tan pervertido lamer el semen de mi hijo! …
Mamá volvió a lamer mi esperma, eso hizo que mi polla volviera a ponerse dura como el acero, entonces ella engulló toda mi verga en su boca. Puso sus dedos a la base de mi pene, los apretó y comenzó a deslizarlos hacia arriba, más gotitas comenzaron a emerger de mi cabezota hinchada. Mamá lamió cada una de ellas rodeando mi glande con su lengua. Es verdaderamente una sensación subliminal ver como una madre chupa la polla de su hijo con un fervor y pasión inusitados. Además, lo hacía de una forma avezada. Justa presión, buena lengua, sin dientes, succión controlada; una verdadera experta chupapollas. Tengo que agregar que ya me había corrido en el culo de mamá, por lo que, para correrme una segunda vez, necesitaba mucha más estimulación que la primera vez, de modo que su mamada era todo un deleite. Ella, una mujer con su experiencia sabía muy bien como complacerme, pues no solo lamió mi pene, sino que puso en acto un verdadero show exclusivamente para mí jugando con sus hermosas tetas, las frotó contra mi muslo, pasó sus pezones sobre mi glande y masturbó su coño restregándolo contra mí.
—Mami …
—Sí, querido …
—Tengo una queja …
—¿Una queja? … ¿De que hablas? …
—Tus tetas, mami … No me has dejado jugar lo suficiente con ellas …
Me miró sonriendo y con felinos movimientos se arrastró hacia mi pecho restregando sus esplendidas tetas por mis muslos, por mi vientre y mi pecho, cuando llegó a mi rostro las balanceó de lado a lado a la altura de mis ojos, sus oscuros y duros pezones con sus redondas areolas, oscilaban a un centímetro de mi nariz, suavemente posó sus redondos melones sobre mis mejillas. Todo mi horizonte era cubierto por sus esponjosas tetas.
Me fue imposible aguantar mi estimulo y comencé a lamer su areola y chupar ese pitorro oscuro y duro. Abrí mi boca como un bebé y traté de abarcarla toda chupando su piel desnuda con fervor, sediento de su pecho maternal. Agarré su teta en mis manos como aferrándome a un salvavidas, mis dedos se clavaron en su carne firme, cuando su pezón se expandió llenando mi boca, me fui a acariciar su otra teta. La acaricié, la apreté y chupé tratando de alimentarme como cuando era un bebé, esperaba chuparla tan fuerte que ordeñaría leche de ella. Pero a mi edad, mamá no podía volver a alimentarme con su leche. Aun así, persistí chupándoselas una a la vez por varios minutos, hasta que ella la aplastó contra mi cara y me sentí ahogado.
Noté que, en todo este tiempo, ella tenía su manita entre sus piernas y no se aburría mientras yo devoraba sus tetas. La empujé boca arriba para continuar a succionar vida de sus esplendidos pechos. Con calma y determinación los lamí, los chupé, los mordisqueé, incluso los soplé haciendo rodar mi lengua por toda la carne de sus tetas. Gemí y llorisqueé como un nene, perdido en un mar de tetas. Colinas, montañas de carnes que se movían vivas como jalea, sí, creo haber estado en el paraíso de las tetas. Las hermosas tetas de mamá.
—¡Jesús bendito, Gabriel! … ¡Qué manera de gustarte mis tetas! …
—Son deliciosas, mami … Pero si te aburre, puedo interrump…
—¡No! … No te detengas, me encantan tus caricias … Sigue, pero no vayas a tocar mi coño porque me corro …
La miré escéptico, ahuequé mi mano sobre su monte venus y froté las yemas de mis dedos contra su túrgido clítoris. La cabeza de mamá cayo sobre la almohada y pareció ser golpeada por un corrientazo eléctrico, puso su mano en su boca para no gritar y comenzó a estremecerse con ahogados gemidos.
—¡Umfff! … ¡Umfff! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ahhhhh! … ¡Umfff! … ¡Uhhhhh! …
Su orgasmo fue breve, pero intenso y me gustó.
Me deslicé entre sus piernas y su coño invitante acogió cálidamente a mi polla entiesada. Me encorvé un poco para seguir succionando su pecho izquierdo. Esto no podía terminar, así como así, necesitaba más de sus tetas, pero tenia solo una boca, así que con mi mano derecha empujé su teta derecha hacia arriba y le dije.
—¿Me ayudas con esta, mamá? …
Mamá reemplazó mi mano por la suya y tiró de su teta a su propia boca comenzando a succionar su duro pezón, mientras tanto yo seguí follando su coño dulce y lentamente.
—¡Hijo! … ¿No crees que esto es una tontería? …
—¿Tontería? … ¿Acaso al héroe de la marina no le gustaba chuparte las tetas? … ¿Debía tener algún problema a la cabeza si no le gustaba esto? … ¡No es una tontería! … ¡Es lo máximo! … ¡Estoy en el paraíso! …
Mamá siguió lamiendo y chupando su hermosa teta gordinflona. No hay nada más sexy que el ver a una mujer succionar su propio seno. Es fascinante. Saqué mi polla de su coño y la arrimé arriba sobre su teta, restregando los fluidos de ella y los míos sobre su pezón, a mamá pareció agradarle mucho porque se superó e inicio a chupar su teta y lamer mi polla con verdadera pasión.
Froté su coño con mis dedos y extraje más jugos, los unté en el profundo surco de sus tetas. Sentado a horcajadas sobre su estómago, metí mi polla entre sus redondos y acogedores senos maternos. Ella los apretó juntitos y yo comencé a follar su cálida y húmeda estrechez. Mi polla desaparecía por completo entre sus tetas algodonosas, luego la punta emergía por la parte superior, donde mamá aprovechaba de estirar su lengua y darme besitos y lametones. Fue maravilloso follar sus tetas. Al inicio las follé lentamente, luego más y más rápido, después lo hice como un loco, follando sus tetas furiosamente, mamá comenzó a animarme.
—¡Córrete en mi boca, bebé! … ¡Échamelo en mi cara! … ¡Córrete para mí! … ¡Llena mis tetas con tu lechita, Gabriel! …
Me animó con tanto fervor que no pude contenerme. Un grueso y denso chorro perlado cayó directamente en su lengua, un segundo sobre su labio superior, otro sobre su frente. Entonces tomé mi pene y el resto lo apunté a sus pezones, estrujando mi polla y restregándola contra la suave piel de sus tetas y esparciendo todo mi semen sobre ellas. Cansado, pero todavía realmente excitado, me deslicé entre sus piernas y respiré el cálido aroma que emanaba la enjundiosa vulva de mamá con su labios húmedos y gordos, su perfume era embriagador.
Cuando le hago sexo oral a una mujer trato de ser delicado, inicio suave y lentamente, poco a poco aumento la intensidad para llevarla de a poco a un alto nivel de excitación. Pero a centímetros del gordito coño de mi madre, algo se apoderó de mi y si hubiera podido, habría metido mi entera cabeza en su chocho. Me abalancé desesperado, abrí mi boca para beber todos sus fluidos. Froté mi cara en su vagina, la lamí, la besé, la chupé por una decena de minutos. De vez en cuando la miraba a los ojos, pero casi siempre los tenía cerrados con una expresión de agonía, a veces solo veía sus tetas cimbreando sobre su pecho y ella con su espalda arqueada y su cabeza perdida en la almohadas. Gemía intensamente y a veces corcoveaba y tiraba de mis cabellos. Cuando se estremeció y juntó sus muslos encerrando mis mejillas entre ellos, le metí dos dedos en el culo. Ella chilló fuerte. Su grito me sacó del trance donde estaba y me di cuenta de que estaba teniendo sexo con mamá en su propia cama. Me sentí dichoso, inmediatamente supuse que esta no iba a ser la primera y única vez. Ya sabía que íbamos a follar muy seguido. ¡Oh, sí que íbamos a follar! ¡Sí que íbamos a tener mucho sexo ella y yo!
Cuando finalmente se corrió, varios chorros salieron de su vagina y me bañó la cara con su lechita femenina.
—¡Ven aquí, bebito mío! …
Me llamó extendiendo su manos hacia mí. Agarró mi cara y me besó apasionadamente. Saboreó los fluidos en mi cara, todavía había gotas en mi mentón. Me lamió las mejillas, la boca y mi barbilla, limpiándome con su lengua, como toda madre premurosa haría con su cachorro. Me serené un poco y le pregunté.
—¿Qué te parece un poco de sexo anal? …
—¡Oh, sí! … ¡Fantástico! … Pero ahora, no …
—¿Por qué no? … Estoy seguro de que podría lubricarte o …
—¡Gabriel, querido! … No se trata de eso … Como te lo explico, las vías tienen que estar despejadas … No puedes hacerlo si hay un tren en el andén, ¿entiendes? …
Me quedé pensativo por unos segundos tratando de descifrar el discurso de mamá y entendí.
—¡Oh! … ¡Ooohhh! … ¡Santo cielo! … Debemos evitar cualquier colisión ahí dentro, ¿verdad? …
—¡Ehm! … ¡Así es! … Pero para mañana la estación estará despejada otra vez …
—Qué bien, mamá … Entonces ese será mi regalo del día de la madre para ti …
—Tenlo por seguro de que me va a encantar, querido …
—Mami, ¿Por qué no me cuentas algo más sobre la mujer del otro día? …
—¿Sylvana? …
—¡Sí, ella, Sylvana! … ¿Qué pensaban hacer? …
—¡Oh, Dios! … ¡Qué vergüenza, Gabriel! …
—¡Pero, mami! … ¡Te he comido el coño! … ¡Has chupado mi polla! … ¿Por qué no puedes contarme algo sobre tu extraña cita con Sylvana? …
—¡Vale! … Bueno, como te dije … Ella y yo una noche bebimos y nos desahogamos contándonos nuestras penurias … Nos confesamos que nos masturbábamos en ausencia de nuestros maridos y que bien se sentiría sentir un orgasmo sin estar em completa soledad … Estábamos tan borrachas que nos pareció de toda justicia ayudarnos mutuamente … Nunca dijimos como … Después de algunos días ninguna de las dos dijo nada … Pensé que se había tratado solo de una charla de borrachas … Entonces, el miércoles, ella me llamó … Estaba viendo porno igual que yo … Nos acompañamos al teléfono mientras lo hacíamos y nos corríamos …
—¡Guau, mami! … ¡Qué bien! …
—Entonces fue que concordamos de juntarnos el viernes … Íbamos solo a estar en la misma habitación … Lo prometimos … Nada de tocarnos … No éramos lesbianas … Solo dos mujeres que buscaban compañía …
—¡Uhm! …
—Bueno … Vino después de cenar y bebimos un poco de vino … ¡Ehm! … Probablemente mucho más que un poco … Las dos estábamos muy nerviosas … Vaciamos una botella … Entonces respiré profundamente y dije algo como …
—¿Entonces? …
—Subimos … Nos sentamos en mi cama y pregunté, ¿Qué cosa podríamos ver? … Sylvana tomó el control remoto y puso varios videos de chicas solas, chicas con chicas, chicas con juguetes … ¡Madre de Dios! … ¡Esas mujeres eran unas pervertidas! … ¡Unas zorras descaradas! … ¡Incluso se corrían lanzando chorros ridículos al aire! …
—Sí … Eso ya lo sé … Pero es solo pipi, ¿no? … Nadie podría orinar a un metro y medio de altura, ¿verdad? …
—No sé lo que es … Y en realidad parecen ridículos esos chorros tan enormes … Pero al mismo tiempo … Lo encontré libidinoso y muy cachondo … Muy caliente y sexy … Y no solo para mí, Sylvana estaba fascinada …
—Sí … Casi sin darme cuenta comencé a frotar mi coño por sobre mi ropa … Sylvana sugirió que sería bueno desvestirnos … Así que nos desnudamos … Era la primera vez que veía a una mujer adulta desnuda … Nos miramos excitadas e inquietas … Mirábamos nuestros cuerpos desnudos … Sylvana lucía muy hermosa, pero restamos inmóviles … En ese momento en la pantalla una chica dio un tremendo grito y comenzó a rociar a las otras chicas con un potente chorro que salía de su vulva abierta … Entonces recordamos por y para qué estábamos allí …
—¡Guau! …
—Sí, entonces saqué mi bolso con los vibradores y consoladores … Le di a elegir uno y yo elegí mi favorito … Abrimos nuestras piernas y comenzamos a tantear nuestros coños con los juguetes vibratorios … Se sintió agradable … Muy agradable tener un cuerpo vivo a mi lado … Pero … ¡No tan agradable como esto! …
Dijo aferrando mi polla semi flácida. Se inclinó y le dio un beso a mi pija. Intrigado le pregunté.
—¿Y entonces qué? … ¿Ahí fue cuándo entre yo? …
—No … No todavía … Ella metió su consolador profundamente en su coño peludo y yo hice lo mismo empalando mi coño depilado … Nos follamos deseosas nuestros coños … Entonces Sylvana sugirió que hiciéramos un intercambio de consoladores … Ella me pasó el suyo y yo le di el mío … Ella agarró mi consolador y comenzó a chuparlo como si fuera un helado, lamiendo todos mis jugos directamente de mi consolador … Luego lo acomodó sobre el edredón y se penetró profundamente comenzando a saltar sobre eso … Mi miraba expectante, pero yo no me atreví a chupar su consolador, simplemente lo acomodé entre los labios mojados de mi conchita y en ese momento escuchamos tu voz …
—Pero te hubiera gustado chuparlo, ¿no? …
—¡Ay, no sé! … Me volví loca cuando te vi … Quería morirme … Tú te fuiste y me dejaste desesperada sin poder explicarte como habían sucedido las cosas …
—Pero te hubiera gustado chuparlo, ¿verdad? …
Mamá se quedó pensativa por un momento, luego pasó su pierna sobre la mía y agregó.
—Para ser honesta … Creo que sí, me hubiera gustado probarla … Pero no fui capaz de hacerlo …
Le sonreí en forma mordaz y le dije.
—Perdóname por haber interrumpido tu relación lésbica, mamá …
—¡No estábamos en ninguna relación lésbica! …
—Bueno … Tal vez no todavía … Pero creo que ustedes tienen ese asunto pendiente, ¿no? …
—¿Quién sabe? … ¿Y que va a suceder contigo y conmigo? …
—En realidad no lo sé, mamá … No he pensado a nada todavía … ¿Qué quieres hacer tú? …
—Bueno … Me gustaría que estuviéramos mucho más tiempo así …
—A mi también me gustaría, mami … Y podemos, ¿no? … ¿Cuándo vuelve a casa, papá? …
—No sé, creo que por octubre o noviembre …
—Bueno … Yo tengo que volver a la universidad … Podríamos estar todo el caluroso verano juntos, ¿no? …
—¿Sí? … ¿Y cómo vuelvo a mirar a tu padre a la cara? … ¿Cómo lo hago a hablar por teléfono con él? … Y de un divorcio ni hablar … Sería fatal para su carrera y su ascenso …
—Pero quizás no sea necesario que te divorcies … Cuándo yo esté en la universidad tal vez tu puedas reconectar con él … ¡Uhm! … No sé …
—¿Eso es lo que quieres, Gabriel? … ¿Quieres que reconectemos? … ¿Quieres que le de una de esas pastillitas azules y que empiece a follar con él otra vez? …
No pude responder. No sabía que decir. Todo era tan maravilloso hace solo quince minutos, pero ahora la horrible realidad asomó su verdadera cara.
—No lo sé, mamá … Te juro que no lo sé … Pero creo que sería maravilloso que aprovecháramos el tiempo de estar juntos … ¿Te parece si mañana volvemos a salir a cenar? …
Mamá cambió su ceño fruncido por una maravillosa sonrisa, entonces agregué.
—¿Y que hay de Sylvana? … ¿Tiene hijos? … ¿Tal vez pueda acompañarnos? …
—La voy a llamar e invitarla a venir con nosotros …
Después de eso me fui a mi dormitorio a lavarme y me acosté a dormir. Mamá se quedó sola con su celular, dispuesta a llamar a la vecina.
Me desperté cerca de las ocho de la mañana. Dia domingo, era el día de la madre y yo debía darle el regalo a mamá, su culo debería estar despejado. Entré a su cuarto y ella ya estaba despierta, comencé a tocarla y la besé saludándola en su día, enseguida quería darle por el culo, pero ella me detuvo.
—¡Espera! … Tu padre siempre me llama a las nueve en este día … Quiero estar despierta y lista …
Mamá se levantó a toda prisa y corrió al baño cubriendo todas sus partes desnudas. Me pareció cómico que ella hiciera eso después de haber follado conmigo el día anterior, pero para ciertas cosas, mamá es todavía a la antigua, hace todo con decoro y recato; escondiéndose de mí. Pero no puedo culparla, probablemente debe ponerse en modo “esposa”, para hablar con papá.
Me recosté en la cama con mi furiosa erección. Ayer habíamos follado dos veces. Cada vez fue igual o mejor a la precedente. Cuando mamá se corre es genial, lo disfruta de verdad, ella chilla y grita, gime, llorisquea y ríe como una bebita con juguete nuevo. Después me besa tanto. Bueno de este modo mi erección jamás cederá, no puedo dejar de pensar en ella. Viendo con los ojos cerrados como se veía su cuerpo a la tenue luz de su dormitorio mientras me montaba como una vaquera, saltando sobre mis bolas. Con sus tetas que se movían ágilmente en forma autónoma, como si fueran las dueñas del cuerpo de mamá.
Mamá salió del baño con su tradicional bata rosada gruesa y larga. Apenas se le veían las puntas de los pies. Pero se había maquillado y había cepillado sus cabellos. Aún podía ver trazas de semen seco, pero no se lo dije.
—¡Vamos! … ¡Déjame! … ¡Necesito hablar con tu padre! … ¡Has algo con esa cosa, por Dios! …
Dijo apuntando a mi dura polla. Encendí la tele y la puse a voz baja. Había una película de Schwarzenegger, ¡Genial! Mamá pacientemente se sentó en el escritorio y se arregló un poco el maquillaje de su cara, me parece que también depiló un poco sus cejas y era las 08:59:59 segundos cuando su celular sonó. Era el Capitán al teléfono. La escuché reír con papá, estaban bromeando sobre alguna cosa de ellos. Puse la tele en modo Internet y me conecté a un sitio de lesbianas, muy pronto vi a la rubia peli teñida Prinzzes teniendo un intenso orgasmo mientras una jovencita lamía su coño pequeñito.
Mamá continuaba su entretenida charla con papá y escuché que le decía.
—Sí … Está en casa … Llegó el viernes …
Se giró para mirarme y me encontró acariciando mi polla y viendo a lesbianas concentradas en frotar un coño contra la otra. Rápidamente se giró del lado opuesto para no ver.
—Sí, está bien … Pero al parecer no se le quita lo idiota …
Dijo sin voltearse, pero levantando su mano izquierda con su dedo medio levantado.
—Debe ser porque rompió con esa chica estúpida que tenía … Sí … Sí, esa flacuchenta que no tenía carne ni siquiera para una albóndiga … Sí, pero el muy idiota la quería tanto …
Pensé que era hora de intervenir esa llamada. Ella sostenía el teléfono con su mano derecha y el teléfono apoyado a su oído. Me levanté y me acerqué a ella con mi polla dura y se la puse en su oreja izquierda. Me empujó intentando apartarme, pero no lo logró y todo eso la distrajo.
—Sí, querido … ¿Qué me estabas diciendo? … A ratos no te escucho bien … Se me resbaló el teléfono … ¿Ah? … ¡Ah-ha! … ¡Oh, sí! … ¿La esposa del Almirante? … ¡Uhm, sí! …
Y bla-bla-bla. Continuó hablando con papá. Traté de meter las manos en su bata para acariciar sus senos, pero esa bata gruesa es como una caja fuerte, inexpugnable. Giré la silla para que estuviera volteada hacia mí. Abrí mis piernas y acerqué mi polla a sus labios. Papá se había explayado sobre unidades de la marina inglesa que la Armada pensaba comprar y yo ya tenía un tercio de mi polla en la boca de mamá. De repente tuvo que escupirlo para responderle a papá.
—¡Mmmmhhuummggg! … ¡Gggnnuummm! … ¡Cofff! … ¡Cofff! … Lo siento, cariño … Algo se me atravesó en la garganta … ¡Uhm! … ¡Sí! … ¡Eso sería genial! … ¡Nos encantaría verte el próximo mes! …
Dijo mamá empujándome con fuerza, tuve que moverme para no caerme.
—Sí, cariño … Está aquí … Ahora lo llamo … ¡Gabriel! … ¡Gabriel, es tu padre! … Sí, cariño … Gracias, yo también te quiero … Aquí te dejó con Gabriel … Adiós, cariño …
¡Dios Santo! Papá quería hablar conmigo. Teníamos que hacerlo bien, así que esperó unos segundos y luego me pasó el teléfono.
—¡Oye, papá, hola! … ¡Mierda! … Perdona papi, acabo de apretarme el pie con la silla …
En realidad, mamá había tomado mi polla y la había doblado hacia abajo. No se debe hacer eso cuando una polla está así de dura, me dolió.
—¡Qué bueno que vienes a casa! … ¡Eso está bien … Tal vez puedas decirme algo de…… ¡Uhm! Se siente bien eso … ¡Fantástico! …
Mamá había tomado una de mis bolas y la había engullido lameteándola con su lengua. Se sentía de maravillas, había abierto su bata y me mostraba sus grandes tetas bamboleándose pesantemente.
—¡Oh, no, papá! … Es que estoy viendo en la tele que aumentaran las becas para el próximo año … ¡Uhm! … Sí, papá … Sí, papá … No te preocupes, papá … Sí, sí que te la cuidaré, papá …
Mamá entendió que estábamos terminado la conversación, así que se levantó y corrió al baño, sentí que giraba el seguro para cerrar la puerta por dentro. Rápidamente me despedí de papá y corrí a la puerta del baño. Le di unos golpe y grité.
—¡Vamos, mamá! … ¡Abre esa puerta! … ¡Es el día de la madre y quiero darte tu regalo! …
—¡No! … Nada de eso … Vete y vístete … Iremos a almorzar con Sylvana …
Un poco acongojado y con mi polla tiesa como pata de pirata, me fui a bañar para vestirme.
A las 12:30 estábamos a “La Parrillada Argentina”, mamá, Sylvana y yo. La camarera era la misma de la última vez, inmediatamente nos recibió con una sonrisita reveladora, solo preguntó si había una madre entre las dos mujeres que me acompañaban. Mamá y Sylvana permanecieron calladas y yo no dije nada. Nos llevaron a una mesa reservada por mamá, un poco más privada que la vez pasada.
Ahora debo decir algo de Sylvana. Era mucho más joven que mamá. No tenía hijos y su marido era teniente en la escuadra nacional que se encontraba por los mares del sur en ejercicios navales con la marina americana. Por lo que era más de un mes que no lo veía. Era unos centímetros más baja que mamá, delgada y con pechos notablemente más pequeños. Cabellos rubios cortísimos, una bella cara y guapísima como mamá.
Mamá vestía una falda a mitad del muslo que se ceñía muy bien a su culo redondo, Sylvana una minifalda muy amplia que revelaba sus nalgas cada vez que se alzaba un poco de viento, lo que la metía en embarazo tratando de bajarla, pero al inicio de la primavera el viento es constante, así que a menudo estaba juntando sus muslos y empujando su falda hacia abajo.
—Bueno … ¿Y cómo se conocieron tú y mamá? …
Pregunté para iniciar la conversación, ya habíamos bebido un par de pisco sours, por lo que no era necesario parecer muy discreto.
—¡Ehm! … Hay un grupo de Chat en WhatsApp para esposas de marinos … Allí nos contamos nuestras cosas … Nos conocemos un poco más … Conversamos sobre nuestra aflicciones y nos brindamos ayuda al respecto … Chicas de la misma zona pueden ayudarse con los niños y cosas así … Citas a pediatras o ginecólogos … Las que vivimos más cerca la una de la otra, a veces nos juntamos para reforzar la amistad … Y conversar de cosas que no podemos decir en Línea … Y bueno, ahora estamos aquí …
—¡Genial! … ¡Ah! … ¡Ehm! … Disculpa por no haber llamado el otro día …
—¡Oh!, no te preocupes … No había sucedido nada … Esa es la verdad, nada pasó …
—Sylvana, ¿Puedo hacerte una pregunta un poco personal? …
—Adelante … Dime … Lo que sea …
—¿Piensas permanecer con tu marido? …
—¡Pero por supuesto! … ¡Me casé con él! … ¡Lo amo tantísimo! …
—¡Oh!, ya veo …
—Pero tengo que decir que lo echo mucho de menos … Entonces necesito tener algún contacto de vez en cuando … A él no le importa, siempre y cuando sean solo chicas … Cuando él vuelve a casa se lo cuento todo y él me recompensa todos los días y algunas veces varias veces en el día … Y así somos felices …
—Sylvana … —Interrumpió, mamá.
—¡Ehm! … ¿Sí? …
—Yo … ¡Ehm! … Nosotros, estábamos pensando que sería agradable pasar el resto del día en nuestra casa …
Sylvana me miró a mí y esbozó una sonrisa enigmática, pero graciosa y dijo.
—Bueno … Creo que podría hacerlo … Pero tengo una regla inflexible … Es todo o nada …
Mamá me miró a mí y luego volvió su rostro hacia Sylvana.
—¡Vamos! … ¡Dilo! … Nos tenemos confianza, ¿no? …
Sylvana se volteó hacia mí y en tono serio dijo.
—Tú, jovencito … No me vas a tocar, de ningún modo … Yo tampoco te tocaré … Y si yo no lo hago, tú tampoco lo harás, ¿vale? …
Su tono de voz no admitía acuerdos, tal como dijo era “Todo o nada”, un poco desanimado le dije.
—Está bien … Pero mamá lo deseaba tanto … Bueno … Respeto tu punto, pero al menos puedo estar cerca, ¿no? …
—Puedes acercarte todo lo que tu quieras, pero nada de tocar … Por lo menos no a mí … ¿vale? …
—De acuerdo, ¡vale! …
Continuamos a comer la deliciosa comida; mamá le contó a Sylvana historias tiernas sobre mi niñez y muchas otras boberías que yo había hecho al crecer. Ellas bebieron mucho más que yo que tuve que moderarme, pues debía conducir de regreso a casa. Se reían como colegialas y se prodigaron algunas caricias cuando creían que nadie las veía. Se me puso duro como palo al verlas tan alegres coqueteando la una con la otra. Me pregunté cuán estricta y verdadera iba a ser la firme regla de Sylvana de “No tocar”.
Finalmente cancelamos lo adeudado y nos levantamos para irnos. El maître nos despidió, mamá le dio un beso en la mejilla y yo me despedí de la camarera abrazándola y acariciando su firme culo, le dije.
—Algún día volveremos a vernos …
—¿Todos? … ¿O solo tú? …
Intenté responder, pero mamá me tiró de la mano y me alejó de ella.
Conduje a casa por una ruta no muy congestionada. Mamá se había acomodada en el asiento trasero, dejando que Sylvana se sentara en el asiento delantero conmigo. No supe porque había hecho eso, hasta cuando vi sus manos que aparecieron de detrás del asiento y comenzó a tocar a Sylvana, ella quería acariciarla. Sylvana no se inquieto mucho, solo dejó escapar un par de sonoros gemidos.
—¡Ohhh! … ¡Uhhh! …
Cuando las manos de mamá se posaron delicadamente primero sobre su pecho izquierdo, Sylvana se recostó con los ojos cerrados, luego ella misma manejó el asiento y lo hizo reclinar casi completamente hacia atrás. Ahora mamá podía jugar con sus dos senos. Comenzó a desabotonar su blusa hábilmente. ¡Mierda! Me pasé la salida de la autopista, pero no importa, saldré por la siguiente.
Algunos carros hicieron sonar sus bocinas cuando mamá despojó a Sylvana de su sujetador y metió a la luz sus delicados pechos de joven mujer. Eran unas perfectas copas de champagne. Sylvana gimió tenuemente acomodándose y dejándose sobajear por mamá. Salí de la autopista, mamá se había quitado su blusa y sus hermosos pechos se cimbreaban con los movimientos del auto. Trataba de poner sus bellos y grandes senos en contacto con los senos delicados y no muy grandes de Sylvana. Llegamos a casa y accioné el control remoto para abrir la puerta del garaje y no entrar por la puerta principal, para que las chicas tuvieran una completa intimidad y privacidad.
Mamá me dijo que preparara algo de beber y ellas subieron tomadas de la mano las escaleras. Preparé una jarra de medio litro de Margarita mezclando vodka y tequila con poco zumo de lima y mucho hielo. Sabía que no podía tocar, pero sí mirar, entonces subí las escaleras con los tragos.
Ambas estaban sobre la cama de mamá acariciándose y besándose. Aún no se habían quitado faldas y zapatos, pero las dos estaban desnudas de la cintura para arriba. Sylvana estaba fascinada y perdida entre las tetas de mamá; sé muy bien lo que se siente al estar rodeado por ese océano de tetas que posee mi madre. Mamá me miró extasiada con sus ojos claros e hizo in gesto para que me desvistiera, no me lo hice repetir dos veces, en menos que canta un gallo estaba ya pateando mis boxers a los pies de la cama de mamá. Mamá hizo otro gesto inequivocable de que quería chupar mi polla, me acerqué a ella por el lado opuesto a Sylvana, para evitar de tocar su preciosa humanidad; lentamente acerqué mi polla a los labios de mamá y ella comenzó a devorarme fervorosamente.
Sylvana levantó su vista y sus ojos se iluminaron en agradable sorpresa.
—¡Guau! … ¡No bromeabas! … ¡Incesto de madre e hijo! … ¡Genial! …
Luego volvió a chupar los pezones de mi madre, pero sin apartar la vista de los labios de mamá que succionaba mi polla deliciosamente. Mamá me daba lametones y profundas chupadas mientras acariciaba mis cojones, al parecer disfrutaba lamiendo mi polla y ver a una mujer que chupaba sus grandes tetas. Yo era el único desnudo totalmente, entonces pregunté.
—¿Van a quedarse con ropa todo el día? …
Sylvana lentamente se apartó, me miró fijamente mientras bajaba la cremallera lateral de su faldita y luego se la quitaba. Apareció un casto liguero blanquísimo que le quedaba perfecto a su piel canela y enmarcaba exquisitamente su coño finamente recortado. ¡No llevaba bragas! Se deslizó al lado de mamá y desabrochó su falda, luego la fue bajando lentamente mientras mamá levantaba sus caderas. ¡Mamá tampoco portaba bragas! ¡Santo Jesús! ¿Pero que les pasa a las mujeres que hoy olvidan todo? ¿Acaso se olvidaron de sus bragas? ¡Tal parece que no recuerdan nada!
Sylvana me hizo señas de que me apartara, ella se montó sobre las pantorrillas de mamá y luego trepó lentamente por su pelvis, aplasto su firmes y pequeñas tetas sobre el coño lampiño de mamá, masajeando su duro pezón entre los labios entreabierto del pequeño coño hinchado de mi madre. Siguió subiendo hasta que sus tetas bañadas con los fluidos de mamá estuvieron al alcance de los labios de ella y se los ofreció para chuparlos. Luego montó su cara y con sus dedos abrió la labia empapada de su rajita mojada y caliente. ¡Dios! ¡Sylvana estaba muy caliente! ¡Podía oler la fragancia de su coño desde mi posición!
Mamá sacó su lengua suave y mojada y comenzó a lamer el coño de la vecina. Me moví para ver mejor como mamá se comía el coño de Sylvana. La lamió suavemente, luego abrió su mojada panocha con sus dedos y comenzó a succionar y lamer el interior del coño de su amiga. Sylvana se estaba volviendo loca y yo estaba a punto de explotar. Luego mamá se puso más osada, empujó a Sylvana sobre su espalda, aferró sus piernas en el aire y se botó de cabeza contra su coño abierto, bebiendo y comiendo, hozando y lamiendo, mordiendo y chupando. Sylvana aferró sus muslos en el aire y las manos de mamá quedaron libres, entonces separó los labios del coño de la vecina ampliamente y devoró su interior hurgueteando y revolviendo con su lengua todo lo que encontraba a su paso. Sylvana chillaba y corcoveaba con sus caderas empujando su ingle contra la boca famélica de mamá. Era muy difícil no tocar a Sylvana. Sus tetas pedían a gritos que alguien las masajeara, manoseara, amasara y chupara. Mamá le agarró las nalgas y comenzó a lamer la engurruñada estrellita de su ano diminuto, metiendo su lengua y abriendo con sus dedos sus apretados glúteos. Sylvana gritó, su rostro se contrajo en una mueca de agonía mientras sus puños golpeaban el edredón y sus muslos temblaban incontrolablemente apretando las mejillas de mamá, era su poderoso orgasmo y ella gritaba desesperada y dichosa.
—¡Cristo Santo! … ¡Hmmmmmm! … ¡Joder, tía! ¡Ahhhhh! … ¡Oh, Gloria! … ¡Ummmmm! … ¡Me estás matando! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Por Dios! … ¡Aaaahhh! … ¡Que rico! …
Finalmente se quedó sin fuerzas y se desarmó como una muñeca de trapo. Observé atónito la cara de mamá toda cubierta con los fluidos de mujer y esa enorme sonrisa que iluminaba toda la habitación. Lentamente me acerqué a mamá.
—¡Oye, no me toques! …
Exclamó Sylvana repentinamente abriendo sus ojos de manera recelosa de mí.
—No te tocaré, pero voy a beber los jugos de tu hermoso coño …
Tomé el rostro de mamá y la besé ardientemente, luego mirando los ojos ampliamente abiertos de Sylvana, procedí a lamer su boca, sus mejillas y su barbilla, gozando los deliciosos jugos del coño de Sylvana; ligeramente diferente al coño de mamá, pero siempre jugos de la panocha de ella.
—¡Mmmmmm! … ¡Ummmmm! … ¡Deliciosos! … ¡Néctar de dioses! …
Miré a Sylvana significativamente mientras tragaba sus jugos, me sonrió, pero se mantuvo a distancia mientras trataba de posicionarse entre las piernas de mamá. Me puse detrás de mamá y aferré sus voluminosos pechos, luego empujé su cabeza hacia abajo.
—¿Puedes creerlo, mami? …
—¿Qué? …
—¡Ha sido un fin de semana genial! … ¡Ahora mismo te están comiendo el coño, mami! … ¿Te gusta? …
—¡Oh, sí! … ¡Hmmmm, Sylvana! … ¿Qué me haces? … Soy una putita guarrilla, ¿verdad Gabriel? …
Me acerqué a la mesita de noche, encontré unos de sus vibradores y se lo pasé a Sylvana. Lo usó con rapidez y delicadeza. Traté de ver y asimilar cómo una mujer le come el coño a otra mujer, porque dicen que una mujer come el coño de forma diferente a la de un hombre. La respiración agitada de mamá me sacó de mi contemplación; procedí a pellizcar y tirar de sus pezones y mamá realmente se excitó y comenzó a restregar su coño en la boca de Sylvana.
—¡Joder! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Que rico qué chupas mi panocha, Sylvana! …
Sylvana estaba bebiendo todo el jugo de coño de mamá, pero se dio tiempo para responder.
—¿Deveras te gusta? … ¡Nunca lo había hecho! …
—Lo haces muy bien … Eres increíble, Sylvana …
Dijo mamá, entonces recordé que Sylvana había dicho que había tenido alguna diversión con otras chicas y repliqué.
—¿Cómo? … ¿Creí que habías dicho que ya habías liado con otras chicas? …
—Sí, pero solo boberías … Besos y caricias … Esto nunca … Me encanta, me encanta … ¡Dios, sí que me gusta! …
Mi polla iba a reventar de un momento a otro, no podía aguantar más. Necesitaba un poco de acción ahora mismo. Hice que Sylvana se extendiera boca arriba sobre la cama y luego empujé a mamá para que se subiera encima de su cabeza y adoptaran la posición del sesenta y nueve. Mamá estaba desesperada por correrse, así que se echó encima de la cara de Sylvana al tiempo que abría sus piernas ampliamente. Luego procedió a inclinarse para comer el coño de la vecina. Me coloqué detrás de mamá, me costó un poco posicionarme porque debía hacerlo sin tocar a una cierta persona, pero finalmente lo conseguí. El coño de mamá estaba tan húmedo y resbaladizo, que mi polla simplemente la penetró como si nada. No es que estuviera suelta, solo que yo estaba tan duro y caliente, que su coño pareció derretirse como un trozo de mantequilla sin ofrecer ninguna resistencia. ¡Ohhh!, este era mi lugar, dentro del caliente coño de mi madre. Eso se me pasó por la mente mientras mi polla se hundía más y más profundo horadando su caliente conchita.
—¡Oh, querido! … ¡Qué rico que te siento! …
—Te gusta la polla de tu hijo, ¿eh? …
Dijo Sylvana lamiendo con su lengua a chicotazos el clítoris de mamá y, si no me equivoco, mi pelotas golpeaban su nariz y la tocaban, pero no se quejó. Me retiré un poco y me volví a enterrar en la panocha cálida de mamá y, sí, mis pelotas se arrastraban sobre algo. La idea de tocar a la intocable me excito sobre manera. Mamá gimió más sintiendo mis enérgicas embestidas y bajó su coño para sentir mejor la lengua de Sylvana.
—¡Ay, chicos! … ¡Me están matando! … ¡Esta será mi posición favorita de ahora en adelante! … ¡Joder! … ¡Qué rico se siente! …
Mamá dejó de lamer y chupar el coño de la esposa del teniente, simplemente no podía concentrarse y apoyó su cabeza en su conchita y se dejó querer.
Había agarrado a mamá por sus caderas y decidí darle algo más duro, nalgadas.
—¡Slaap! …
—¡Ay! … ¿Por qué fue eso? …
—Para darte tu merecido … ¡Slaap! …
—¡Merecido de qué? …
—Por ser tan guarrilla … ¡Slaap! …
—Soy muy putita, ¿verdad? …
—¡Slaap! … Eso es muy poco decir …
—¿Una guarra putita? …
—¡Slaap! … Te acercas …
—Entonces me deberían haber dado muchas más nalgadas, ¿no? …
—¡Slaap! … Así es guarrilla … Eres una putita muy cachonda y guarra … ¡Slaap …
Sylvana y mamá se rieron. Apareció un temblor en las enrojecidas nalgas de mamá y yo ya sabía que significaba eso. Su estremecimiento se sintió muy bien en mi polla, así que aumenté mí implacable ataque a su coño follándola mucho más rápido.
—¡Ohhh, mami! … ¡Ohhh, mami! … ¡Ohhh, mami! … ¡Mami, mami, mami! … ¡Ssiii, mami! …
—¡Ohhhh! … ¡Gabriel, querido! … ¡Fóllame rico! … ¡Fóllame! … ¡Folla a tu mami guarrilla! … ¡Fóllame como merezco ser follada! … ¡Folla a tu mami putita! … ¡Soy una putita! … ¡Soy una putita! … ¡Soy una putita! …
Al parecer le gustaba decir eso y a mi también. Estaba en un punto de no retorno, unos segundos más y esto habría terminado.
—¡Me voy a correr, mamá! … ¡Me corro, mami! … ¡Ohhh, ssiii! …
—¡Córrete, hijo! … ¡Córrete en el coño guarro de tu madre! … ¡Córrete en mí! … ¡Dame toda tu lechita! … ¡Lléname toda, querido! …
Y eso fue lo que hice. Mi verga explotó dentro del coño de mamá tan profundo como pude. Mis piernas temblaban mientras disparaba chorro tras chorro en su maravillosa panocha caliente. Era como echar gasolina en la lava de un volcán, mamá y yo estábamos inflamados en llamas de lujuria y placer. Su coño apretaba mi polla y me estrujaba, dijo mi nombre en forma incansable mientras se corría.
—¡Ohhh, Gabriel! … ¡Ummm, Gabriel! … ¡Que rico, Gabriel! … ¡Te amo, Gabriel! …
Perdí la noción de todo, pero a momentos me recordé de Sylvana y quise saber que hacía ella. Saqué mi polla del coño de mamá y Sylvana expectante comenzó a sorber mi semen que goteaba directamente de la conchita rebosada de esperma. Se me ocurrió avisarle a mamá.
—¡Mamá! … ¡Se lo está comiendo todo! …
—¡Oh, Sylvana! … ¡Guárdame un poco! …
Sylvana tragó un poco y luego le dio palmaditas en el trasero de mamá para avisarle que viniera por su parte. Mamá rápidamente se giró y comenzó a besarla e intercambiaron mi semen de boca a boca. Me recosté observando el cachondo espectáculo, entonces mamá vino hacia mí y me besó con su boca llena de semen, lamí sus labios porque sabía que ella iba a disfrutar eso. Cuando nos separamos, le dije.
—¡Mami, eres una verdadera guarrilla cachonda! …
Luego de algunos minutos, Sylvana dijo que tenía que irse. Le dijo a mamá.
—¡No! … ¡No te levantes! … Tengo que ir a alimentar a mi mascota … Además, es tu día y tienes que disfrutarlo con tu hijo, querida Gloria …
Nos quedamos un poco decepcionados, pero al mismo tiempo era agradable estar otra vez a solas. No fue necesario acompañar a Sylvana, ella conocía muy bien el camino. Me puse encima de mamá y nos besamos disfrutando del sabor a semen que había en nuestras bocas.
Rompimos el beso y me estiré a sacar de su mesita de noche un tubo de Astroglide; lubriqué mi polla por completo. ¡Dios! Nunca había usado nada parecido y se sentía genial. Mamá que me observaba atentamente, en forma suspicaz me preguntó.
—¿Qué pretendes hacer con eso? …
—¿Cómo va el horario de los trenes, mami? …
—Andén totalmente desocupado …
Dijo tomando un cojín y colocando bajo sus glúteos. Eché un poco de lubricante directamente en su apretado agujero rosa marrón. Me acerqué con mis piernas bajo sus nalgas, puse más lubricante en mi polla y guié mi pene hacia adelante. Mi polla chocó con su apretado trasero, empujé un poco contra la diminuta rajita, la hendedura cedió y me permitió avanzar. Miré a los ojos de mi madre y comencé a empujar. Mamá me sonrió, pero hizo también algunas muecas de molestias, movió sus nalgas y las abrió con sus manos. Mi gruesa cabezota venció al anillo anal de su esfínter. Mi polla estaba dentro de su culo, solo faltaban un par de decenas de centímetros. Poco a poco lo fui acomodando y empujando profundamente, mamá hizo un par de muecas, pero luego agarró mi trasero y me tiró dentro de ella. La estrechez de su culo y la suave fricción del lubricante iba a hacer que me corriera muy rápido.
—¡Gabriel, querido! … ¡Pasaron años! … ¡Solo tu padre me enseño a hacer esto! … ¡Nunca nadie más ha estado dentro de mí! …
—Te gusta mami, ¿verdad? …
—¡Oh, sí! … ¡Sé que esta mal! … ¡Esto está muy mal! … ¡Pero me gusta ser una zorra caliente! … ¡Tu padre me enseño a liberarme! … ¡Ahora me lo haces tú y me encanta! … ¡Gracias, Gabriel! … ¡Te quiero tanto, cariño! …
Me sentí realmente emocionado por las sinceras palabras de mamá. Sus palabras eran sagradas para mí y no se me ocurrió nada más que decir.
—¡Feliz día de la madre! …
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
luisa_luisa4634@yahoo.com
—Me has llenado el trasero con tu leche … Ahorita voy al baño porque tengo que lavarme un poco …
Se levantó radiante y rápidamente caminó hacia el baño, una vez más pude regocijarme contemplando su maravilloso trasero y sus caderas contoneándose al caminar. Al cabo de unos minutos volvió oliendo a jabón y crema de cuerpo. Sus pesadas tetas brillaban con la crema que ella había espalmado sobre su piel. Mientras volvía a recostarse me dijo.
—Hazme espacio, cariño …
Ella finalmente se recostó a mi lado, me puso su muslo encima de mi pierna y pude sentir su coño mojado sobre mi piel.
—¿Te molesta? … Se siente maravilloso frotar mi cuerpo con el tuyo, ¿no crees? …
Solo asentí con mi cabeza mientras la envolvía en mis brazos para tenerla estrecha a mí y sentir su suave y cálida piel al contacto con la mía. ¡Sí que se sentía bien estar apañándola, estrechándola y acariciando su delicada piel!
—Mami …
—¿Sí, querido? …
—¡Mami, hemos follado y todavía no lo puedo creer! …
—Lo sé, tesoro … Y está bien, ¿no? …
—¡Por supuesto que sí! … Déjame solo descansar un poco y tendremos una segunda ronda …
—¿Hablas en serio? … ¡Son años que no tengo una segunda ronda con nadie! …
Nos besamos y acariciamos sintiéndonos más unidos que nunca. Entonces ella se arrodilló a mi lado y observó mi polla que estaba volviendo a endurecerse. Montó a horcajadas mis piernas y comenzó a masturbar su coño con mi muslo derecho, contemporáneamente sus manos masajeaban sus hermosas tetas, agarró sus pezones con sus dedos y los estiró, todo esto sin dejar de mirar como mi polla se levantaba estirando mi prepucio y hacía emerger mi luciente cabezota todavía embadurnada de semen, diminutas gotitas perladas afluían y se deslizaban por mi pene medianamente duro. Mamá se inclinó y mirándome a los ojos comenzó a lamer todas esas gotitas, a la vez que decía.
—¡Oh, Gabriel! … ¡Han pasado años que no me trago un poco de semen y el tuyo sabe delicioso! … ¡Jesús, mío, me suena tan pervertido lamer el semen de mi hijo! …
Mamá volvió a lamer mi esperma, eso hizo que mi polla volviera a ponerse dura como el acero, entonces ella engulló toda mi verga en su boca. Puso sus dedos a la base de mi pene, los apretó y comenzó a deslizarlos hacia arriba, más gotitas comenzaron a emerger de mi cabezota hinchada. Mamá lamió cada una de ellas rodeando mi glande con su lengua. Es verdaderamente una sensación subliminal ver como una madre chupa la polla de su hijo con un fervor y pasión inusitados. Además, lo hacía de una forma avezada. Justa presión, buena lengua, sin dientes, succión controlada; una verdadera experta chupapollas. Tengo que agregar que ya me había corrido en el culo de mamá, por lo que, para correrme una segunda vez, necesitaba mucha más estimulación que la primera vez, de modo que su mamada era todo un deleite. Ella, una mujer con su experiencia sabía muy bien como complacerme, pues no solo lamió mi pene, sino que puso en acto un verdadero show exclusivamente para mí jugando con sus hermosas tetas, las frotó contra mi muslo, pasó sus pezones sobre mi glande y masturbó su coño restregándolo contra mí.
—Mami …
—Sí, querido …
—Tengo una queja …
—¿Una queja? … ¿De que hablas? …
—Tus tetas, mami … No me has dejado jugar lo suficiente con ellas …
Me miró sonriendo y con felinos movimientos se arrastró hacia mi pecho restregando sus esplendidas tetas por mis muslos, por mi vientre y mi pecho, cuando llegó a mi rostro las balanceó de lado a lado a la altura de mis ojos, sus oscuros y duros pezones con sus redondas areolas, oscilaban a un centímetro de mi nariz, suavemente posó sus redondos melones sobre mis mejillas. Todo mi horizonte era cubierto por sus esponjosas tetas.
Me fue imposible aguantar mi estimulo y comencé a lamer su areola y chupar ese pitorro oscuro y duro. Abrí mi boca como un bebé y traté de abarcarla toda chupando su piel desnuda con fervor, sediento de su pecho maternal. Agarré su teta en mis manos como aferrándome a un salvavidas, mis dedos se clavaron en su carne firme, cuando su pezón se expandió llenando mi boca, me fui a acariciar su otra teta. La acaricié, la apreté y chupé tratando de alimentarme como cuando era un bebé, esperaba chuparla tan fuerte que ordeñaría leche de ella. Pero a mi edad, mamá no podía volver a alimentarme con su leche. Aun así, persistí chupándoselas una a la vez por varios minutos, hasta que ella la aplastó contra mi cara y me sentí ahogado.
Noté que, en todo este tiempo, ella tenía su manita entre sus piernas y no se aburría mientras yo devoraba sus tetas. La empujé boca arriba para continuar a succionar vida de sus esplendidos pechos. Con calma y determinación los lamí, los chupé, los mordisqueé, incluso los soplé haciendo rodar mi lengua por toda la carne de sus tetas. Gemí y llorisqueé como un nene, perdido en un mar de tetas. Colinas, montañas de carnes que se movían vivas como jalea, sí, creo haber estado en el paraíso de las tetas. Las hermosas tetas de mamá.
—¡Jesús bendito, Gabriel! … ¡Qué manera de gustarte mis tetas! …
—Son deliciosas, mami … Pero si te aburre, puedo interrump…
—¡No! … No te detengas, me encantan tus caricias … Sigue, pero no vayas a tocar mi coño porque me corro …
La miré escéptico, ahuequé mi mano sobre su monte venus y froté las yemas de mis dedos contra su túrgido clítoris. La cabeza de mamá cayo sobre la almohada y pareció ser golpeada por un corrientazo eléctrico, puso su mano en su boca para no gritar y comenzó a estremecerse con ahogados gemidos.
—¡Umfff! … ¡Umfff! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Ahhhhh! … ¡Umfff! … ¡Uhhhhh! …
Su orgasmo fue breve, pero intenso y me gustó.
Me deslicé entre sus piernas y su coño invitante acogió cálidamente a mi polla entiesada. Me encorvé un poco para seguir succionando su pecho izquierdo. Esto no podía terminar, así como así, necesitaba más de sus tetas, pero tenia solo una boca, así que con mi mano derecha empujé su teta derecha hacia arriba y le dije.
—¿Me ayudas con esta, mamá? …
Mamá reemplazó mi mano por la suya y tiró de su teta a su propia boca comenzando a succionar su duro pezón, mientras tanto yo seguí follando su coño dulce y lentamente.
—¡Hijo! … ¿No crees que esto es una tontería? …
—¿Tontería? … ¿Acaso al héroe de la marina no le gustaba chuparte las tetas? … ¿Debía tener algún problema a la cabeza si no le gustaba esto? … ¡No es una tontería! … ¡Es lo máximo! … ¡Estoy en el paraíso! …
Mamá siguió lamiendo y chupando su hermosa teta gordinflona. No hay nada más sexy que el ver a una mujer succionar su propio seno. Es fascinante. Saqué mi polla de su coño y la arrimé arriba sobre su teta, restregando los fluidos de ella y los míos sobre su pezón, a mamá pareció agradarle mucho porque se superó e inicio a chupar su teta y lamer mi polla con verdadera pasión.
Froté su coño con mis dedos y extraje más jugos, los unté en el profundo surco de sus tetas. Sentado a horcajadas sobre su estómago, metí mi polla entre sus redondos y acogedores senos maternos. Ella los apretó juntitos y yo comencé a follar su cálida y húmeda estrechez. Mi polla desaparecía por completo entre sus tetas algodonosas, luego la punta emergía por la parte superior, donde mamá aprovechaba de estirar su lengua y darme besitos y lametones. Fue maravilloso follar sus tetas. Al inicio las follé lentamente, luego más y más rápido, después lo hice como un loco, follando sus tetas furiosamente, mamá comenzó a animarme.
—¡Córrete en mi boca, bebé! … ¡Échamelo en mi cara! … ¡Córrete para mí! … ¡Llena mis tetas con tu lechita, Gabriel! …
Me animó con tanto fervor que no pude contenerme. Un grueso y denso chorro perlado cayó directamente en su lengua, un segundo sobre su labio superior, otro sobre su frente. Entonces tomé mi pene y el resto lo apunté a sus pezones, estrujando mi polla y restregándola contra la suave piel de sus tetas y esparciendo todo mi semen sobre ellas. Cansado, pero todavía realmente excitado, me deslicé entre sus piernas y respiré el cálido aroma que emanaba la enjundiosa vulva de mamá con su labios húmedos y gordos, su perfume era embriagador.
Cuando le hago sexo oral a una mujer trato de ser delicado, inicio suave y lentamente, poco a poco aumento la intensidad para llevarla de a poco a un alto nivel de excitación. Pero a centímetros del gordito coño de mi madre, algo se apoderó de mi y si hubiera podido, habría metido mi entera cabeza en su chocho. Me abalancé desesperado, abrí mi boca para beber todos sus fluidos. Froté mi cara en su vagina, la lamí, la besé, la chupé por una decena de minutos. De vez en cuando la miraba a los ojos, pero casi siempre los tenía cerrados con una expresión de agonía, a veces solo veía sus tetas cimbreando sobre su pecho y ella con su espalda arqueada y su cabeza perdida en la almohadas. Gemía intensamente y a veces corcoveaba y tiraba de mis cabellos. Cuando se estremeció y juntó sus muslos encerrando mis mejillas entre ellos, le metí dos dedos en el culo. Ella chilló fuerte. Su grito me sacó del trance donde estaba y me di cuenta de que estaba teniendo sexo con mamá en su propia cama. Me sentí dichoso, inmediatamente supuse que esta no iba a ser la primera y única vez. Ya sabía que íbamos a follar muy seguido. ¡Oh, sí que íbamos a follar! ¡Sí que íbamos a tener mucho sexo ella y yo!
Cuando finalmente se corrió, varios chorros salieron de su vagina y me bañó la cara con su lechita femenina.
—¡Ven aquí, bebito mío! …
Me llamó extendiendo su manos hacia mí. Agarró mi cara y me besó apasionadamente. Saboreó los fluidos en mi cara, todavía había gotas en mi mentón. Me lamió las mejillas, la boca y mi barbilla, limpiándome con su lengua, como toda madre premurosa haría con su cachorro. Me serené un poco y le pregunté.
—¿Qué te parece un poco de sexo anal? …
—¡Oh, sí! … ¡Fantástico! … Pero ahora, no …
—¿Por qué no? … Estoy seguro de que podría lubricarte o …
—¡Gabriel, querido! … No se trata de eso … Como te lo explico, las vías tienen que estar despejadas … No puedes hacerlo si hay un tren en el andén, ¿entiendes? …
Me quedé pensativo por unos segundos tratando de descifrar el discurso de mamá y entendí.
—¡Oh! … ¡Ooohhh! … ¡Santo cielo! … Debemos evitar cualquier colisión ahí dentro, ¿verdad? …
—¡Ehm! … ¡Así es! … Pero para mañana la estación estará despejada otra vez …
—Qué bien, mamá … Entonces ese será mi regalo del día de la madre para ti …
—Tenlo por seguro de que me va a encantar, querido …
—Mami, ¿Por qué no me cuentas algo más sobre la mujer del otro día? …
—¿Sylvana? …
—¡Sí, ella, Sylvana! … ¿Qué pensaban hacer? …
—¡Oh, Dios! … ¡Qué vergüenza, Gabriel! …
—¡Pero, mami! … ¡Te he comido el coño! … ¡Has chupado mi polla! … ¿Por qué no puedes contarme algo sobre tu extraña cita con Sylvana? …
—¡Vale! … Bueno, como te dije … Ella y yo una noche bebimos y nos desahogamos contándonos nuestras penurias … Nos confesamos que nos masturbábamos en ausencia de nuestros maridos y que bien se sentiría sentir un orgasmo sin estar em completa soledad … Estábamos tan borrachas que nos pareció de toda justicia ayudarnos mutuamente … Nunca dijimos como … Después de algunos días ninguna de las dos dijo nada … Pensé que se había tratado solo de una charla de borrachas … Entonces, el miércoles, ella me llamó … Estaba viendo porno igual que yo … Nos acompañamos al teléfono mientras lo hacíamos y nos corríamos …
—¡Guau, mami! … ¡Qué bien! …
—Entonces fue que concordamos de juntarnos el viernes … Íbamos solo a estar en la misma habitación … Lo prometimos … Nada de tocarnos … No éramos lesbianas … Solo dos mujeres que buscaban compañía …
—¡Uhm! …
—Bueno … Vino después de cenar y bebimos un poco de vino … ¡Ehm! … Probablemente mucho más que un poco … Las dos estábamos muy nerviosas … Vaciamos una botella … Entonces respiré profundamente y dije algo como …
—¿Entonces? …
—Subimos … Nos sentamos en mi cama y pregunté, ¿Qué cosa podríamos ver? … Sylvana tomó el control remoto y puso varios videos de chicas solas, chicas con chicas, chicas con juguetes … ¡Madre de Dios! … ¡Esas mujeres eran unas pervertidas! … ¡Unas zorras descaradas! … ¡Incluso se corrían lanzando chorros ridículos al aire! …
—Sí … Eso ya lo sé … Pero es solo pipi, ¿no? … Nadie podría orinar a un metro y medio de altura, ¿verdad? …
—No sé lo que es … Y en realidad parecen ridículos esos chorros tan enormes … Pero al mismo tiempo … Lo encontré libidinoso y muy cachondo … Muy caliente y sexy … Y no solo para mí, Sylvana estaba fascinada …
—Sí … Casi sin darme cuenta comencé a frotar mi coño por sobre mi ropa … Sylvana sugirió que sería bueno desvestirnos … Así que nos desnudamos … Era la primera vez que veía a una mujer adulta desnuda … Nos miramos excitadas e inquietas … Mirábamos nuestros cuerpos desnudos … Sylvana lucía muy hermosa, pero restamos inmóviles … En ese momento en la pantalla una chica dio un tremendo grito y comenzó a rociar a las otras chicas con un potente chorro que salía de su vulva abierta … Entonces recordamos por y para qué estábamos allí …
—¡Guau! …
—Sí, entonces saqué mi bolso con los vibradores y consoladores … Le di a elegir uno y yo elegí mi favorito … Abrimos nuestras piernas y comenzamos a tantear nuestros coños con los juguetes vibratorios … Se sintió agradable … Muy agradable tener un cuerpo vivo a mi lado … Pero … ¡No tan agradable como esto! …
Dijo aferrando mi polla semi flácida. Se inclinó y le dio un beso a mi pija. Intrigado le pregunté.
—¿Y entonces qué? … ¿Ahí fue cuándo entre yo? …
—No … No todavía … Ella metió su consolador profundamente en su coño peludo y yo hice lo mismo empalando mi coño depilado … Nos follamos deseosas nuestros coños … Entonces Sylvana sugirió que hiciéramos un intercambio de consoladores … Ella me pasó el suyo y yo le di el mío … Ella agarró mi consolador y comenzó a chuparlo como si fuera un helado, lamiendo todos mis jugos directamente de mi consolador … Luego lo acomodó sobre el edredón y se penetró profundamente comenzando a saltar sobre eso … Mi miraba expectante, pero yo no me atreví a chupar su consolador, simplemente lo acomodé entre los labios mojados de mi conchita y en ese momento escuchamos tu voz …
—Pero te hubiera gustado chuparlo, ¿no? …
—¡Ay, no sé! … Me volví loca cuando te vi … Quería morirme … Tú te fuiste y me dejaste desesperada sin poder explicarte como habían sucedido las cosas …
—Pero te hubiera gustado chuparlo, ¿verdad? …
Mamá se quedó pensativa por un momento, luego pasó su pierna sobre la mía y agregó.
—Para ser honesta … Creo que sí, me hubiera gustado probarla … Pero no fui capaz de hacerlo …
Le sonreí en forma mordaz y le dije.
—Perdóname por haber interrumpido tu relación lésbica, mamá …
—¡No estábamos en ninguna relación lésbica! …
—Bueno … Tal vez no todavía … Pero creo que ustedes tienen ese asunto pendiente, ¿no? …
—¿Quién sabe? … ¿Y que va a suceder contigo y conmigo? …
—En realidad no lo sé, mamá … No he pensado a nada todavía … ¿Qué quieres hacer tú? …
—Bueno … Me gustaría que estuviéramos mucho más tiempo así …
—A mi también me gustaría, mami … Y podemos, ¿no? … ¿Cuándo vuelve a casa, papá? …
—No sé, creo que por octubre o noviembre …
—Bueno … Yo tengo que volver a la universidad … Podríamos estar todo el caluroso verano juntos, ¿no? …
—¿Sí? … ¿Y cómo vuelvo a mirar a tu padre a la cara? … ¿Cómo lo hago a hablar por teléfono con él? … Y de un divorcio ni hablar … Sería fatal para su carrera y su ascenso …
—Pero quizás no sea necesario que te divorcies … Cuándo yo esté en la universidad tal vez tu puedas reconectar con él … ¡Uhm! … No sé …
—¿Eso es lo que quieres, Gabriel? … ¿Quieres que reconectemos? … ¿Quieres que le de una de esas pastillitas azules y que empiece a follar con él otra vez? …
No pude responder. No sabía que decir. Todo era tan maravilloso hace solo quince minutos, pero ahora la horrible realidad asomó su verdadera cara.
—No lo sé, mamá … Te juro que no lo sé … Pero creo que sería maravilloso que aprovecháramos el tiempo de estar juntos … ¿Te parece si mañana volvemos a salir a cenar? …
Mamá cambió su ceño fruncido por una maravillosa sonrisa, entonces agregué.
—¿Y que hay de Sylvana? … ¿Tiene hijos? … ¿Tal vez pueda acompañarnos? …
—La voy a llamar e invitarla a venir con nosotros …
Después de eso me fui a mi dormitorio a lavarme y me acosté a dormir. Mamá se quedó sola con su celular, dispuesta a llamar a la vecina.
Me desperté cerca de las ocho de la mañana. Dia domingo, era el día de la madre y yo debía darle el regalo a mamá, su culo debería estar despejado. Entré a su cuarto y ella ya estaba despierta, comencé a tocarla y la besé saludándola en su día, enseguida quería darle por el culo, pero ella me detuvo.
—¡Espera! … Tu padre siempre me llama a las nueve en este día … Quiero estar despierta y lista …
Mamá se levantó a toda prisa y corrió al baño cubriendo todas sus partes desnudas. Me pareció cómico que ella hiciera eso después de haber follado conmigo el día anterior, pero para ciertas cosas, mamá es todavía a la antigua, hace todo con decoro y recato; escondiéndose de mí. Pero no puedo culparla, probablemente debe ponerse en modo “esposa”, para hablar con papá.
Me recosté en la cama con mi furiosa erección. Ayer habíamos follado dos veces. Cada vez fue igual o mejor a la precedente. Cuando mamá se corre es genial, lo disfruta de verdad, ella chilla y grita, gime, llorisquea y ríe como una bebita con juguete nuevo. Después me besa tanto. Bueno de este modo mi erección jamás cederá, no puedo dejar de pensar en ella. Viendo con los ojos cerrados como se veía su cuerpo a la tenue luz de su dormitorio mientras me montaba como una vaquera, saltando sobre mis bolas. Con sus tetas que se movían ágilmente en forma autónoma, como si fueran las dueñas del cuerpo de mamá.
Mamá salió del baño con su tradicional bata rosada gruesa y larga. Apenas se le veían las puntas de los pies. Pero se había maquillado y había cepillado sus cabellos. Aún podía ver trazas de semen seco, pero no se lo dije.
—¡Vamos! … ¡Déjame! … ¡Necesito hablar con tu padre! … ¡Has algo con esa cosa, por Dios! …
Dijo apuntando a mi dura polla. Encendí la tele y la puse a voz baja. Había una película de Schwarzenegger, ¡Genial! Mamá pacientemente se sentó en el escritorio y se arregló un poco el maquillaje de su cara, me parece que también depiló un poco sus cejas y era las 08:59:59 segundos cuando su celular sonó. Era el Capitán al teléfono. La escuché reír con papá, estaban bromeando sobre alguna cosa de ellos. Puse la tele en modo Internet y me conecté a un sitio de lesbianas, muy pronto vi a la rubia peli teñida Prinzzes teniendo un intenso orgasmo mientras una jovencita lamía su coño pequeñito.
Mamá continuaba su entretenida charla con papá y escuché que le decía.
—Sí … Está en casa … Llegó el viernes …
Se giró para mirarme y me encontró acariciando mi polla y viendo a lesbianas concentradas en frotar un coño contra la otra. Rápidamente se giró del lado opuesto para no ver.
—Sí, está bien … Pero al parecer no se le quita lo idiota …
Dijo sin voltearse, pero levantando su mano izquierda con su dedo medio levantado.
—Debe ser porque rompió con esa chica estúpida que tenía … Sí … Sí, esa flacuchenta que no tenía carne ni siquiera para una albóndiga … Sí, pero el muy idiota la quería tanto …
Pensé que era hora de intervenir esa llamada. Ella sostenía el teléfono con su mano derecha y el teléfono apoyado a su oído. Me levanté y me acerqué a ella con mi polla dura y se la puse en su oreja izquierda. Me empujó intentando apartarme, pero no lo logró y todo eso la distrajo.
—Sí, querido … ¿Qué me estabas diciendo? … A ratos no te escucho bien … Se me resbaló el teléfono … ¿Ah? … ¡Ah-ha! … ¡Oh, sí! … ¿La esposa del Almirante? … ¡Uhm, sí! …
Y bla-bla-bla. Continuó hablando con papá. Traté de meter las manos en su bata para acariciar sus senos, pero esa bata gruesa es como una caja fuerte, inexpugnable. Giré la silla para que estuviera volteada hacia mí. Abrí mis piernas y acerqué mi polla a sus labios. Papá se había explayado sobre unidades de la marina inglesa que la Armada pensaba comprar y yo ya tenía un tercio de mi polla en la boca de mamá. De repente tuvo que escupirlo para responderle a papá.
—¡Mmmmhhuummggg! … ¡Gggnnuummm! … ¡Cofff! … ¡Cofff! … Lo siento, cariño … Algo se me atravesó en la garganta … ¡Uhm! … ¡Sí! … ¡Eso sería genial! … ¡Nos encantaría verte el próximo mes! …
Dijo mamá empujándome con fuerza, tuve que moverme para no caerme.
—Sí, cariño … Está aquí … Ahora lo llamo … ¡Gabriel! … ¡Gabriel, es tu padre! … Sí, cariño … Gracias, yo también te quiero … Aquí te dejó con Gabriel … Adiós, cariño …
¡Dios Santo! Papá quería hablar conmigo. Teníamos que hacerlo bien, así que esperó unos segundos y luego me pasó el teléfono.
—¡Oye, papá, hola! … ¡Mierda! … Perdona papi, acabo de apretarme el pie con la silla …
En realidad, mamá había tomado mi polla y la había doblado hacia abajo. No se debe hacer eso cuando una polla está así de dura, me dolió.
—¡Qué bueno que vienes a casa! … ¡Eso está bien … Tal vez puedas decirme algo de…… ¡Uhm! Se siente bien eso … ¡Fantástico! …
Mamá había tomado una de mis bolas y la había engullido lameteándola con su lengua. Se sentía de maravillas, había abierto su bata y me mostraba sus grandes tetas bamboleándose pesantemente.
—¡Oh, no, papá! … Es que estoy viendo en la tele que aumentaran las becas para el próximo año … ¡Uhm! … Sí, papá … Sí, papá … No te preocupes, papá … Sí, sí que te la cuidaré, papá …
Mamá entendió que estábamos terminado la conversación, así que se levantó y corrió al baño, sentí que giraba el seguro para cerrar la puerta por dentro. Rápidamente me despedí de papá y corrí a la puerta del baño. Le di unos golpe y grité.
—¡Vamos, mamá! … ¡Abre esa puerta! … ¡Es el día de la madre y quiero darte tu regalo! …
—¡No! … Nada de eso … Vete y vístete … Iremos a almorzar con Sylvana …
Un poco acongojado y con mi polla tiesa como pata de pirata, me fui a bañar para vestirme.
A las 12:30 estábamos a “La Parrillada Argentina”, mamá, Sylvana y yo. La camarera era la misma de la última vez, inmediatamente nos recibió con una sonrisita reveladora, solo preguntó si había una madre entre las dos mujeres que me acompañaban. Mamá y Sylvana permanecieron calladas y yo no dije nada. Nos llevaron a una mesa reservada por mamá, un poco más privada que la vez pasada.
Ahora debo decir algo de Sylvana. Era mucho más joven que mamá. No tenía hijos y su marido era teniente en la escuadra nacional que se encontraba por los mares del sur en ejercicios navales con la marina americana. Por lo que era más de un mes que no lo veía. Era unos centímetros más baja que mamá, delgada y con pechos notablemente más pequeños. Cabellos rubios cortísimos, una bella cara y guapísima como mamá.
Mamá vestía una falda a mitad del muslo que se ceñía muy bien a su culo redondo, Sylvana una minifalda muy amplia que revelaba sus nalgas cada vez que se alzaba un poco de viento, lo que la metía en embarazo tratando de bajarla, pero al inicio de la primavera el viento es constante, así que a menudo estaba juntando sus muslos y empujando su falda hacia abajo.
—Bueno … ¿Y cómo se conocieron tú y mamá? …
Pregunté para iniciar la conversación, ya habíamos bebido un par de pisco sours, por lo que no era necesario parecer muy discreto.
—¡Ehm! … Hay un grupo de Chat en WhatsApp para esposas de marinos … Allí nos contamos nuestras cosas … Nos conocemos un poco más … Conversamos sobre nuestra aflicciones y nos brindamos ayuda al respecto … Chicas de la misma zona pueden ayudarse con los niños y cosas así … Citas a pediatras o ginecólogos … Las que vivimos más cerca la una de la otra, a veces nos juntamos para reforzar la amistad … Y conversar de cosas que no podemos decir en Línea … Y bueno, ahora estamos aquí …
—¡Genial! … ¡Ah! … ¡Ehm! … Disculpa por no haber llamado el otro día …
—¡Oh!, no te preocupes … No había sucedido nada … Esa es la verdad, nada pasó …
—Sylvana, ¿Puedo hacerte una pregunta un poco personal? …
—Adelante … Dime … Lo que sea …
—¿Piensas permanecer con tu marido? …
—¡Pero por supuesto! … ¡Me casé con él! … ¡Lo amo tantísimo! …
—¡Oh!, ya veo …
—Pero tengo que decir que lo echo mucho de menos … Entonces necesito tener algún contacto de vez en cuando … A él no le importa, siempre y cuando sean solo chicas … Cuando él vuelve a casa se lo cuento todo y él me recompensa todos los días y algunas veces varias veces en el día … Y así somos felices …
—Sylvana … —Interrumpió, mamá.
—¡Ehm! … ¿Sí? …
—Yo … ¡Ehm! … Nosotros, estábamos pensando que sería agradable pasar el resto del día en nuestra casa …
Sylvana me miró a mí y esbozó una sonrisa enigmática, pero graciosa y dijo.
—Bueno … Creo que podría hacerlo … Pero tengo una regla inflexible … Es todo o nada …
Mamá me miró a mí y luego volvió su rostro hacia Sylvana.
—¡Vamos! … ¡Dilo! … Nos tenemos confianza, ¿no? …
Sylvana se volteó hacia mí y en tono serio dijo.
—Tú, jovencito … No me vas a tocar, de ningún modo … Yo tampoco te tocaré … Y si yo no lo hago, tú tampoco lo harás, ¿vale? …
Su tono de voz no admitía acuerdos, tal como dijo era “Todo o nada”, un poco desanimado le dije.
—Está bien … Pero mamá lo deseaba tanto … Bueno … Respeto tu punto, pero al menos puedo estar cerca, ¿no? …
—Puedes acercarte todo lo que tu quieras, pero nada de tocar … Por lo menos no a mí … ¿vale? …
—De acuerdo, ¡vale! …
Continuamos a comer la deliciosa comida; mamá le contó a Sylvana historias tiernas sobre mi niñez y muchas otras boberías que yo había hecho al crecer. Ellas bebieron mucho más que yo que tuve que moderarme, pues debía conducir de regreso a casa. Se reían como colegialas y se prodigaron algunas caricias cuando creían que nadie las veía. Se me puso duro como palo al verlas tan alegres coqueteando la una con la otra. Me pregunté cuán estricta y verdadera iba a ser la firme regla de Sylvana de “No tocar”.
Finalmente cancelamos lo adeudado y nos levantamos para irnos. El maître nos despidió, mamá le dio un beso en la mejilla y yo me despedí de la camarera abrazándola y acariciando su firme culo, le dije.
—Algún día volveremos a vernos …
—¿Todos? … ¿O solo tú? …
Intenté responder, pero mamá me tiró de la mano y me alejó de ella.
Conduje a casa por una ruta no muy congestionada. Mamá se había acomodada en el asiento trasero, dejando que Sylvana se sentara en el asiento delantero conmigo. No supe porque había hecho eso, hasta cuando vi sus manos que aparecieron de detrás del asiento y comenzó a tocar a Sylvana, ella quería acariciarla. Sylvana no se inquieto mucho, solo dejó escapar un par de sonoros gemidos.
—¡Ohhh! … ¡Uhhh! …
Cuando las manos de mamá se posaron delicadamente primero sobre su pecho izquierdo, Sylvana se recostó con los ojos cerrados, luego ella misma manejó el asiento y lo hizo reclinar casi completamente hacia atrás. Ahora mamá podía jugar con sus dos senos. Comenzó a desabotonar su blusa hábilmente. ¡Mierda! Me pasé la salida de la autopista, pero no importa, saldré por la siguiente.
Algunos carros hicieron sonar sus bocinas cuando mamá despojó a Sylvana de su sujetador y metió a la luz sus delicados pechos de joven mujer. Eran unas perfectas copas de champagne. Sylvana gimió tenuemente acomodándose y dejándose sobajear por mamá. Salí de la autopista, mamá se había quitado su blusa y sus hermosos pechos se cimbreaban con los movimientos del auto. Trataba de poner sus bellos y grandes senos en contacto con los senos delicados y no muy grandes de Sylvana. Llegamos a casa y accioné el control remoto para abrir la puerta del garaje y no entrar por la puerta principal, para que las chicas tuvieran una completa intimidad y privacidad.
Mamá me dijo que preparara algo de beber y ellas subieron tomadas de la mano las escaleras. Preparé una jarra de medio litro de Margarita mezclando vodka y tequila con poco zumo de lima y mucho hielo. Sabía que no podía tocar, pero sí mirar, entonces subí las escaleras con los tragos.
Ambas estaban sobre la cama de mamá acariciándose y besándose. Aún no se habían quitado faldas y zapatos, pero las dos estaban desnudas de la cintura para arriba. Sylvana estaba fascinada y perdida entre las tetas de mamá; sé muy bien lo que se siente al estar rodeado por ese océano de tetas que posee mi madre. Mamá me miró extasiada con sus ojos claros e hizo in gesto para que me desvistiera, no me lo hice repetir dos veces, en menos que canta un gallo estaba ya pateando mis boxers a los pies de la cama de mamá. Mamá hizo otro gesto inequivocable de que quería chupar mi polla, me acerqué a ella por el lado opuesto a Sylvana, para evitar de tocar su preciosa humanidad; lentamente acerqué mi polla a los labios de mamá y ella comenzó a devorarme fervorosamente.
Sylvana levantó su vista y sus ojos se iluminaron en agradable sorpresa.
—¡Guau! … ¡No bromeabas! … ¡Incesto de madre e hijo! … ¡Genial! …
Luego volvió a chupar los pezones de mi madre, pero sin apartar la vista de los labios de mamá que succionaba mi polla deliciosamente. Mamá me daba lametones y profundas chupadas mientras acariciaba mis cojones, al parecer disfrutaba lamiendo mi polla y ver a una mujer que chupaba sus grandes tetas. Yo era el único desnudo totalmente, entonces pregunté.
—¿Van a quedarse con ropa todo el día? …
Sylvana lentamente se apartó, me miró fijamente mientras bajaba la cremallera lateral de su faldita y luego se la quitaba. Apareció un casto liguero blanquísimo que le quedaba perfecto a su piel canela y enmarcaba exquisitamente su coño finamente recortado. ¡No llevaba bragas! Se deslizó al lado de mamá y desabrochó su falda, luego la fue bajando lentamente mientras mamá levantaba sus caderas. ¡Mamá tampoco portaba bragas! ¡Santo Jesús! ¿Pero que les pasa a las mujeres que hoy olvidan todo? ¿Acaso se olvidaron de sus bragas? ¡Tal parece que no recuerdan nada!
Sylvana me hizo señas de que me apartara, ella se montó sobre las pantorrillas de mamá y luego trepó lentamente por su pelvis, aplasto su firmes y pequeñas tetas sobre el coño lampiño de mamá, masajeando su duro pezón entre los labios entreabierto del pequeño coño hinchado de mi madre. Siguió subiendo hasta que sus tetas bañadas con los fluidos de mamá estuvieron al alcance de los labios de ella y se los ofreció para chuparlos. Luego montó su cara y con sus dedos abrió la labia empapada de su rajita mojada y caliente. ¡Dios! ¡Sylvana estaba muy caliente! ¡Podía oler la fragancia de su coño desde mi posición!
Mamá sacó su lengua suave y mojada y comenzó a lamer el coño de la vecina. Me moví para ver mejor como mamá se comía el coño de Sylvana. La lamió suavemente, luego abrió su mojada panocha con sus dedos y comenzó a succionar y lamer el interior del coño de su amiga. Sylvana se estaba volviendo loca y yo estaba a punto de explotar. Luego mamá se puso más osada, empujó a Sylvana sobre su espalda, aferró sus piernas en el aire y se botó de cabeza contra su coño abierto, bebiendo y comiendo, hozando y lamiendo, mordiendo y chupando. Sylvana aferró sus muslos en el aire y las manos de mamá quedaron libres, entonces separó los labios del coño de la vecina ampliamente y devoró su interior hurgueteando y revolviendo con su lengua todo lo que encontraba a su paso. Sylvana chillaba y corcoveaba con sus caderas empujando su ingle contra la boca famélica de mamá. Era muy difícil no tocar a Sylvana. Sus tetas pedían a gritos que alguien las masajeara, manoseara, amasara y chupara. Mamá le agarró las nalgas y comenzó a lamer la engurruñada estrellita de su ano diminuto, metiendo su lengua y abriendo con sus dedos sus apretados glúteos. Sylvana gritó, su rostro se contrajo en una mueca de agonía mientras sus puños golpeaban el edredón y sus muslos temblaban incontrolablemente apretando las mejillas de mamá, era su poderoso orgasmo y ella gritaba desesperada y dichosa.
—¡Cristo Santo! … ¡Hmmmmmm! … ¡Joder, tía! ¡Ahhhhh! … ¡Oh, Gloria! … ¡Ummmmm! … ¡Me estás matando! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Por Dios! … ¡Aaaahhh! … ¡Que rico! …
Finalmente se quedó sin fuerzas y se desarmó como una muñeca de trapo. Observé atónito la cara de mamá toda cubierta con los fluidos de mujer y esa enorme sonrisa que iluminaba toda la habitación. Lentamente me acerqué a mamá.
—¡Oye, no me toques! …
Exclamó Sylvana repentinamente abriendo sus ojos de manera recelosa de mí.
—No te tocaré, pero voy a beber los jugos de tu hermoso coño …
Tomé el rostro de mamá y la besé ardientemente, luego mirando los ojos ampliamente abiertos de Sylvana, procedí a lamer su boca, sus mejillas y su barbilla, gozando los deliciosos jugos del coño de Sylvana; ligeramente diferente al coño de mamá, pero siempre jugos de la panocha de ella.
—¡Mmmmmm! … ¡Ummmmm! … ¡Deliciosos! … ¡Néctar de dioses! …
Miré a Sylvana significativamente mientras tragaba sus jugos, me sonrió, pero se mantuvo a distancia mientras trataba de posicionarse entre las piernas de mamá. Me puse detrás de mamá y aferré sus voluminosos pechos, luego empujé su cabeza hacia abajo.
—¿Puedes creerlo, mami? …
—¿Qué? …
—¡Ha sido un fin de semana genial! … ¡Ahora mismo te están comiendo el coño, mami! … ¿Te gusta? …
—¡Oh, sí! … ¡Hmmmm, Sylvana! … ¿Qué me haces? … Soy una putita guarrilla, ¿verdad Gabriel? …
Me acerqué a la mesita de noche, encontré unos de sus vibradores y se lo pasé a Sylvana. Lo usó con rapidez y delicadeza. Traté de ver y asimilar cómo una mujer le come el coño a otra mujer, porque dicen que una mujer come el coño de forma diferente a la de un hombre. La respiración agitada de mamá me sacó de mi contemplación; procedí a pellizcar y tirar de sus pezones y mamá realmente se excitó y comenzó a restregar su coño en la boca de Sylvana.
—¡Joder! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Sí! … ¡Que rico qué chupas mi panocha, Sylvana! …
Sylvana estaba bebiendo todo el jugo de coño de mamá, pero se dio tiempo para responder.
—¿Deveras te gusta? … ¡Nunca lo había hecho! …
—Lo haces muy bien … Eres increíble, Sylvana …
Dijo mamá, entonces recordé que Sylvana había dicho que había tenido alguna diversión con otras chicas y repliqué.
—¿Cómo? … ¿Creí que habías dicho que ya habías liado con otras chicas? …
—Sí, pero solo boberías … Besos y caricias … Esto nunca … Me encanta, me encanta … ¡Dios, sí que me gusta! …
Mi polla iba a reventar de un momento a otro, no podía aguantar más. Necesitaba un poco de acción ahora mismo. Hice que Sylvana se extendiera boca arriba sobre la cama y luego empujé a mamá para que se subiera encima de su cabeza y adoptaran la posición del sesenta y nueve. Mamá estaba desesperada por correrse, así que se echó encima de la cara de Sylvana al tiempo que abría sus piernas ampliamente. Luego procedió a inclinarse para comer el coño de la vecina. Me coloqué detrás de mamá, me costó un poco posicionarme porque debía hacerlo sin tocar a una cierta persona, pero finalmente lo conseguí. El coño de mamá estaba tan húmedo y resbaladizo, que mi polla simplemente la penetró como si nada. No es que estuviera suelta, solo que yo estaba tan duro y caliente, que su coño pareció derretirse como un trozo de mantequilla sin ofrecer ninguna resistencia. ¡Ohhh!, este era mi lugar, dentro del caliente coño de mi madre. Eso se me pasó por la mente mientras mi polla se hundía más y más profundo horadando su caliente conchita.
—¡Oh, querido! … ¡Qué rico que te siento! …
—Te gusta la polla de tu hijo, ¿eh? …
Dijo Sylvana lamiendo con su lengua a chicotazos el clítoris de mamá y, si no me equivoco, mi pelotas golpeaban su nariz y la tocaban, pero no se quejó. Me retiré un poco y me volví a enterrar en la panocha cálida de mamá y, sí, mis pelotas se arrastraban sobre algo. La idea de tocar a la intocable me excito sobre manera. Mamá gimió más sintiendo mis enérgicas embestidas y bajó su coño para sentir mejor la lengua de Sylvana.
—¡Ay, chicos! … ¡Me están matando! … ¡Esta será mi posición favorita de ahora en adelante! … ¡Joder! … ¡Qué rico se siente! …
Mamá dejó de lamer y chupar el coño de la esposa del teniente, simplemente no podía concentrarse y apoyó su cabeza en su conchita y se dejó querer.
Había agarrado a mamá por sus caderas y decidí darle algo más duro, nalgadas.
—¡Slaap! …
—¡Ay! … ¿Por qué fue eso? …
—Para darte tu merecido … ¡Slaap! …
—¡Merecido de qué? …
—Por ser tan guarrilla … ¡Slaap! …
—Soy muy putita, ¿verdad? …
—¡Slaap! … Eso es muy poco decir …
—¿Una guarra putita? …
—¡Slaap! … Te acercas …
—Entonces me deberían haber dado muchas más nalgadas, ¿no? …
—¡Slaap! … Así es guarrilla … Eres una putita muy cachonda y guarra … ¡Slaap …
Sylvana y mamá se rieron. Apareció un temblor en las enrojecidas nalgas de mamá y yo ya sabía que significaba eso. Su estremecimiento se sintió muy bien en mi polla, así que aumenté mí implacable ataque a su coño follándola mucho más rápido.
—¡Ohhh, mami! … ¡Ohhh, mami! … ¡Ohhh, mami! … ¡Mami, mami, mami! … ¡Ssiii, mami! …
—¡Ohhhh! … ¡Gabriel, querido! … ¡Fóllame rico! … ¡Fóllame! … ¡Folla a tu mami guarrilla! … ¡Fóllame como merezco ser follada! … ¡Folla a tu mami putita! … ¡Soy una putita! … ¡Soy una putita! … ¡Soy una putita! …
Al parecer le gustaba decir eso y a mi también. Estaba en un punto de no retorno, unos segundos más y esto habría terminado.
—¡Me voy a correr, mamá! … ¡Me corro, mami! … ¡Ohhh, ssiii! …
—¡Córrete, hijo! … ¡Córrete en el coño guarro de tu madre! … ¡Córrete en mí! … ¡Dame toda tu lechita! … ¡Lléname toda, querido! …
Y eso fue lo que hice. Mi verga explotó dentro del coño de mamá tan profundo como pude. Mis piernas temblaban mientras disparaba chorro tras chorro en su maravillosa panocha caliente. Era como echar gasolina en la lava de un volcán, mamá y yo estábamos inflamados en llamas de lujuria y placer. Su coño apretaba mi polla y me estrujaba, dijo mi nombre en forma incansable mientras se corría.
—¡Ohhh, Gabriel! … ¡Ummm, Gabriel! … ¡Que rico, Gabriel! … ¡Te amo, Gabriel! …
Perdí la noción de todo, pero a momentos me recordé de Sylvana y quise saber que hacía ella. Saqué mi polla del coño de mamá y Sylvana expectante comenzó a sorber mi semen que goteaba directamente de la conchita rebosada de esperma. Se me ocurrió avisarle a mamá.
—¡Mamá! … ¡Se lo está comiendo todo! …
—¡Oh, Sylvana! … ¡Guárdame un poco! …
Sylvana tragó un poco y luego le dio palmaditas en el trasero de mamá para avisarle que viniera por su parte. Mamá rápidamente se giró y comenzó a besarla e intercambiaron mi semen de boca a boca. Me recosté observando el cachondo espectáculo, entonces mamá vino hacia mí y me besó con su boca llena de semen, lamí sus labios porque sabía que ella iba a disfrutar eso. Cuando nos separamos, le dije.
—¡Mami, eres una verdadera guarrilla cachonda! …
Luego de algunos minutos, Sylvana dijo que tenía que irse. Le dijo a mamá.
—¡No! … ¡No te levantes! … Tengo que ir a alimentar a mi mascota … Además, es tu día y tienes que disfrutarlo con tu hijo, querida Gloria …
Nos quedamos un poco decepcionados, pero al mismo tiempo era agradable estar otra vez a solas. No fue necesario acompañar a Sylvana, ella conocía muy bien el camino. Me puse encima de mamá y nos besamos disfrutando del sabor a semen que había en nuestras bocas.
Rompimos el beso y me estiré a sacar de su mesita de noche un tubo de Astroglide; lubriqué mi polla por completo. ¡Dios! Nunca había usado nada parecido y se sentía genial. Mamá que me observaba atentamente, en forma suspicaz me preguntó.
—¿Qué pretendes hacer con eso? …
—¿Cómo va el horario de los trenes, mami? …
—Andén totalmente desocupado …
Dijo tomando un cojín y colocando bajo sus glúteos. Eché un poco de lubricante directamente en su apretado agujero rosa marrón. Me acerqué con mis piernas bajo sus nalgas, puse más lubricante en mi polla y guié mi pene hacia adelante. Mi polla chocó con su apretado trasero, empujé un poco contra la diminuta rajita, la hendedura cedió y me permitió avanzar. Miré a los ojos de mi madre y comencé a empujar. Mamá me sonrió, pero hizo también algunas muecas de molestias, movió sus nalgas y las abrió con sus manos. Mi gruesa cabezota venció al anillo anal de su esfínter. Mi polla estaba dentro de su culo, solo faltaban un par de decenas de centímetros. Poco a poco lo fui acomodando y empujando profundamente, mamá hizo un par de muecas, pero luego agarró mi trasero y me tiró dentro de ella. La estrechez de su culo y la suave fricción del lubricante iba a hacer que me corriera muy rápido.
—¡Gabriel, querido! … ¡Pasaron años! … ¡Solo tu padre me enseño a hacer esto! … ¡Nunca nadie más ha estado dentro de mí! …
—Te gusta mami, ¿verdad? …
—¡Oh, sí! … ¡Sé que esta mal! … ¡Esto está muy mal! … ¡Pero me gusta ser una zorra caliente! … ¡Tu padre me enseño a liberarme! … ¡Ahora me lo haces tú y me encanta! … ¡Gracias, Gabriel! … ¡Te quiero tanto, cariño! …
Me sentí realmente emocionado por las sinceras palabras de mamá. Sus palabras eran sagradas para mí y no se me ocurrió nada más que decir.
—¡Feliz día de la madre! …
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