Maniatada y desnuda en mi cama

por
género
bondage

Me desperté boca abajo en la cama.
Intenté incorporarme; pero entonces supe que estaba atada de pies y manos. Además estaba desnuda, al sentir un aire frío en mi espalda.
Lo último que recordaba era haber despedido a mi esposo en la puerta de casa. Víctor había salido en un taxi directo al aeropuerto, para volar en otro de sus habituales viajes de negocios…
Ahora estaba atada a la cama matrimonial… sin saber cómo, ni quién lo había hecho…
Comencé a gritar pidiendo ayuda; pero pronto entendí que era algo inútil. Me retorcí tirando de las cuerdas; pero no tenía escapatoria.
Entonces noté un ardor en mi vagina y además las sábanas estaban humedecidas bajo mi cuerpo. Sentí que mis labios vaginales parecían estar inflamados y también humedecidos… Alguien me había cogido y me había dejado maniatada allí…
“Por fin despertaste, nena…”
Susurró una voz a mis espaldas. Intenté girar mi cabeza, pero él desapareció de mi ángulo de visión. No pude reconocer esa voz.
Una mano acarició mi muslo y eso me hizo estremecer.
“Así me gusta, nena…que todavía tiembles de calentura…”
No entendí a qué se refería con ese comentario. No podía recordar nada desde la noche anterior, cuando me despedí de Víctor.
Intenté hablar para preguntar quién era mi captor; pero no pude articular una sola palabra. Finalmente le pedí que me desatara…
Se rió entre dientes y su mano siguió deslizándose por mi muslo. Pronto sus dedos rozaron mis labios vaginales y entraron con facilidad dentro de mi concha. Pronto encontraron mi clítoris y lo acariciaron con suavidad, arrancándome un suave gemido…
“Así está mejor, nena…todavía estás bien caliente y mojada…”
Entonces sentí el contacto de su piel desnuda sobre la mía. Sus rodillas empujaron mis muslos para abrirlos un poco más.
Enseguida una gruesa verga ensanchó mis labios vaginales y un calor intenso invadió mi concha; en forma de una gruesa pija bastante dura. Su aliento rozó mi nuca y su mano empujó mi cabeza contra las sábanas. El tipo suspiró, mientras su verga seguía deslizándose a fondo dentro de mi vagina empapada.
Yo ni siquiera intenté resistirme bajo el peso de su cuerpo. Cerré mis ojos y me abandoné totalmente; dispuesta a disfrutar de esa verga dura que invadía mi cuerpo. Comencé a gemir más y más.
Su aliento otra vez susurró a mi oído: “Te duele, nena…?”
Sin abrir mis ojos, le respondí que me ardía apenas un poco…
“Es muy gruesa…” Alcancé a quejarme, antes de gemir…
“Estás tan mojada, nena… creo que te gusta…”
Entonces, dándome un sorpresivo tirón de caderas, hundió su verga lo más profundo que pudo, haciéndome gritar de dolor al sentir su cabeza llegando a fondo en mi vagina…
No podía evitar gritar cada vez que su pija se retiraba y volvía a entrar a fondo. Ese hombre me estaba cogiendo de una manera muy brusca, haciendo caso omiso de mis quejidos.
De pronto, sentí que mi propio cuerpo empezaba a traicionarme. Mis caderas empezaron a moverse más rápido, empujando ahora yo contra su agresiva verga dura.
“Perra caliente… A partir de hoy, voy a cogerte cada vez que tu marido te deje sola en casa… Estás muy caliente y necesitada…”
Era verdad; Víctor no me estaba dando demasiado sexo en las últimas semanas… Por eso, yo no podía dejar pasar esa oportunidad de hacerme coger tan bien por un perfecto extraño…
El tipo me estaba bombeando ahora bastante duro. Podía sentir que su verga se ensanchaba todavía más dentro de mi concha. Me estaba cogiendo muy, muy bien, además de hacerlo con dureza.
Estábamos ambos gimiendo de placer; mientras él murmuraba a mi oído que iba a hacerme acabar antes que lo hiciera él.
Yo presentía que eso era verdad. Los sonidos del chapoteo de mi labia eran tremendos; los golpes de piel contra piel resonaban en la habitación. La cama crujía y chirriaba bajo nuestros cuerpos; mientras ese desconocido redoblaba sus embates dentro de mi cuerpo.
Mi vagina de repente se cerró alrededor de esa verga que me empalaba con furia y aullé a todo pulmón, al sentir por fin un tremendo orgasmo; fue algo brutal, delirante, intenso…
Mi cuerpo pareció estallar al sentir ese golpe de electricidad recorriéndome de pies a cabeza. Caí sobre la cama temblando de placer, mi cabeza hundida en la almohada…
Pero todavía faltaba lo mejor: unos segundos después, pude sentir un torrente hirviente invadir mi concha agradecida; mientras ese hombre tensaba su espalda y gruñía de una manera brutal…
Al sentir su semen caliente llenándome, una especie de orgasmo remanente volvió a recorrer mi cuerpo. Aullé como loca…
A primera hora de la mañana yo todavía estaba debajo del cuerpo de ese hombre incansable. Había alternado de a ratos en mi estrecha entrada trasera y ahora el culo me ardía mucho peor que mi concha. Estaba sodomizándome otra vez, cuando sonó mi teléfono. Sin dejar de bombearme el culo, ese hombre se estiró y atendió la llamada. Puso el aparato junto a mi oído. Era mi esposo.
Hablé con Víctor mientras ese hombre no se detenía un solo segundo. Le dije a mi esposo que todo estaba bien en casa. Luego de colgar con él, tuve otro intenso orgasmo vaginal, mientras esa verga dura seguía abusando de mi trasero…
Cuando volví a despertar, seguía desnuda y boca abajo sobre la cama. Mis dos orificios me ardían y dolían mucho. Las sábanas estaban mucho más mojadas que antes…
Pero, al menos, ya no me encontraba maniatada…
escrito el
2018-07-01
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