Primera traición
por
lobo
género
traiciones
Me llamo Cristina y llevo cuatro años con mi novio. Tengo 23 años y nunca le había sido infiel hasta el verano pasado.
Fui de vacaciones sola con mi padre, que está separado, a España.
Él alquiló un pequeño velero con marinero.
Ese día, sin embargo, no se encontraba bien y no pudo venir, pero me convenció para que fuera porque, de lo contrario, perdería el dinero que había pagado.
Para mi grata sorpresa, descubrí que el marinero era un chico guapísimo de unos veintitantos años. Tenía un cuerpo atlético perfecto, era moreno, alto, guapo y absolutamente precioso.
Quizá fue la situación, el sol, o quizá yo estaba desesperada por acostarme con otro, y ese día decidí ser una zorra y dejar que ese bombón me follara.
No hizo falta mucho para provocarlo, ni siquiera un par de sonrisitas pícaras, y el chico enseguida estuvo dispuesto a satisfacer mi deseo de probar su polla.
Cuando nos alejamos lo suficiente de la costa y de miradas indiscretas, se acerca y en cuestión de minutos nos estamos besando. Me encuentro lamiendo mi coño empapado. El tipo sabe lo que hace; ¿quién sabe con cuántas mujeres se habrá acostado antes que conmigo? Me lame el coño de maravilla y me penetra con un dedo con tanta fuerza que me hace tener un orgasmo solo con él.
Luego saca su pene, listo para la acción. Tiene un pene tan perfecto, grande y bien formado, que me excita tanto que inmediatamente lo tomo en mi boca y lo chupo como nunca antes lo había hecho con el de mi novio. Al tipo le gusta y me hace lamerle también los huevos, llenos, hinchados y poderosos; sin perder tiempo, me pone a cuatro patas, se sube encima y me folla como un animal. Me hace sentir tan puta, me excita y me hace correr como loca.
Hace una pausa y empieza a lamerme el coño, primero por detrás, luego el culo, y después me mete un dedo en el ano. Nunca me lo habían metido por el culo, y es obvio que el chico quiere follárme; le dejo, y ese es el momento de recibirlo por primera vez, y me convertiré en una puta de pies a cabeza.
El chico me escupe otra vez en el ano, y luego se sube encima de mí, apuntando su cabeza hinchada a mi agujero, y empieza a empujar su polla de mármol dentro. Al principio, siento un dolor intenso, pero a medida que su polla entra y sale de mis entrañas, el dolor se convierte cada vez más en placer, y me corro como una perra en celo.
El chico alterna su polla entre mi culo y mi coño, haciéndome correr repetidamente, hasta que le ruego que se corra dentro de mí, y él accede.haciéndome sentir su abundante líquido caliente eyaculando repetida y fuertemente en mi trasero; luego mi polla limpiada por mi lengua ávida de su polla y esa crema caliente y pegajosa.
Ese día me sentí más promiscua que nunca, pero jamás me había divertido tanto.
Fui de vacaciones sola con mi padre, que está separado, a España.
Él alquiló un pequeño velero con marinero.
Ese día, sin embargo, no se encontraba bien y no pudo venir, pero me convenció para que fuera porque, de lo contrario, perdería el dinero que había pagado.
Para mi grata sorpresa, descubrí que el marinero era un chico guapísimo de unos veintitantos años. Tenía un cuerpo atlético perfecto, era moreno, alto, guapo y absolutamente precioso.
Quizá fue la situación, el sol, o quizá yo estaba desesperada por acostarme con otro, y ese día decidí ser una zorra y dejar que ese bombón me follara.
No hizo falta mucho para provocarlo, ni siquiera un par de sonrisitas pícaras, y el chico enseguida estuvo dispuesto a satisfacer mi deseo de probar su polla.
Cuando nos alejamos lo suficiente de la costa y de miradas indiscretas, se acerca y en cuestión de minutos nos estamos besando. Me encuentro lamiendo mi coño empapado. El tipo sabe lo que hace; ¿quién sabe con cuántas mujeres se habrá acostado antes que conmigo? Me lame el coño de maravilla y me penetra con un dedo con tanta fuerza que me hace tener un orgasmo solo con él.
Luego saca su pene, listo para la acción. Tiene un pene tan perfecto, grande y bien formado, que me excita tanto que inmediatamente lo tomo en mi boca y lo chupo como nunca antes lo había hecho con el de mi novio. Al tipo le gusta y me hace lamerle también los huevos, llenos, hinchados y poderosos; sin perder tiempo, me pone a cuatro patas, se sube encima y me folla como un animal. Me hace sentir tan puta, me excita y me hace correr como loca.
Hace una pausa y empieza a lamerme el coño, primero por detrás, luego el culo, y después me mete un dedo en el ano. Nunca me lo habían metido por el culo, y es obvio que el chico quiere follárme; le dejo, y ese es el momento de recibirlo por primera vez, y me convertiré en una puta de pies a cabeza.
El chico me escupe otra vez en el ano, y luego se sube encima de mí, apuntando su cabeza hinchada a mi agujero, y empieza a empujar su polla de mármol dentro. Al principio, siento un dolor intenso, pero a medida que su polla entra y sale de mis entrañas, el dolor se convierte cada vez más en placer, y me corro como una perra en celo.
El chico alterna su polla entre mi culo y mi coño, haciéndome correr repetidamente, hasta que le ruego que se corra dentro de mí, y él accede.haciéndome sentir su abundante líquido caliente eyaculando repetida y fuertemente en mi trasero; luego mi polla limpiada por mi lengua ávida de su polla y esa crema caliente y pegajosa.
Ese día me sentí más promiscua que nunca, pero jamás me había divertido tanto.
0
votos
votos
evaluación
0
0
Comentarios de los lectores sobre la historia erótica