En la Universidad (Cristina)
por
Shiryu
género
exhibicionismo
Cuando estaba cursando la carrera, tuve un grupo bastante unido, o al menos a mí me lo parecía ya que casi siempre jalábamos para el mismo lado. Dentro del grupo había compañeras que eran de un poblado cercano, como a una hora de la ciudad, pero como no querían estar yendo y viniendo, entre ellas se juntaron y rentaron una casita. Llegaban el lunes a mediodía y se iban el sábado en la mañana, ya que entrabamos a clases a las 3 pm y salíamos dependiendo a las 7 o a las 9 pm.
Esto es importante ya que como se imaginarán era el centro neurálgico del salón, lo mismo para unas buenas pedas los viernes por la noche, para hacer trabajos o para estudiar hasta la madrugada. Dentro del grupo que más nos juntábamos estaba una chica con la que tenía un juego de coqueteos e insinuaciones, sin llegar a nada. La llamaré Cristina, (que por obvias razones no es su verdadero nombre), era chaparrita, yo diría entre 1.55 a 1.60 mts., un poco llenita, con pelo castaño a media espalda, lacio, y que le olía delicioso, un par de tetas de campeonato, un culito levantado aunque la verdad ese sí no tan agraciado, todo eso rematando en unos ojos color miel bastante expresivos.
Ella tenía el mismo novio desde casi creo que secundaria, para entonces casi como seis años con él, sin embargo casi siempre se la pasaban peleando, ya que como si era muy frecuente las reuniones del grupo y no se perdía una, si pasaba ya menos tiempo con él. Desde que entramos a carrera hubo como un flechazo, algo entre los dos, sin embargo nunca llegó a crecer, pero el jugueteo si se dio, es decir, nos echábamos unas miraditas, unas sonrisitas, se mostraba generosamente conmigo, ¿cómo es eso?, pues sabía perfectamente que tenía una delantera de miedo, así que se vestía escotada, más de una vez quedándonos solos se recargaba en los escritorios o mesas depositando ese par de tetas, haciendo que se le juntaran y apretarán como queriendo explotar dentro de la prenda que las aprisionaba, dificultando de sobremanera mi concentración en lo que estuviéramos haciendo. Ella era cerebrito, así que siempre cargaba con una bolsa grande en donde encontrabas desde tijeras, cinta scotch, grapadora, en fin cargaba casi creo hasta con el perico.
Todavía recuerdo que dos semanas antes nos habían invitado a algunos a quedarnos de peda en el poblado un sábado en la noche, y cuando veníamos de regreso en el carro al siguiente día, yo del lado derecho, en medio una compañera y del otro extremo Cristina, quien de costumbre iba con una blusa escotada, en algún momento del camino me ganaron las ganas de ver ese par de tetas de reojo hasta que la compañera de en medio se dio cuenta y le dijo a Cristina, alcanzando a escuchar que le decía, déjalo, que vea lo que no va a tener, me sorprendió y a la vez me encabronó, sin embargo pensé en dejarlo pasar.
Precisamente en una madrugada de estudiada de un lunes, al salir de la casa mis compañeras para fumar un cigarro con un amigo, le comentaba que mis papás saldrían el martes a Monterrey para un estudio médico y estarían fuera hasta el viernes, además de que mi hermano iría con ellos para ver si conseguía trabajo por allá, así que me quedaría solo lo que restaba de la semana. De inmediato mi amigo empezó a maquinar una serie de fiestas, sin embargo la verdad para mí sería de hueva, ya que sé de antemano que éstos cabrones no ayudan a limpiar, entonces imagínense, así que le dije que le iban a dejar las llaves a un tío para que en el lapso de la semana, me visitara de sorpresa, así que no quería problemas.
Mi familia se fue al día siguiente, y no fue hasta el miércoles que sucedió lo que quiero contar. Ya como a las 8 pm, después de llegar de las clases me dispuse a hacer algo de ejercicio y luego a bañarme. Así que entre las dos cosas oigo el timbre, para mi sorpresa era Cristina, la verdad ya casi estaba en la regadera, alcance solo a ponerme un short y traer en la mano una playera, olía a chivo viejo revolcado y aún goteaba del pelo sudor, por lo que pensé sinceramente en no abrir, pero si estaba en la reja de mi casa a esas horas pudiera ser algo urgente, (en aquel entonces aún no había celulares al alcance de todos y eran unos ladrillotes), así que sin pensarlo mucho procedí a abrir, me dijo hola, cómo estás?, a lo que contesté, bien, pero nos acabamos de ver hace una hora en la universidad, así que mejor dime que pasa, como te ayudo, que haces aquí?, ella no parecía incomodarle que yo estuviera sucio, oloroso y con el torso desnudo. Sabes, es que vine con Carlos mi novio; (casualmente vivía en la misma colonia que yo y era un show, porque las pocas veces que hacíamos trabajos en mi casa, como ella tenía carro, siempre que el chavo lo veía, llegaba a buscarla lo cual me cagaba), y me peleé con él, y como me vine en su carro, me salí corriendo de su casa y quiero ver si me prestas tu teléfono, para avisar si vienen por mí. Claro, adelante, la pase al recibidor y le lleve el teléfono inalámbrico para que hablara.
En ese momento si como que ya cavilé como estaba yo físicamente y me dio pena, así que le dije, sabes si quieres diles a tus papás que pasen aquí por ti, no hay problema, sólo dame oportunidad de bañarme rápido y te acompaño a esperarlos, y me fui deprisa al baño para asearme. En mi cuarto hay un baño, así que para llegar a él hay que entrar primero al cuarto, la verdad por la premura ni me fije en que deja ambas puertas abiertas, me metí en chinga y comencé a bañarme. Cuando ya me estaba secando con la toalla y abrí la cortina del baño, se me afiguró ver como que algo se movió pero la verdad quería vestirme rápido. Hasta entonces me acordé que por huevón, no había lavado ropa y no tenía ropa interior limpia, así que agarré el short de ejercicio y una playera de tirantes, me puse desodorante y por supuesto loción, eso no puede faltar en mí, me hice el pelo hacia atrás y salí del cuarto en busca de Cristina.
¿Ya hablaste con tus papás?, no estaban, pero les deje el mensaje con Lucía mi hermana para que llegando me hablarán, ok, te ofrezco algo, agua, leche, refresco, ¿ya cenaste?, no te molestes, no para nada, la verdad es que yo si me voy a preparar cena, entonces si vas a preparar si quiero, muy bien. Prepare la cena y le ofrecí el plato, cenamos muy animados, para esto recordé que ese día ella llevaba un pantalón de vestir y una blusa cerrada, raro en ella, pero ahora llevaba un vestido seguido hasta las rodillas, floreado en tono oscuro y un suéter tejido, lo cual me extrañó ya que para esa temporada ya hacía el calor que mi ciudad al norte de México puede ofrecer. En fin, terminamos de cenar y me pidió el baño, así que le señalé el baño de visitas y se encaminó, mientras yo me puse a lavar los platos.
Estaba yo terminando de lavar, cuando oigo que la puerta del baño se abre y cierra, coloco el último plato y me seco las manos, volteando hacia donde estaba ella y me llevé la sorpresa de que ya se había quitado el suéter y el vestido era de tirantes, dejando sus hombros descubiertos y, para variar escotadote, no supe reaccionar para disimular en algo el que tenía mi vista fija en esas montañas, lo que si note es que ella se sonrojo. Le ofrecí que se sentara en la sala, que tiene una vista al exterior lo cual hizo, y yo me senté en el sillón que estaba en frente. Para esas alturas yo ya tenía una erección como pocas, con ganas de que me hiciera una rusa con esas tetas y deslecharme, hasta me dolían los huevos.
Pues bien, comenzamos a platicar de muchas cosas, a tal punto que cuando nos dimos cuenta ya eran casi las 10 de la noche. Esa como hora que estuvimos platicando ella estuvo muy inquieta, cambiaba de posición a menudo, ahora que lo pienso, creo que buscaba la mejor postura para que se vieran mejor su par de nenas, fue un verdadero suplicio para mi verga. El asunto es que yo ya le estaba diciendo que le hablara de nuevo a sus papás cuando de repente, vi que se quedó impávida, y me preocupé, así que le hablaba, le hacia señas y no reaccionaba, hasta que me fijé en su mirada y me di cuenta de que se dirigía a mi entrepierna, voltee abajo y noté como mi “amigo” se asomaba por un costado del short, de inmediato quise encerrarlo otra vez, con tan mala suerte de que, como estaba duro, se atoro con la orilla del short y se negaba a esconderse, tardándome más de lo necesario.
Ahí fue cuando Cristina reaccionó y se encaminó de nuevo al teléfono, marcó pero me dijo que estaba ocupado, mientras lo hacia quedó de perfil hacia donde estaba yo, y por el ángulo de la luz, pude notar que en el vestido, en el área de los senos, sobresalía algo puntiagudo, de inmediato percibí que eran sus pezones, que por cierto eran de buen tamaño, tanto como para ser percibidos sin necesidad de fijar en extremo la vista. Por supuesto que no pude si no fantasear con ellos, con la situación y con la oportunidad, no debía desaprovecharla.
Lo primero que hice fue retornar a mi amigo a su antigua postura, pero esta vez me asegure que saliera por lo menos más de la cabeza, casi puedo asegurar que ya goteaba con algo de líquido seminal y caminé hacia donde se encontraba Cristina, de tal suerte que cuando ella terminó la llamada, yo ya estaba a unos pasos de ella así que cuando volteo la vista hacia mí, sus ojos permanecieron en mi cara y no en mi cuerpo y no se dio cuenta de mi amigo, estiré la mano para tomar el teléfono de su mano, que estaba a media altura, precisamente a como cuatro centímetros de sus tetas, con el brazo flexionado, no sin antes y por esa cercanía, rozar con mi antebrazo su seno derecho. En ese momento fue la gloria ya que pude comprobar la dureza de su pezón y la firmeza de su teta. Lógicamente ella se sorprendió por el movimiento, pero noté como tembló, sin embargo no se quitó, ni se molestó o me reclamó. Puse el teléfono en su base y regrese con ella, para entonces ella ya había visto a mi entrepierna y se había dado cuenta de mi pene alegre, y de nueva cuenta se quedó inmóvil.
Comenzó a balbucear algo, yo medio interpreté lo que decía, me preguntó que donde estaba mi familia, por qué la casa estaba en silencio, le comenté que no estaban y no dormirían ahí, ella no dejaba de mirar mi pene. Recordé en donde estábamos y que por la luz si alguien pasaba caminando por la calle y volteaba muy seguramente vería lo que pasaba, así que mi primer instinto fue cerrar las cortinas, pero algo me invadió, me excitó la situación, así que lo que hice fue caminar y apagar la luz de la sala, no la de la cocina que iluminaba una parte de la sala. Para entonces Cristina regresó a la realidad y me preguntó que qué hacia, respondiéndole que era para que no se viera hacia adentro, y que si su novio pasaba por ahí no la viera y llegara a molestarla.
Entonces camine hacia ella, poniéndose nerviosa por mi cercanía, o más bien la de mi pene, estire la mano hacia su cara y acerque mi rostro para darle el beso más tierno que podía, cuando ella cerró los ojos y entreabrió su boca supe que era mía. Ni tardo ni perezoso, la tomé de la cintura con una mano y la recargue en la pared contigua a la puerta de la cocina, cuando estuvo aprisionada entre mi cuerpo y la pared, comencé a cambiar el tonó del beso, haciéndolo más agresivo, participando más con la lengua, mordiendo poco a poco el labio superior. Ella quiso participar de la misma forma, lo que me indico que se estaba excitando, así que el siguiente paso fue tratar de acomodar mi pene lo más cerca de su pubis, que sintiera su dureza, mismo que al estar hacia abajo y salido, tuvo el efecto de en el primer roce tocar zona prometida, lo cual hizo que Cristina se estremeciera.
Para entonces mi pecho ya sentía de primera mano la dureza de sus pezones, y si se podía, puso aún más duro a mi amigo. Pensé que era suficiente, así que tome su mano izquierda y la dirigí a mi pene, ella al sentirlo quiso quitar la mano, pero no la deje y la forcé a tomarlo. Ya cuando lo tuvo bien sujeto le moví la mano para adelante y atrás, lo que no tardó mucho en hacer sin ayuda. Lógicamente pensé que ya no habría marcha atrás. Seguí besándola apasionadamente, de tal suerte que ella aceleró los movimientos de su mano, llegando al punto de tener que retirarle la mano pues corría el riesgo de venirme muy pronto.
Separe mi boca de ella y la vi fijamente a los ojos, fue una mirada directa y fuerte, ella se encaminó a la mesa del comedor donde había dejado su bolsa y se dirigió de nuevo al baño, ya sin pedírmelo. En ese momento pensé que ya se había aguado el show, y recordé que posiblemente sus papás ya estarían cerca de llegar, me acomodé el pene y me senté a esperar. Cuando salió del baño no traía la bolsa, la había dejado ahí. Se encaminó hasta estar enfrente de mí y me dijo: Tengo que decirte algo, mis papás no van a venir por mí, ni siquiera saben que estoy aquí. Estaba confundido. ¿Cómo está el asunto?, ¿de qué hablas?, ¿Alguien más va a pasar por ti?. Me dijo, la verdad es que anteayer escuche tu conversación y supe que estarías solo, y me decidí a venir.
¿Qué significa eso?, Que se me antojo aprovechar la situación, es todo. ¿o sea que piensas pasar la noche aquí?, si tú quieres, pero por favor no digas que no porque no quiero regresar a mi casa. Ah caray, y ¿qué dijiste en tu casa?. Que me iba a quedar en casa de las de San Pedro para estudiar. O sea que dependes de mí, algo así. Le dije me tendrás que convencer. Ella se acercó e hizo que me pusiera de pie, y ahora fue la que inició a besarme salvajemente, mientras metía ambas manos en mi short para tomar mi pene. Me prendió mil. Con una mano la tome de la nuca y la apretaba a mi rostro, y la otra mano la puse en su cintura subiéndola poco a poco, recorriendo su espalda, ella estaba muy excitada ya que al sentir esa caricia arqueo su cuerpo, cuando lo sentí, la mano que agarraba su nuca la dirigí ahora a su seno izquierdo, para primero tocarlo tímidamente, recorrer su contorno pudiendo comprobar que la información que tantas veces mis ojos enviara al cerebro estaba más que confirmada, sus senos estaba duros, y su pezón, que barbaridad, se sentía de gran tamaño.
Al sentirlo, me invadió un deseo incontrolable de seguir manoseándolo, así que sin pensarlo, por puro instinto, recorrí camino a su hombro, y fui deslizando el tirante hacia abajo, hasta que no pudo deslizarse más, pues el mismo vestido se lo impedía, quedando al descubierto su seno hasta un poco abajo del pezón, fue inevitable que agachara mi cabeza para comenzar a chuparlo, morderlo levemente, acompañado de los primeros gemidos de Cristina. Fue como apretar un botón, a partir de ahí mi boca y mis manos cobraron vida propia, la repegaba lo más posible por la cintura para tener lo suficientemente cerca el pezón y no soltarlo, esto lógicamente hizo que ella ya no pudiera seguir aprisionando mi pene, pues sus manos quedarían atrapadas entre nuestros cuerpos.
Estaba tan ensimismado con mi placer, que apenas si escuche a lo lejos voces, que venían de unas personas que iba pasando por la cera, afuera de la reja, así que como estábamos jale a Cristina lo más cerca de la puerta de la cocina para que esta nos tapara, pues con la luz de la cocina encendida y pasando por la entrada al comedor, de afuera si se veía hacia adentro. Cuando ya no escuche las voces, me concentré de nuevo en lo que estaba haciendo, y los gemidos fueron en aumento, de nuevo escuche una voz, así que me tuve que despegar de mi manjar para estirar el cuello y sacar la cabeza para mirar por un lado de la puerta, y descubrí que estaba afuera de mi reja una pareja, viendo hacia adentro del comedor por la ventana, pero no precisamente hacia donde habíamos estado parados o hacia la puerta del comedor que nos tapaba, sino a la pared de enfrente, así que dirigí mi mirada y me sorprendí de que la luz de la cocina emitía la sobra de Cristina y yo. Esto me enloqueció, sentí mi pene más duro, sentí casi que iba a eyacular en ese momento.
Ese fue el momento justo en que descubrí que me gustaba el exhibir a mis parejas, algo que ya me acompañaría por el resto de mis días. De inmediato comencé a elucubrar que podía hacer para que no se bajara la intensidad del momento, así que solté a Cristina y la puse de frente, ella ya estaba como fuego extrañándose de mi actitud, estire mis brazos, y cada uno de ellos se posó a los costados de su cuerpo, tomé los tirantes que estaba a alturas desiguales y los fui bajando poco a poco, lentamente, como si quisiera que la acción durará para siempre. Estoy seguro que la pareja se dio cuenta de lo que pasó, si no por esa acción, entonces porque Cristina tuvo que levantar los pies para retirar el vestido del suelo. Como era de esperarse eso me puso como loco.
Fue hasta entonces que pude admirar el cuerpo desnudo de Cristina, Ese par de tetas firmes coronadas por ese par de pezones, su piel blanca, y, asombrosamente no traía panti, calzón o tanga, tenía su pubis completamente depilado, por lo mismo tenía visión libre hacia su vagina y sus labios vaginales que ya se advertían separados por la excitación y casi podría asegurar que brillaban un poco. Cuando termine de recorrerla con mi vista y tope con su mirada y me sonrió. Yo tomé eso como un permiso tácito para hacerle todo lo que se me ocurriera. Recordé a la pareja y me asomé, solo que ya no estaban, y entonces apague la luz de la cocina para que estuviera completamente oscuro, solo se iluminaba un poco por la luz que entraba del exterior.
Tomé la mano de Cristina y la lleve a un costado del sofá que estaba en la sala contigua al comedor, la senté ahí mientras me desnudaba, la puse de pie y la abrace, para que ahora si sintiera de primera mano mi pene en su cuerpo, ella se estremeció y comenzó de nuevo a besarme salvajemente, yo continué apretándola a mí solo que ya no lo hacía por la cintura, sino que cada una de mis manos se apoyaba en sus nalguitas. Comencé a recorrer su espalda, me calentaba nomás del roce de sus pezones en mi pecho, y entonces recordé aquella visión de su vagina, así que deslice una mano y comencé a acariciar esa parte, la reacción de Cristina fue inmediata, casi se le doblaban las piernas, continué así un rato, deleitándome tanto con sus tetas y su vagina, con su boca, con como entre la poca luz que entraba, podía ver que su cara se iba transformando de esa inocencia y dulzura, en una cara sedienta de sexo.
Llegó un momento en que ya no pude más y la volteé para que diera su espalda, así pude restregarle entre sus nalgas mi pene duro y con una mano sobarle las tetas, apretarle los pezones y con la otra, continuar masajeando su clítoris mientras con mi boca le mordía suavemente la oreja. No sé si fueron segundos o minutos lo que estuvimos así, ella pasó una mano por encima de mi cabeza indicándome que le gustaba lo que hacia con su oreja, y movía de un lado a otro sus nalgas para sobarme el pene. Ya con el deseo a su punto máximo, fue incrementando la fuerza en que hacia las cosas, y por lo mismo, ella perdió el equilibrio y para no caer tuvo que recargarse en el sillón, mismo que estaba exactamente a un costado de la ventana, colocando ambas manos en los asientos, lo que dio como resultado que involuntariamente se empinara delante de mí. La verdad es que no me lo dijeron dos veces, antes de que reaccionara y se levantara coloque mi pene en su entrada vaginal y fui introduciéndolo poco a poco. Yo pensé que recibiría algún no, se intentaría quitar, gritaría, se molestaría, pero fuera de eso emitió un leve quejido. Esto me indico dos cosas, que no era su primera vez y que le gustó, así que cuando sentí que ya estaba mi pelvis tocando sus nalgas, comencé a darle primero despacio, y luego más rápido, me ayudó mucho el que estaba lubricadísima.
Ella lo disfrutaba, pues llegó un momento en el que se echaba para atrás, sus gemidos fueron cada vez más sonoros. De repente llegó un carro a estacionarse afuera de la cochera, por las posturas yo sí lo vi, pero Cristina no, así que sin dejar de metérsela, le dije, no que tus papás no iban a venir, ella se quiso zafar, pero la tome de las caderas y me apalanque de ellas, sin permitirle despegarse, sólo le quedo levantar la cara para ver por arriba del sillón y me dijo, es Carlos mi novio, bueno ay, que rico, se resbala delicioso, mi ex, hace rato antes de venir lo corte, y quieres que lo atienda, sabe que estas aquí, no nadie sabe, ummmm, ayyyy. Ella en ningún momento después de esa palabra intentó zafarse o me pidió que se la sacara, para escondernos, así que me imagino ya sabía que por lo oscuro que estaba adentro no se veía de afuera, así que, cuando Carlos se bajó y timbró, volteando a la ventana del comedor, ni se imaginó que en el interior estaban llenando a su ex vieja de verga prácticamente en sus narices.
Permaneció afuera yo creo como cinco minutos, tiempo que parecía nos había afectado tanto a Cristina como a mí, pues parecíamos poseídos y cogíamos salvajemente, riquísimo, tanto que en una de las metidas, mi verga se zafó, así que tomándomela con mi mano, la volví a dirigir a la entrada vaginal, pero me equivoque y se lo metí en el culo, por lo mojadísima que estaba su vagina, mi pene estaba muy lubricado y entro la mitad, ella dijo quedito, te equivocaste, duele, ay, sácalo, yo la verdad en mi vida había probado culo alguno, así que la forma en que me apretaba me enamoró y no le obedecí, al contrario, poco a poco se lo fui metiendo más bien apalancado de sus caderas. Ella dijo no seas cabrón, sácalo, pero de repente se calló. Yo volteé a ver y Carlos como que dirigía su mirada al punto en el que estábamos, sin embargo no fue porque nos hubiera visto, simplemente fue que veía la ventana y ya, así que comencé a darle a su culo.
Pasó poco tiempo en el que yo pase una mano por debajo hacia su clítoris y comencé a sobarlo, la consecuencia fue que ella comenzó a excitarse más, hasta que estalló y surgió un líquido a presión de su vagina mojando la orilla del sillón y el piso, al ver eso yo también acabe en su culo. Casi como película Carlos se subió a su coche y se fue. Ambos nos limpiamos y nos recostamos en el sillón un rato. Ella me agradeció la cogida que le di porque Carlos, que era el único con el que se “había acostado”, (en dos ocasiones), no la había hecho tener esa clase de sensación.
La verdad en toda la noche no nos movimos de ahí y continuamos cogiendo en ese bendito sillón, hicimos todas las posturas que el mueble nos permitió, cayendo rendidos como a las 4 a.m. Al despertar Cristina me contó que el día anterior espió un poco cuando me bañaba y que se puso tan caliente, que se decidió a ejecutar todo lo que ya había planeado. Disfrute ese par de tetas y ese culo por los siguientes 2 años de la universidad, porque, aunque tiempo después regresó con su novio, (y se casaron), siempre me buscaba de perdido una vez a la quincena para que la enculara, cosa que cambió cuando se comprometió, pues “debía serle fiel a su marido”, lo cual me pareció una hipocresía de su parte, así que me desquite con su hermanita Lucía, que para entonces acababa de entrar a la universidad, en la que coincidí con ella como profesor, al ser ella casi del mismo tipo de cuerpo, solo que ya empezaba a estar más de auge el fitness y todo eso, se cuidaba más, estaba más delgada, pero con la misma calidad de tetas, y así como a su hermana, también la encule. Después Carla me dijo, que ya me tenía el ojo puesto porque en varias ocasiones espió a Cristina cuando hablaba con la tercera hermana (Carmen), cuando esta última regañaba a Cristina porque no podía dejarme, que yo no era una buena influencia, hasta que Cristina le confesó entre lágrimas que no podía porque le gustaba mucho coger conmigo, que era tanto lo que le gustaba, que era el único al que le dejaba disfrutar su culo, que desde entonces me imaginó rompiéndoselo a ella, además de que una de las pocas veces que estudiamos en su casa, cuando la única compañera que estaba con nosotros salió de la casa pues fue a buscarla su novio, y la familia de Cristina ya estaba en sus cuartos en la planta alta dormidos, nos ganaron las ganas y echamos un rapidín con bastante pasión, terminando en un anal delicioso, Carla nos espió desde la escalera. Si, también fui una mala influencia para Carla. Esa fue mi historia con Cristina.
Esto es importante ya que como se imaginarán era el centro neurálgico del salón, lo mismo para unas buenas pedas los viernes por la noche, para hacer trabajos o para estudiar hasta la madrugada. Dentro del grupo que más nos juntábamos estaba una chica con la que tenía un juego de coqueteos e insinuaciones, sin llegar a nada. La llamaré Cristina, (que por obvias razones no es su verdadero nombre), era chaparrita, yo diría entre 1.55 a 1.60 mts., un poco llenita, con pelo castaño a media espalda, lacio, y que le olía delicioso, un par de tetas de campeonato, un culito levantado aunque la verdad ese sí no tan agraciado, todo eso rematando en unos ojos color miel bastante expresivos.
Ella tenía el mismo novio desde casi creo que secundaria, para entonces casi como seis años con él, sin embargo casi siempre se la pasaban peleando, ya que como si era muy frecuente las reuniones del grupo y no se perdía una, si pasaba ya menos tiempo con él. Desde que entramos a carrera hubo como un flechazo, algo entre los dos, sin embargo nunca llegó a crecer, pero el jugueteo si se dio, es decir, nos echábamos unas miraditas, unas sonrisitas, se mostraba generosamente conmigo, ¿cómo es eso?, pues sabía perfectamente que tenía una delantera de miedo, así que se vestía escotada, más de una vez quedándonos solos se recargaba en los escritorios o mesas depositando ese par de tetas, haciendo que se le juntaran y apretarán como queriendo explotar dentro de la prenda que las aprisionaba, dificultando de sobremanera mi concentración en lo que estuviéramos haciendo. Ella era cerebrito, así que siempre cargaba con una bolsa grande en donde encontrabas desde tijeras, cinta scotch, grapadora, en fin cargaba casi creo hasta con el perico.
Todavía recuerdo que dos semanas antes nos habían invitado a algunos a quedarnos de peda en el poblado un sábado en la noche, y cuando veníamos de regreso en el carro al siguiente día, yo del lado derecho, en medio una compañera y del otro extremo Cristina, quien de costumbre iba con una blusa escotada, en algún momento del camino me ganaron las ganas de ver ese par de tetas de reojo hasta que la compañera de en medio se dio cuenta y le dijo a Cristina, alcanzando a escuchar que le decía, déjalo, que vea lo que no va a tener, me sorprendió y a la vez me encabronó, sin embargo pensé en dejarlo pasar.
Precisamente en una madrugada de estudiada de un lunes, al salir de la casa mis compañeras para fumar un cigarro con un amigo, le comentaba que mis papás saldrían el martes a Monterrey para un estudio médico y estarían fuera hasta el viernes, además de que mi hermano iría con ellos para ver si conseguía trabajo por allá, así que me quedaría solo lo que restaba de la semana. De inmediato mi amigo empezó a maquinar una serie de fiestas, sin embargo la verdad para mí sería de hueva, ya que sé de antemano que éstos cabrones no ayudan a limpiar, entonces imagínense, así que le dije que le iban a dejar las llaves a un tío para que en el lapso de la semana, me visitara de sorpresa, así que no quería problemas.
Mi familia se fue al día siguiente, y no fue hasta el miércoles que sucedió lo que quiero contar. Ya como a las 8 pm, después de llegar de las clases me dispuse a hacer algo de ejercicio y luego a bañarme. Así que entre las dos cosas oigo el timbre, para mi sorpresa era Cristina, la verdad ya casi estaba en la regadera, alcance solo a ponerme un short y traer en la mano una playera, olía a chivo viejo revolcado y aún goteaba del pelo sudor, por lo que pensé sinceramente en no abrir, pero si estaba en la reja de mi casa a esas horas pudiera ser algo urgente, (en aquel entonces aún no había celulares al alcance de todos y eran unos ladrillotes), así que sin pensarlo mucho procedí a abrir, me dijo hola, cómo estás?, a lo que contesté, bien, pero nos acabamos de ver hace una hora en la universidad, así que mejor dime que pasa, como te ayudo, que haces aquí?, ella no parecía incomodarle que yo estuviera sucio, oloroso y con el torso desnudo. Sabes, es que vine con Carlos mi novio; (casualmente vivía en la misma colonia que yo y era un show, porque las pocas veces que hacíamos trabajos en mi casa, como ella tenía carro, siempre que el chavo lo veía, llegaba a buscarla lo cual me cagaba), y me peleé con él, y como me vine en su carro, me salí corriendo de su casa y quiero ver si me prestas tu teléfono, para avisar si vienen por mí. Claro, adelante, la pase al recibidor y le lleve el teléfono inalámbrico para que hablara.
En ese momento si como que ya cavilé como estaba yo físicamente y me dio pena, así que le dije, sabes si quieres diles a tus papás que pasen aquí por ti, no hay problema, sólo dame oportunidad de bañarme rápido y te acompaño a esperarlos, y me fui deprisa al baño para asearme. En mi cuarto hay un baño, así que para llegar a él hay que entrar primero al cuarto, la verdad por la premura ni me fije en que deja ambas puertas abiertas, me metí en chinga y comencé a bañarme. Cuando ya me estaba secando con la toalla y abrí la cortina del baño, se me afiguró ver como que algo se movió pero la verdad quería vestirme rápido. Hasta entonces me acordé que por huevón, no había lavado ropa y no tenía ropa interior limpia, así que agarré el short de ejercicio y una playera de tirantes, me puse desodorante y por supuesto loción, eso no puede faltar en mí, me hice el pelo hacia atrás y salí del cuarto en busca de Cristina.
¿Ya hablaste con tus papás?, no estaban, pero les deje el mensaje con Lucía mi hermana para que llegando me hablarán, ok, te ofrezco algo, agua, leche, refresco, ¿ya cenaste?, no te molestes, no para nada, la verdad es que yo si me voy a preparar cena, entonces si vas a preparar si quiero, muy bien. Prepare la cena y le ofrecí el plato, cenamos muy animados, para esto recordé que ese día ella llevaba un pantalón de vestir y una blusa cerrada, raro en ella, pero ahora llevaba un vestido seguido hasta las rodillas, floreado en tono oscuro y un suéter tejido, lo cual me extrañó ya que para esa temporada ya hacía el calor que mi ciudad al norte de México puede ofrecer. En fin, terminamos de cenar y me pidió el baño, así que le señalé el baño de visitas y se encaminó, mientras yo me puse a lavar los platos.
Estaba yo terminando de lavar, cuando oigo que la puerta del baño se abre y cierra, coloco el último plato y me seco las manos, volteando hacia donde estaba ella y me llevé la sorpresa de que ya se había quitado el suéter y el vestido era de tirantes, dejando sus hombros descubiertos y, para variar escotadote, no supe reaccionar para disimular en algo el que tenía mi vista fija en esas montañas, lo que si note es que ella se sonrojo. Le ofrecí que se sentara en la sala, que tiene una vista al exterior lo cual hizo, y yo me senté en el sillón que estaba en frente. Para esas alturas yo ya tenía una erección como pocas, con ganas de que me hiciera una rusa con esas tetas y deslecharme, hasta me dolían los huevos.
Pues bien, comenzamos a platicar de muchas cosas, a tal punto que cuando nos dimos cuenta ya eran casi las 10 de la noche. Esa como hora que estuvimos platicando ella estuvo muy inquieta, cambiaba de posición a menudo, ahora que lo pienso, creo que buscaba la mejor postura para que se vieran mejor su par de nenas, fue un verdadero suplicio para mi verga. El asunto es que yo ya le estaba diciendo que le hablara de nuevo a sus papás cuando de repente, vi que se quedó impávida, y me preocupé, así que le hablaba, le hacia señas y no reaccionaba, hasta que me fijé en su mirada y me di cuenta de que se dirigía a mi entrepierna, voltee abajo y noté como mi “amigo” se asomaba por un costado del short, de inmediato quise encerrarlo otra vez, con tan mala suerte de que, como estaba duro, se atoro con la orilla del short y se negaba a esconderse, tardándome más de lo necesario.
Ahí fue cuando Cristina reaccionó y se encaminó de nuevo al teléfono, marcó pero me dijo que estaba ocupado, mientras lo hacia quedó de perfil hacia donde estaba yo, y por el ángulo de la luz, pude notar que en el vestido, en el área de los senos, sobresalía algo puntiagudo, de inmediato percibí que eran sus pezones, que por cierto eran de buen tamaño, tanto como para ser percibidos sin necesidad de fijar en extremo la vista. Por supuesto que no pude si no fantasear con ellos, con la situación y con la oportunidad, no debía desaprovecharla.
Lo primero que hice fue retornar a mi amigo a su antigua postura, pero esta vez me asegure que saliera por lo menos más de la cabeza, casi puedo asegurar que ya goteaba con algo de líquido seminal y caminé hacia donde se encontraba Cristina, de tal suerte que cuando ella terminó la llamada, yo ya estaba a unos pasos de ella así que cuando volteo la vista hacia mí, sus ojos permanecieron en mi cara y no en mi cuerpo y no se dio cuenta de mi amigo, estiré la mano para tomar el teléfono de su mano, que estaba a media altura, precisamente a como cuatro centímetros de sus tetas, con el brazo flexionado, no sin antes y por esa cercanía, rozar con mi antebrazo su seno derecho. En ese momento fue la gloria ya que pude comprobar la dureza de su pezón y la firmeza de su teta. Lógicamente ella se sorprendió por el movimiento, pero noté como tembló, sin embargo no se quitó, ni se molestó o me reclamó. Puse el teléfono en su base y regrese con ella, para entonces ella ya había visto a mi entrepierna y se había dado cuenta de mi pene alegre, y de nueva cuenta se quedó inmóvil.
Comenzó a balbucear algo, yo medio interpreté lo que decía, me preguntó que donde estaba mi familia, por qué la casa estaba en silencio, le comenté que no estaban y no dormirían ahí, ella no dejaba de mirar mi pene. Recordé en donde estábamos y que por la luz si alguien pasaba caminando por la calle y volteaba muy seguramente vería lo que pasaba, así que mi primer instinto fue cerrar las cortinas, pero algo me invadió, me excitó la situación, así que lo que hice fue caminar y apagar la luz de la sala, no la de la cocina que iluminaba una parte de la sala. Para entonces Cristina regresó a la realidad y me preguntó que qué hacia, respondiéndole que era para que no se viera hacia adentro, y que si su novio pasaba por ahí no la viera y llegara a molestarla.
Entonces camine hacia ella, poniéndose nerviosa por mi cercanía, o más bien la de mi pene, estire la mano hacia su cara y acerque mi rostro para darle el beso más tierno que podía, cuando ella cerró los ojos y entreabrió su boca supe que era mía. Ni tardo ni perezoso, la tomé de la cintura con una mano y la recargue en la pared contigua a la puerta de la cocina, cuando estuvo aprisionada entre mi cuerpo y la pared, comencé a cambiar el tonó del beso, haciéndolo más agresivo, participando más con la lengua, mordiendo poco a poco el labio superior. Ella quiso participar de la misma forma, lo que me indico que se estaba excitando, así que el siguiente paso fue tratar de acomodar mi pene lo más cerca de su pubis, que sintiera su dureza, mismo que al estar hacia abajo y salido, tuvo el efecto de en el primer roce tocar zona prometida, lo cual hizo que Cristina se estremeciera.
Para entonces mi pecho ya sentía de primera mano la dureza de sus pezones, y si se podía, puso aún más duro a mi amigo. Pensé que era suficiente, así que tome su mano izquierda y la dirigí a mi pene, ella al sentirlo quiso quitar la mano, pero no la deje y la forcé a tomarlo. Ya cuando lo tuvo bien sujeto le moví la mano para adelante y atrás, lo que no tardó mucho en hacer sin ayuda. Lógicamente pensé que ya no habría marcha atrás. Seguí besándola apasionadamente, de tal suerte que ella aceleró los movimientos de su mano, llegando al punto de tener que retirarle la mano pues corría el riesgo de venirme muy pronto.
Separe mi boca de ella y la vi fijamente a los ojos, fue una mirada directa y fuerte, ella se encaminó a la mesa del comedor donde había dejado su bolsa y se dirigió de nuevo al baño, ya sin pedírmelo. En ese momento pensé que ya se había aguado el show, y recordé que posiblemente sus papás ya estarían cerca de llegar, me acomodé el pene y me senté a esperar. Cuando salió del baño no traía la bolsa, la había dejado ahí. Se encaminó hasta estar enfrente de mí y me dijo: Tengo que decirte algo, mis papás no van a venir por mí, ni siquiera saben que estoy aquí. Estaba confundido. ¿Cómo está el asunto?, ¿de qué hablas?, ¿Alguien más va a pasar por ti?. Me dijo, la verdad es que anteayer escuche tu conversación y supe que estarías solo, y me decidí a venir.
¿Qué significa eso?, Que se me antojo aprovechar la situación, es todo. ¿o sea que piensas pasar la noche aquí?, si tú quieres, pero por favor no digas que no porque no quiero regresar a mi casa. Ah caray, y ¿qué dijiste en tu casa?. Que me iba a quedar en casa de las de San Pedro para estudiar. O sea que dependes de mí, algo así. Le dije me tendrás que convencer. Ella se acercó e hizo que me pusiera de pie, y ahora fue la que inició a besarme salvajemente, mientras metía ambas manos en mi short para tomar mi pene. Me prendió mil. Con una mano la tome de la nuca y la apretaba a mi rostro, y la otra mano la puse en su cintura subiéndola poco a poco, recorriendo su espalda, ella estaba muy excitada ya que al sentir esa caricia arqueo su cuerpo, cuando lo sentí, la mano que agarraba su nuca la dirigí ahora a su seno izquierdo, para primero tocarlo tímidamente, recorrer su contorno pudiendo comprobar que la información que tantas veces mis ojos enviara al cerebro estaba más que confirmada, sus senos estaba duros, y su pezón, que barbaridad, se sentía de gran tamaño.
Al sentirlo, me invadió un deseo incontrolable de seguir manoseándolo, así que sin pensarlo, por puro instinto, recorrí camino a su hombro, y fui deslizando el tirante hacia abajo, hasta que no pudo deslizarse más, pues el mismo vestido se lo impedía, quedando al descubierto su seno hasta un poco abajo del pezón, fue inevitable que agachara mi cabeza para comenzar a chuparlo, morderlo levemente, acompañado de los primeros gemidos de Cristina. Fue como apretar un botón, a partir de ahí mi boca y mis manos cobraron vida propia, la repegaba lo más posible por la cintura para tener lo suficientemente cerca el pezón y no soltarlo, esto lógicamente hizo que ella ya no pudiera seguir aprisionando mi pene, pues sus manos quedarían atrapadas entre nuestros cuerpos.
Estaba tan ensimismado con mi placer, que apenas si escuche a lo lejos voces, que venían de unas personas que iba pasando por la cera, afuera de la reja, así que como estábamos jale a Cristina lo más cerca de la puerta de la cocina para que esta nos tapara, pues con la luz de la cocina encendida y pasando por la entrada al comedor, de afuera si se veía hacia adentro. Cuando ya no escuche las voces, me concentré de nuevo en lo que estaba haciendo, y los gemidos fueron en aumento, de nuevo escuche una voz, así que me tuve que despegar de mi manjar para estirar el cuello y sacar la cabeza para mirar por un lado de la puerta, y descubrí que estaba afuera de mi reja una pareja, viendo hacia adentro del comedor por la ventana, pero no precisamente hacia donde habíamos estado parados o hacia la puerta del comedor que nos tapaba, sino a la pared de enfrente, así que dirigí mi mirada y me sorprendí de que la luz de la cocina emitía la sobra de Cristina y yo. Esto me enloqueció, sentí mi pene más duro, sentí casi que iba a eyacular en ese momento.
Ese fue el momento justo en que descubrí que me gustaba el exhibir a mis parejas, algo que ya me acompañaría por el resto de mis días. De inmediato comencé a elucubrar que podía hacer para que no se bajara la intensidad del momento, así que solté a Cristina y la puse de frente, ella ya estaba como fuego extrañándose de mi actitud, estire mis brazos, y cada uno de ellos se posó a los costados de su cuerpo, tomé los tirantes que estaba a alturas desiguales y los fui bajando poco a poco, lentamente, como si quisiera que la acción durará para siempre. Estoy seguro que la pareja se dio cuenta de lo que pasó, si no por esa acción, entonces porque Cristina tuvo que levantar los pies para retirar el vestido del suelo. Como era de esperarse eso me puso como loco.
Fue hasta entonces que pude admirar el cuerpo desnudo de Cristina, Ese par de tetas firmes coronadas por ese par de pezones, su piel blanca, y, asombrosamente no traía panti, calzón o tanga, tenía su pubis completamente depilado, por lo mismo tenía visión libre hacia su vagina y sus labios vaginales que ya se advertían separados por la excitación y casi podría asegurar que brillaban un poco. Cuando termine de recorrerla con mi vista y tope con su mirada y me sonrió. Yo tomé eso como un permiso tácito para hacerle todo lo que se me ocurriera. Recordé a la pareja y me asomé, solo que ya no estaban, y entonces apague la luz de la cocina para que estuviera completamente oscuro, solo se iluminaba un poco por la luz que entraba del exterior.
Tomé la mano de Cristina y la lleve a un costado del sofá que estaba en la sala contigua al comedor, la senté ahí mientras me desnudaba, la puse de pie y la abrace, para que ahora si sintiera de primera mano mi pene en su cuerpo, ella se estremeció y comenzó de nuevo a besarme salvajemente, yo continué apretándola a mí solo que ya no lo hacía por la cintura, sino que cada una de mis manos se apoyaba en sus nalguitas. Comencé a recorrer su espalda, me calentaba nomás del roce de sus pezones en mi pecho, y entonces recordé aquella visión de su vagina, así que deslice una mano y comencé a acariciar esa parte, la reacción de Cristina fue inmediata, casi se le doblaban las piernas, continué así un rato, deleitándome tanto con sus tetas y su vagina, con su boca, con como entre la poca luz que entraba, podía ver que su cara se iba transformando de esa inocencia y dulzura, en una cara sedienta de sexo.
Llegó un momento en que ya no pude más y la volteé para que diera su espalda, así pude restregarle entre sus nalgas mi pene duro y con una mano sobarle las tetas, apretarle los pezones y con la otra, continuar masajeando su clítoris mientras con mi boca le mordía suavemente la oreja. No sé si fueron segundos o minutos lo que estuvimos así, ella pasó una mano por encima de mi cabeza indicándome que le gustaba lo que hacia con su oreja, y movía de un lado a otro sus nalgas para sobarme el pene. Ya con el deseo a su punto máximo, fue incrementando la fuerza en que hacia las cosas, y por lo mismo, ella perdió el equilibrio y para no caer tuvo que recargarse en el sillón, mismo que estaba exactamente a un costado de la ventana, colocando ambas manos en los asientos, lo que dio como resultado que involuntariamente se empinara delante de mí. La verdad es que no me lo dijeron dos veces, antes de que reaccionara y se levantara coloque mi pene en su entrada vaginal y fui introduciéndolo poco a poco. Yo pensé que recibiría algún no, se intentaría quitar, gritaría, se molestaría, pero fuera de eso emitió un leve quejido. Esto me indico dos cosas, que no era su primera vez y que le gustó, así que cuando sentí que ya estaba mi pelvis tocando sus nalgas, comencé a darle primero despacio, y luego más rápido, me ayudó mucho el que estaba lubricadísima.
Ella lo disfrutaba, pues llegó un momento en el que se echaba para atrás, sus gemidos fueron cada vez más sonoros. De repente llegó un carro a estacionarse afuera de la cochera, por las posturas yo sí lo vi, pero Cristina no, así que sin dejar de metérsela, le dije, no que tus papás no iban a venir, ella se quiso zafar, pero la tome de las caderas y me apalanque de ellas, sin permitirle despegarse, sólo le quedo levantar la cara para ver por arriba del sillón y me dijo, es Carlos mi novio, bueno ay, que rico, se resbala delicioso, mi ex, hace rato antes de venir lo corte, y quieres que lo atienda, sabe que estas aquí, no nadie sabe, ummmm, ayyyy. Ella en ningún momento después de esa palabra intentó zafarse o me pidió que se la sacara, para escondernos, así que me imagino ya sabía que por lo oscuro que estaba adentro no se veía de afuera, así que, cuando Carlos se bajó y timbró, volteando a la ventana del comedor, ni se imaginó que en el interior estaban llenando a su ex vieja de verga prácticamente en sus narices.
Permaneció afuera yo creo como cinco minutos, tiempo que parecía nos había afectado tanto a Cristina como a mí, pues parecíamos poseídos y cogíamos salvajemente, riquísimo, tanto que en una de las metidas, mi verga se zafó, así que tomándomela con mi mano, la volví a dirigir a la entrada vaginal, pero me equivoque y se lo metí en el culo, por lo mojadísima que estaba su vagina, mi pene estaba muy lubricado y entro la mitad, ella dijo quedito, te equivocaste, duele, ay, sácalo, yo la verdad en mi vida había probado culo alguno, así que la forma en que me apretaba me enamoró y no le obedecí, al contrario, poco a poco se lo fui metiendo más bien apalancado de sus caderas. Ella dijo no seas cabrón, sácalo, pero de repente se calló. Yo volteé a ver y Carlos como que dirigía su mirada al punto en el que estábamos, sin embargo no fue porque nos hubiera visto, simplemente fue que veía la ventana y ya, así que comencé a darle a su culo.
Pasó poco tiempo en el que yo pase una mano por debajo hacia su clítoris y comencé a sobarlo, la consecuencia fue que ella comenzó a excitarse más, hasta que estalló y surgió un líquido a presión de su vagina mojando la orilla del sillón y el piso, al ver eso yo también acabe en su culo. Casi como película Carlos se subió a su coche y se fue. Ambos nos limpiamos y nos recostamos en el sillón un rato. Ella me agradeció la cogida que le di porque Carlos, que era el único con el que se “había acostado”, (en dos ocasiones), no la había hecho tener esa clase de sensación.
La verdad en toda la noche no nos movimos de ahí y continuamos cogiendo en ese bendito sillón, hicimos todas las posturas que el mueble nos permitió, cayendo rendidos como a las 4 a.m. Al despertar Cristina me contó que el día anterior espió un poco cuando me bañaba y que se puso tan caliente, que se decidió a ejecutar todo lo que ya había planeado. Disfrute ese par de tetas y ese culo por los siguientes 2 años de la universidad, porque, aunque tiempo después regresó con su novio, (y se casaron), siempre me buscaba de perdido una vez a la quincena para que la enculara, cosa que cambió cuando se comprometió, pues “debía serle fiel a su marido”, lo cual me pareció una hipocresía de su parte, así que me desquite con su hermanita Lucía, que para entonces acababa de entrar a la universidad, en la que coincidí con ella como profesor, al ser ella casi del mismo tipo de cuerpo, solo que ya empezaba a estar más de auge el fitness y todo eso, se cuidaba más, estaba más delgada, pero con la misma calidad de tetas, y así como a su hermana, también la encule. Después Carla me dijo, que ya me tenía el ojo puesto porque en varias ocasiones espió a Cristina cuando hablaba con la tercera hermana (Carmen), cuando esta última regañaba a Cristina porque no podía dejarme, que yo no era una buena influencia, hasta que Cristina le confesó entre lágrimas que no podía porque le gustaba mucho coger conmigo, que era tanto lo que le gustaba, que era el único al que le dejaba disfrutar su culo, que desde entonces me imaginó rompiéndoselo a ella, además de que una de las pocas veces que estudiamos en su casa, cuando la única compañera que estaba con nosotros salió de la casa pues fue a buscarla su novio, y la familia de Cristina ya estaba en sus cuartos en la planta alta dormidos, nos ganaron las ganas y echamos un rapidín con bastante pasión, terminando en un anal delicioso, Carla nos espió desde la escalera. Si, también fui una mala influencia para Carla. Esa fue mi historia con Cristina.
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