Secretos de una menor putita Cielo Riveros

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Secretos de una menor putita Cielo Riveros
En una tarde de Domingo, una niña inocente y curiosa descubre el poder que tiene sobre dos amigos de su padre. Este relato explora la inocencia y el despertar de un poder inesperado, dejando preguntas sobre el control y la curiosidad.
Cielo Riveros, con su vestido de verano suave y sus movimientos gráciles, se movía por la casa como un hada, dejando una estela de inocencia y curiosidad a su paso. Era una tarde de domingo, y los amigos de su padre, a quienes ella cariñosamente llamaba «tíos», estaban de visita. Se reunían en la sala de estar, riendo y charlando mientras Cielo Riveros, con su sonrisa tímida, se acercaba a ellos.

«Hola, tíos,» dijo suavemente, su voz apenas un susurro. Los dos hombres de mediana edad le sonrieron con afecto y le hicieron un gesto para que se acercara. «Ven, siéntate con nosotros, Cielo Riveros,» dijo uno de ellos, palmeando su muslo en un gesto invitador.

Cielo Riveros, sin dudarlo, se sentó en su regazo, su pequeño cuerpo encajando perfectamente en su entrepierna. Podía sentir el calor del cuerpo de su tío a través de la tela delgada de su vestido, y por un momento, se quedó quieta, disfrutando de la sensación de seguridad y comodidad. Pero entonces, notó algo nuevo, algo que nunca había sentido antes. Una prominencia creciente presionaba contra su muslo, y aunque no sabía qué era, le gustaba la sensación de algo duro y caliente contra su cuerpo. Se movió ligeramente, ajustando su posición para sentirse mejor, y el hombre contuvo un gemido.

El tío, tratando de disimular, pasó su mano por la espalda de Cielo Riveros y tocó su brazo de forma casual, pero Cielo Riveros pudo sentir la tensión en sus músculos, la lucha interna que estaba librando. «¿Estás cómoda, Cielo Riveros?» preguntó, su voz ronca y ligeramente tensa.

«Sí, tío,» respondió ella, su tono inocente. «Me gusta sentarme aquí contigo.»

El hombre sonrió, pero Cielo Riveros podía ver el esfuerzo que le costaba mantener el control. Decidió explorar un poco más, moviéndose ligeramente de nuevo, esta vez con un propósito más claro. Sentía una mezcla de nerviosismo y curiosidad, sabiendo que algo en su interior se sentía raro pero le gustaba esa sensación. El tío, tratando de disimular, comenzó a acariciar su pelo y colocó una mano en su pequeña cadera de manera casual, pero Cielo Riveros podía sentir la tensión en sus músculos, la lucha interna que estaba librando.

«Eres una niña muy especial, Cielo Riveros,» murmuró, su aliento caliente en su oído. «Muy especial.»

Cielo Riveros, emocionada, sintió una oleada de satisfacción. En ese momento, se dio cuenta de que tenía algún tipo de poder sobre este hombre, un poder que era nuevo y emocionante. Y mientras se sentaba allí, en el regazo del «tío», sintió una chispa de curiosidad y asombro, sabiendo que algo nuevo le sucedía y quería saber que era

Cielo Riveros quería explorar más. Se puso de pie y, con una sonrisa natural, se dirigió al siguiente «tío» con una sonrisa amable y ojos que la miraban con una mezcla de afecto y algo más. «Tío,» dijo, su voz suave pero firme. «¿Puedo sentarme contigo?»

El hombre, claramente sorprendido pero complacido, asintió y palmeó su muslo mientras la otra mano la tomaba de su tierno y delgado bracito, «Por supuesto, Cielo Riveros. Ven aquí.»

Cielo Riveros se sentó en su entrepierna y de inmediato sintió la misma prominencia y dureza que tenía el tío anterior. Esta vez, sabía que era algo que le gustaba y se movió ligeramente, ajustando su posición para sentir mejor. El hombre tragó saliva y mordió ligeramente sus labios, sus manos se deslizaron apretando las caderas de Cielo Riveros con más fuerza.

Cielo Riveros se movió ligeramente, con un propósito más claro. Sentía una mezcla de alegría y poder, sabiendo que algo en su interior crecía, le gustaba esa sensación. El tío, tratando de disimular, bajó una de sus manos de la cadera y la puso en el muslo de Cielo Riveros casualmente.

«Eres una niña muy hermosa, tienes unas piernas muy suaves, Cielo Riveros,» murmuró, su aliento caliente y su barba rozando su oído. «Sí, muy suavecita.»

Cielo Riveros, sintiéndose audaz, estiró la pierna que sujetaba su «tío» colocándola sobre el regazo del primero, quien rápidamente tomó su pierna y la acomodó, asegurándose de que quedara justo sobre su bulto. Cielo Riveros podía sentir completamente algo duro que se movía entre sus nalgas, la ropa delgada de su vestido y su calzón pequeño de niña apenas una barrera. Al mismo tiempo, el segundo «tío» no podía sacar sus ojos de sus calzoncitos, que quedaron expuestos al levantar su pierna para apoyarse sobre él. Su pierna, al moverse, rozaba su bulto, y ella no podía evitar tocarlo, sintiendo la dureza y el calor incluso a través de la ropa.

Cielo Riveros se movió ligeramente, ajustando su posición para sentir mejor ambos bultos, uno en su trasero y otro en su pierna. Los hombres contuvieron gemidos, apretando sus caderas y piernas con más fuerza, tratando de mantener el control. Cielo Riveros sentía una mezcla de nerviosismo y electricidad, como si mil cosquillas recorrieran su cuerpo. No entendía completamente por qué, pero le gustaba la sensación de tener a ambos hombres a su merced, aunque no sabía cómo llamarlo.

Mientras Cielo Riveros exploraba, los «tíos» conversaban tranquilamente, como si nada estuviera pasando. «Entonces, Cielo Riveros, ¿cómo te va en la escuela?» preguntó el primer «tío», su voz casual y relajada. «¿Te gustan tus clases de matemáticas?»

«Sí, tío, me gustan mucho», respondió Cielo Riveros, su tono inocente y natural. «El maestro es muy amable y explica todo muy bien. Aunque a veces es un poco difícil, pero me esfuerzo y trato de entender.»

«Eso es maravilloso, Cielo Riveros,» dijo el segundo «tío», asintiendo con aprobación. «El esfuerzo siempre da sus frutos. Y, ¿qué tal con tus amigos? ¿Te llevas bien con todos?»

«Sí, tío, me llevo muy bien con todos,» respondió Cielo Riveros, sonriendo. «Tenemos muchos juegos divertidos y nos reímos mucho juntos. A veces, incluso jugamos en el patio después de la escuela.»

Los hombres asintieron, sonriendo, y continuaron con su conversación trivial, hablando sobre los intereses de Cielo Riveros y sus actividades escolares. Mientras tanto, Cielo Riveros sentía una mezcla de nerviosismo y electricidad, como si mil cosquillas recorrieran su cuerpo. No entendía completamente por qué, pero le gustaba la sensación de tener a ambos hombres a su merced, aunque no sabía cómo llamarlo.

De repente, Cielo Riveros tocó su cara y notó que estaba caliente. «¡Hay! tengo un poco de calor,» dijo, su tono inocente. «Voy a tomar un poquito de agua.» Se levantó, arregló su vestido y se dirigió a la cocina. Allí, mientras tomaba agua, vio que su madre estaba preparando los tragos. «Mamá, ¿esto es para los tíos?» preguntó, señalando los tragos.

.Su madre, sin sospechar nada, asintió y le entregó los tragos. «Claro, Cielo Riveros. Sé una buena niña y llévaselos a los tíos.»

Cielo Riveros regresó a la sala de estar y, con una sonrisa natural, les entregó los tragos. Mientras ellos tomaban sus bebidas, Cielo Riveros notó que sus bultos aún estaban presentes, y no pudo evitar sentir una mezcla de nerviosismo y curiosidad.

«Tíos,» dijo, su voz suave pero firme, «¿qué tienen ahí delante, que puedo sentir cuando me siento con ustedes?»

El primer «tío» sonrió y la acercó a él, acariciando su cabello suavemente. «Claro, Cielo Riveros. Eso que sientes es algo natural que les pasa a los hombres cuando están cerca de una niña tan linda como tú. Es una reacción de nuestro cuerpo que no podemos controlar.»

El segundo «tío» asintió, sus ojos fijos en ella. «Sí, Cielo Riveros. Eres muy especial y hermosa, y a veces nuestro cuerpo reacciona de maneras que no entendemos. Pero no te preocupes, es completamente normal. De hecho, el calor que sientes también es normal. Es una señal de que tienes un poder especial sobre nosotros.»

Cielo Riveros escuchó atentamente, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y comprensión. «Entonces, ¿eso significa que yo tengo el poder de hacer que les pase eso?» preguntó, su tono inocente.

Ambos «tíos» sonrieron, asintiendo. «Sí, Cielo Riveros. Tienes un poder especial de hacer felices a los hombres, y eso es algo muy valioso. Sobre todo cuando nos dejas tocarte, abrazarte, besarte. Mientras más lo hagas, más poder tendrás sobre nosotros,» respondió el primer «tío», su voz ronca por el deseo.

Cielo Riveros sonrió, sintiendo una oleada de satisfacción y poder. «Gracias, tíos, por explicarme,» dijo suavemente, su voz inocente. «¿Puedo tocarlo?» preguntó, ganando más la curiosidad que su timidez.

Los «tíos» se miraron entre sí, sonriendo con complicidad. «Claro, Cielo Riveros. Puedes tocarlo si quieres,» respondió el segundo «tío», su voz tensa por la anticipación.

Cielo Riveros, con movimientos lentos y deliberados, se acercó al primer «tío» y, con su pequeña mano, tocó su bulto a través del pantalón. Pudo sentir el calor y la dureza, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, estirando la mano sobre el otro bulto. «Es raro,» murmuró, sus dedos explorando ligeramente. «Es blando y duro a la vez. Son calientes. Se sienten bien. Es como si estuvieran vivos. ¿Es parte de su cuerpo?»

El primer «tío» sonrió, su voz llena de lujuria. «Exactamente, Cielo Riveros. A lo mejor en el colegio todavía no te lo han enseñado, pero los hombres tenemos pene y las mujeres tienen vagina. Esto que estás tocando es el pene. Y cuando está duro, como ahora, es porque tú, con tu inocencia y tu belleza, nos haces muy felices. Ese es el poder que tienes sobre nosotros.»

Cielo Riveros asintió, sus ojos brillando con comprensión. «Ahora lo entiendo mejor,» dijo, su voz suave pero firme.

El segundo «tío» se inclinó hacia ella, su voz un susurro seductor. «Y recuerda, Cielo Riveros, cuanto más nos dejes tocarte, abrazarte, besarte, más poder tendrás sobre nosotros. Eres nuestra pequeña hechicera, y nosotros estamos completamente bajo tu control. Haremos lo que nos pidas.»

Cielo Riveros sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y emoción. «Gracias, tíos, por enseñarme,» dijo, su voz llena de gratitud

Con eso, se puso de pie y se dirigió hacia su habitación, dejando a los «tíos» con una mezcla de deseo y asombro. Mientras caminaba, se prometió a sí misma que exploraría más, que descubriría todos los secretos de su cuerpo y de los demás, y que disfrutaría cada momento de ese viaje emocionante y excitante.

En la sala de estar, los «tíos» se quedaron en silencio por un momento, intercambiando miradas de complicidad. «Sabes,» dijo el primer «tío», su voz baja y pensativa, «creo que tenemos que crear algo especial para ella. Algo que la haga sentir aún más especial y que nos permita llegar más lejos.»

El segundo «tío» asintió, una sonrisa maliciosa jugando en sus labios. «Estoy de acuerdo. Tenemos que planear algo que la excite y la haga querer más. Podríamos empezar con pequeños juegos y ver cómo reacciona. Si responde bien, podemos ir aumentando la intensidad.»

El primer «tío» se rió suavemente, sus ojos brillando con anticipación. «Sí, y quién sabe a dónde nos llevará esto. Pero tenemos que ser cuidadosos y asegurarnos de que ella siempre se sienta cómoda y en control.»

Ambos hombres se pusieron de acuerdo en que crearían un plan especial para Cielo Riveros, algo que la hiciera sentir aún más poderosa y que les permitiera explorar sus deseos más profundos. Sabían que tenían que ser sutiles y pacientes, pero también estaban decididos a llevar las cosas más allá, a un lugar donde todos pudieran explorar sus fantasías más oscuras y excitantes.
escrito el
2025-07-03
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