Como pase de ser el putito de la oficina a la putita de Felipe

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Hola, ¿cómo están?

Voy a relatar la relación que tuve con Felipe y como experimente, explore y descubrí, en esos tiempos, mi lado más femenino.

Por esa época yo tenía 27 años y en los últimos dos años había confirmado y asumido mi rol de pasivo(a). Cuando tenía 25 había entrado a trabajar en una empresa constructora como ayudante de oficina técnica donde hacia labores de junior en la oficina de la empresa. Yo ya había experimentado en el rol pasivo y por esos días tenía la confusión si esa era o no mi inclinación sexual. Al mes de trabajar ahí enganche con un tipo (Miguel de 28 años) con quién tuve una relación durante aproximadamente 6 meses donde pude confirmar mi rol como pasivo. Con Miguel nos veíamos en su departamento con algo de regularidad y en su cama asumí mi rol, si bien él no fue el primer hombre con quién había estado (yo ya no era virgen cuando conocí a Miguel), fue él quien realmente me desfloro analmente y quién me preño y me dejaba el poto lleno de su semen. Luego de dejar de verme con Miguel yo asumí una actitud un poco libertina, por decirlo de alguna manera, en otras palabras andaba puteando un poco, más bien, para ser honesto, me puse bastante fácil y andaba soltando el poto a diversos tipos de mi trabajo. En la oficina ya tenía la reputación de putito y, aparte de Miguel con quién salí durante 6 meses, pase por la cama de cuatro tipos más (Pedro, Vicente, Rolando y Richard, todos algo mayor que yo). Un año y medio había pasado desde que terminé con Miguel y en ese tiempo fui la puta de la oficina, “el putito Rodri”, “la nenita complaciente”, eran algunos apelativos que me tenían los chicos de la oficina con quién mantenía relaciones y, aunque era verdad la reputación que me hice igual me molestaba. Pedro, Vicente, Rolando, Richard y el mismo Miguel, hablaban entre ellos y comentaban sus encuentros conmigo y mi comportamiento en la cama, ellos no eran discretos y en la oficina estaba en boca de todos, me decían piropos, me invitaban a salir, se reían cuando pasaba, me molestaban bastante y aunque yo me enojaba un poco, cada 15 días más o menos yo cedía a sus propuestas y se me veía salir del trabajo con alguno de ellos, obviamente me llevaban a algún lugar donde terminaba siendo su “nenita complaciente”, luego en los días siguientes era comentario entre ellos sus “hazañas” en la cama conmigo, con lo cual aumentaba cada vez más mi reputación de putito. Yo siempre me decía y les decía a “mis chicos” (por decirlo de alguna manera) que no se volvería a repetir, que no volvería a estar con ellos, pero no pasaba mucho tiempo y volvía a caer en la cama de alguno de ellos, volvía a entrar de poto a la cama de alguno de ellos.
Esta situación se me estaba saliendo de control por lo que decidí cambiar de trabajo, me conseguí otro trabajo y termine yéndome de ahí.
Poco tiempo antes de irme definitivamente de ese trabajo llego a la oficina un tipo llamado Felipe, tipo de 40 años (en esos días), buen mozo (me había gustado apenas llego a la oficina) pero era algo pesado y desagradable. Él era amigo de Vicente y había llegado a la empresa a través de él y aunque yo no había tenido nada con él, igual se tomaba atribuciones y me molestaba igual que los otros. Obviamente sabía de mis “proezas” en la cama porque formaba parte del grupo de chicos y ahí le habían contado que yo había pasado por las manos de cada uno de ellos y que mi poto era la entretención de ellos.
Felipe, me tiraba las indirectas y me molestaba, me invitaba a salir, me decía que tenía una casa en la playa y que me podía llevar para allá para tener un encuentro, yo no lo pescaba mucho porque no lo conocía mayormente. Fue en ese contexto que yo termine abandonando la empresa.

A los días de irme de la empresa fui a la oficina a buscar el finiquito por haber terminado mi contrato y en esa ocasión me encontré con Felipe, estábamos solos, no estaba ninguno de los otros chicos y ahí me metió conversación, no se mostró pesado como era cuando estaban los otros y hablamos un rato mientras yo esperaba. Una vez saliendo me lo volví a topar y me ofreció llevarme a mi casa, yo accedí. En el camino nos conocimos un poco más, hablamos, incluso se disculpó por las pesadeces que me decía cuando yo trabajaba ahí.

Felipe: “Oye Rodrigo, igual quería pedirte disculpas por ser tan pesado contigo, entiende que son solo bromas”

Yo: “Bueno, no te preocupes, ya todo paso, yo ya no estoy en ese trabajo y no hay problema. No creas en todo lo que, seguramente, te han contado los chicos sobre mí, ellos igual inventan cosas porque en una fiesta una vez me fui con Miguel que me fue a dejar a mi casa y de ahí empezaron a inventar cosas, pero nada de eso es cierto”

Felipe: “Si, tranquilo, yo entiendo, a parte que yo no tengo porque meterme en tu vida y mucho menos andar molestándote, así que te vuelvo a pedir disculpas”

Yo. “Ok, gracias, te disculpo”, le dije mientras intercambiamos una sonrisa.

En la conversación que fuimos teniendo, hablamos sobre algunos gustos que teníamos y resulta que compartíamos la afición por salir a andar en bicicleta. A mí me gustaba salir a andar en bicicleta al igual que a él. Me dijo que podíamos salir a andar en bici juntos algún día, si es que yo no tenía problemas, le dije que sí e intercambiamos números de celular para coordinar alguna salida.

Pasados los días, como en un par de semanas, Felipe me llamó.

Yo: “Hola, con quién hablo”, yo sabía que era Felipe pero igual le pregunte.

Felipe: “Felipe, tu ex compañero de trabajo”

Yo: “Hola Felipe, ¿cómo has estado?”

F: “bien, todo bien, Tú ¿cómo estás?”

Yo: “Bien, todo bien también”

F: “Te llamaba para salir a andar en bicicleta, te parece?, podemos ir a la playa, allá es súper rico andar en bici, subimos las bicicletas en mi camioneta y nos vamos temprano, el sábado, ¿qué me dices?”

Yo: “No sé bien, tal vez tenga que hacer el sábado pero déjame ver bien, ¿te parece que te llamo mañana y te confirmo?”, igual yo no tenía ningún compromiso pero no quería decirle que sí inmediatamente, quería pensarlo un poco, me estaba haciendo el interesante.

Felipe: “Ok, mañana espero tu llamado, cuídate, qué estés bien, hablamos entonces”

Yo: “Ok, yo te llamo mañana, qué estés bien también, y gracias por la invitación, mañana hablamos”
Al otro día lo llame y le dije que bueno, quedamos en que me pasaba a buscar temprano a mi casa el sábado. Yo desde que me había ido de la empresa no había estado con nadie y cuando Felipe me llamo me dieron ganas de estar con Felipe, él me había gustado desde el primer momento en que llegó a la empresa y si bien él había sido pesado y desagradable en ese tiempo, en las conversaciones que habíamos tenido cuando me llevo a mi casa había sido simpático, y que se haya tomado el tiempo de llamarme para invitarme a la playa a andar en bici me resulto súper bien, se mostraba mucho más buena persona y caballero que cuando estábamos en la empresa.

Cuando llego el día paso por mí puntualmente, yo lo estaba esperando con mi indumentaria de ciclista, con mis “culotes” o lycras de ciclismo y también llevaba una mochila con ropa deportiva de recambio, él también venía equipado, sus lycras ajustadas resaltaban sus piernas y su físico en general, no pude evitar mirarle el paquete, su pene, debajo de sus lycras, se veía prominente, para mi vergüenza se dio cuenta justo cuando lo miraba, él sonrió y yo un poco sonrojado también. No era la primera vez que un hombre me pillaba mirando la zona de su pene, sin darme cuenta era algo que hacía comúnmente, no lo puedo evitar, tiendo a mirar esa zona de los hombres, ¿será porque me gusta el pene?, jajaja, seguramente debe ser por eso.

En el trayecto en bicicleta anduvimos bien, sin problemas, el recorrido que Felipe había elegido era bonito y no tan exigente, paramos un par de veces a comprar agua y a contemplar el paisaje, yo no podía evitar mirar su paquete y me sorprendió un par de veces más mirándole la zona del pene, yo también lo había sorprendido mirándome el poto que con las lycras se marca. Una vez que terminamos el recorrido me invito a ir a su casa que tenía en la playa, ahí podíamos comer algo, ducharnos y pasar el resto del día, la casa estaba sola, su familia andaba de viaje por otra parte y podíamos disponer de la casa sin problemas, incluso me había dicho que podíamos quedarnos si se nos hacía tarde. Una vez en la casa y durante las paradas y momentos en que puedes conversar durante la travesía ciclística ambos nos coqueteábamos mutuamente, intercambiábamos sonrisas y miradas, se notaba que había una atracción entre ambos. Cuando llegamos a su casa yo le pedí una toalla para ducharme y cambiarme de ropa, ahí me dijo sus primeros piropos y el coqueteo mutuo aumento.

Yo: “Oye Felipe, tienes alguna toalla que me prestes para ducharme, yo traje ropa de cambio y quiero sacarme las lycras”

Felipe: “Si, si tengo, ahí te paso, pero podrías quedarte así un rato, te ves bien con tus lycras y con tu malla, te quedan bien”, me dijo mientras sonreía, yo le devolví la sonrisa. Me gustó lo que me había dicho, no eran las bromas pesadas que me decían cuando estábamos en la empresa, ahora había sido agradable y caballero. Yo andaba con mi lycra blanca y con una malla (polera) rosada, él estaba con una lycra negra y con una malla azul.

Yo: “Ay, gracias, tú también te ves bien, las lycras y mallas ajustadas te quedan, te ves bien varonil, tú tienes buen físico y tus lycras resaltan tus atributos”, le respondí coquetamente, sin pensarlo estaba coqueteándole hace un buen rato. Felipe es de contextura grande, mide como 1,85 o 1,90, yo no soy chico, mido 1,77 y tengo buena contextura física, pero Felipe es más grande y físicamente está bien tonificado y con su malla y las lycras todo se le veía más grande.

Felipe: “Gracias, quedémonos así entonces”, me decía mientras ambos nos dábamos miradas y sonrisas. Nos estábamos coqueteado los dos y se había generado un ambiente de seducción.

Felipe destapó unas cervezas y me ofreció una mientras él tomaba una para él, nos sentamos en el living de la casa, puso música.

Yo: “Bueno, quedémonos así, pero no me mires el poto, te he pillado varias veces haciéndolo, jajaj”

Felipe: “jajaj, es que se te ven súper esas lycras blancas, en todo caso tú también me has mirado, jajaj”

Yo: “No, para nada, jajaja,… Bueno, sí, lo reconozco, igual te he mirado, es que se te ve súper bien esa ropa ajustada, igual no te pases rollos solamente es para recrear la vista, jajaja,… Igual tu eres un hombre atractivo”

Felipe: “¿Te gustan los hombres?”

Yo: “No (mentía), pero aunque soy hombre uno igual puede reconocer cuando un tipo es buen mozo y tú lo eres, y vestido así se te ve todo bien”, en el fondo le estaba diciendo que me encantaba su paquete, no había dejado de mirarlo en todo el día y él lo sabía.

Felipe: “Gracias por tus palabras, tú también eres lindo, me gustas mucho”

Yo: “En serio!!, ay!!, gracias, tú también me gustas harto, desde que llegaste a la oficina me fije en ti y cuando me llamaste para venir para acá me encantó, no esperaba que lo hicieras, no creía que hablaras en serio cuando me dijiste que nos podíamos juntar para salir a andar en bici. Ha cambiado mi opinión que tenía de ti, cuando llegaste a la empresa me molestabas y eras pesado, pero ahora has sido súper buena onda y buena persona, eres caballeroso y has sido galante conmigo, que me digas que te gusto y que me veo bien con esta ropita es muy delicado de tu parte. Igual no quiero que te hagas una mala opinión de mí por lo que te han contado los chicos en la oficina”

Felipe: “¿A qué te refieres?”

Yo: “Ay, tú sabes, no te hagas el tonto, eso de que he salido con todos y de que fui la putita del grupo, como decían. Es verdad, esas cosas pasaron, pero no como dicen ellos, tuve intimidad con alguno de los chicos pero eso no quiere decir que soy una especie de puta o putito, desde que me fui de la empresa no he vuelto a estar con ningún hombre, lo que se dio cuando estaba en la empresa fue una búsqueda mía, algo que estaba experimentando, pero ya no más, ahora no ando con hombres ni nada y me interesa que tú lo sepas, igual, como te dije anteriormente, tú me gustas y no quiero que pienses mal de mí, ya no ando buscando hombres para acostarme con ellos”, ya estaban todas las cartas abiertas, él sabía claramente que me gustaba y yo también sabía que él quería estar conmigo.

Felipe: “No, yo no pienso mal de ti, te encuentro súper y lo que hayas hecho en tu intimidad es tu problema, tú eres libre de hacer lo que quieras, y si estabas experimentando me parece súper bien, si te acostaste con algunos de los muchachos y les entregaste tu lado “b” es cosa tuya y nadie te puede reprochar nada, menos yo, lo único que te puedo decir es que te encuentro rico, que me gustas mucho y que conmigo puedes ser como verdaderamente eres. Si lo deseas, puedes contar conmigo, si ya dejaste atrás tu búsqueda de estar con hombres, bien, yo no te voy a andar acosando ni molestando como lo hacíamos en la oficina, pero si aún necesitas o quieres un hombre que te de lo tuyo, puedes contar conmigo, a mí me encantaría poder tenerte y que me entregues tu parte más femenina, lo gozaría mucho, pero si se da algo entre nosotros yo respetaría nuestra intimidad y no andaría contando a otros lo que pueda pasar entre nosotros, ni andaría ventilando tu reputación”

Yo: “Ayy Felipe, gracias, me alegra que no pienses mal de mí y que mí reputación no sea un impedimento para que podamos compartir aunque no pase nada intimo entre nosotros, yo por ahora no estoy buscando un hombre (era mentira, me estaba haciendo la difícil, lo único que quería era entregarle mi cola a Felipe), solo busco amistad, igual es rico que me piropees y me digas que te gusto y que me veo bien, me haces sentir bonita, como si fuera una chica y eso me gusta, me gusta que me mires y me gusta coquetearte, ya te dije, te encuentro súper atractivo y mirarte y compartir contigo me alegra. Pasemos el día juntos y me puedo quedar si quieres y ahí vemos que va pasando, ¿te parece?”

Felipe: “Si, me parece”, me respondió Felipe, mientras se acercó a mí, me beso (yo lo deje) y me acarició una nalga suavemente. Se fue a sentar en el sillón de dos plazas del living y me invitó a sentarme a su lado, yo accedí pero no me senté a su lado, sino que me senté encima de su pene, le puse el poto encima de su paquete como había querido hacerlo durante todo el día (cuando me gusta un hombre el poto como que se me va hacia su pene). Felipe me tomo de las piernas y la cadera y me acomodo más aún encima de su pene. Ahí estuvimos un rato besándonos y acariciándonos, él me metió una mano por debajo de mis lycras y me tomo una nalga, yo le pase los brazos por alrededor de su cuello y en un momento me senté arriba de él con las piernas abiertas. Estuvimos así un buen rato, él sentado en el sillón y yo sentado arriba con las piernas abiertas y enganchadas en el respaldo del sillón, estábamos enfrentados, yo lo rodeaba por el cuello y él me tenía tomado de mis nalgas mientras no besábamos y hablábamos, todo con ropa, con las lycras y las mallas de ciclismo.

Felipe: “¿Te gusta estar sentada aquí?”, se refería a mi femeninamente y eso me gustaba.

Yo: “Si, es rico estar en tus manos y sentir tu pene, se siente rico”

Felipe: “Cuando quieras puedes probarlo”

Yo: “Ayy, no me tientes, estamos bien así, no es mi idea terminar dándote sexo oral ni entregándote la cola (nuevamente era mentira)”

Felipe: “Bueno como quieras, mi pene está disponible para ti si cambias de opinión”, me decía mientras me metía la mano por debajo de la lycra nuevamente, pero esta vez empezó a deslizar uno de sus dedos en la entrada de mi ano. Yo no le decía nada, solo lo dejaba.

Felipe: “¿Me dejarías ver tu ano?, debe ser rico”

Yo: “jajaja, ay, las cosas que me pides, bueno, te lo muestro, pero eso nomás”

Felipe: “Ok, eso nomás, jajaj”

Me puse de pie, me voltee y me baje las lycras (no me las volvería a poner en toda la tarde y noche), me incline con mi cola a la altura de su cara y abrí con mis manos levemente mis cachetes dejando mi ano expuesto. Felipe empezó a acariciarme suavemente con su dedo gordo la entrada de mi ano, mientras me decía que le gustaba mucho.

Felipe: “Que lindo qué es”

Yo: “¿Te gusta?”

Felipe: “Si, es hermoso, me gustaría tenerlo entero para mí”, Felipe estuvo un rato acariciándome el ano, se sentía rico, lo hacía con suavidad, me excitaba mucho. En eso sentimos que alguien se asomaba por la ventana y tocaba la puerta, yo me preocupe, me escondí detrás del sillón mientras Felipe iba a ver quién era, al rato volvió.

Yo: “¿Quién era?, ¿nos pillaron?”

Felipe: “Tranquilo, es una persona que cuida por acá y como vio que había movimiento vino a ver qué pasaba, no te preocupes, no es nada”

Yo: “Seguro?, mira que no quiero que la gente de acá sepa que vinimos a estar juntos, ya me hice mala reputación en la oficina, no quiero que digan aquí en la playa que soy tu putita que traes los fin de semana, jajaj”

Felipe: “Tranquilo, nadie va a decir nada, y si se corre la voz no hay problema, total aquí nadie te conoce. Oye, sigamos en lo que estábamos?”

Yo: “Bueno”, volvimos a la misma posición anterior, Felipe continuó acariciándome el ano hasta que me pregunto si podía chuparme.

Felipe: “Me dejarías besarte el ano?”

Yo: “Si quieres”, me empezó a pasar la lengua por toda la entrada de mi ano y comenzó a comerme todo mi poto, me lo lleno de saliva, también me daba besos en las nalgas y me besaba la entrada de mi ano como si fueran labios, realmente Felipe lo hacía bien, era exquisito sentir sus labios y lengua por mi entrada, me tenía chorreando de placer y aunque aún no me penetraba ya era su “nenita complaciente”. En un momento Felipe se puso de pie, me pego una pequeña palmada en una nalga, se fue para la pieza mientras me decía:

Felipe: “Voy a estar en la cama, si quieres puedes venir”, yo pase al baño un rato y después me fui a su pieza totalmente desnuda, cuando entre Felipe estaba tendido en la cama boca arriba, también desnudo, con su verga erecta al aire, era grande, bonita, hermosa, era un pene realmente bello, yo me acerque y me incline un poco y me senté a su lado, entre como siempre de poto a la cama de un hombre. Luego me incline sobre su pene y se lo empecé a acariciar, se lo tome y le pregunte:

Yo: “¿Puedo?”

Felipe: “Es todo tuyo”

Se lo comencé a chupar, era realmente rico, era grande, tenía un buen grosor y su sabor era maravilloso. Le pase la lengua lentamente desde la base y fui subiendo por todo el tronco hasta la cabeza y luego volvía a bajar, era como lamer un helado entero para mí, me lo pasaba por toda la cara, quería sentir su olor y sabor, me lo pasaba por los ojos, por mis orejas y me lo volvía a meter a la boca, le daba besitos en cada una de sus parte, especialmente en su cabeza que era brillante y grande, a medida que lo lamía sentía como mi ano suspiraba por tenerlo dentro. Le di sexo oral a Felipe como una hora entera, yo lo estaba gozando mucho y él también.

Felipe: “Era cierto lo que decían los chicos de la oficina”

Yo: “Qué decían?”

Felipe “Que dabas unas mamadas mejor que cualquier mina”

Yo: “Es que me encanta, me vuelvo loca cuando tengo un pene para mí, pero a ellos no se los mame como te lo estoy mamando a ti, tu pene es lejos el más rico que he tenido en mi boca y nunca le he chupado el pene a un hombre como te lo estoy chupando a ti ahora”

Felipe: “Oh, gracias, es realmente rico, lo haces como nadie, eres toda una perrita linda y con tu boquita haces maravillas”

Yo: “Que rico que te guste, que rico poder complacerte y ser tu perrita, desde que te vi en la mañana no he dejado de ver tu paquete y no he pensado en otra cosa que en saborear lo que tenías debajo de tu lycra y realmente me encanta, tu pene es una escultura, voy a soñar con él”, seguí complaciendo a Felipe durante un rato más, luego fui subiendo por su bajo vientre y por todo su torso hasta llegar a su cara, ahí nos besamos, yo encima de él apoyado en su pecho. Nos besamos un rato y de repente Felipe me dice:

Felipe: “Me dejas entrar?”, yo no le dije nada, solo me puse al lado de él en la cama y levante mi cola abriendo mis cachetes como toda una perrita, así me sentía, su perrita. Felipe se puso de rodillas detrás de mí, me acomodo el poto a la altura de su pene hasta que sentí la cabeza de su verga entre mis cachetes en la entrada de mi ano. En un momento se paró y fue a buscar algo, volvió a su lugar detrás de mí y sentí que me acariciaba el ano con sus dedos, me los metía suavemente.

Felipe: “Te estoy untando un poco de lubricante, yo tengo el pene grande y no quiero que sufras, quiero que lo sientas suave”, me encanto su preocupación, él venía preparado, había traído lubricante íntimo porque sabía que su pene grande y grueso podía dañarme al entrar. Me estaba lubricando el ano y luego se unto lubricante en la cabeza de su pene y continuó preparándome la entrada de mi ano con su pene, sentía su cabeza recorrer toda la entrada de mi cola, yo solo me dejaba y solamente estaba ahí inclinada gozando de mi hombre que jugaba con mi entrada, era un hombre preparando a su hembra para que lo recibiera y yo estaba ahí lista para recibirlo. Estaba con mi rostro ladeado apoyado en la almohada, tenía apoyadas las rodillas en la cama y levantaba mi cola lo más que podía, él, siempre detrás de mí, se estaba acomodando para abrirme con su pene y tomarme para él, me tenía el pene a lo largo entre mis cachetes, sin penetrarme aún, yo sentía como frotaba todo el tronco de su verga entre mis nalgas y sobre mi ano, también sentía sus testículos como también rozaban mi entrepiernas mientras me decía.

Felipe: “Me encanta tu potito preciosa, te voy a dar lo que mereces, te voy hacer sentir lo que te gusta y te voy a hacer mía”, yo ya era su mujer, aunque aún no me penetraba ya era su mujer, me gustaba que me tratara como si fuera mujer, como si fuera su hembra, yo me abrí los cachetes con mis manos lo más que pude.

Yo: “Móntame papito mío, te regalo mi abertura, ábreme entera por favor, entra como si fuera la primera vez, yo sé que de mi virginidad no queda nada pero igual desflórame nuevamente”

Felipe: “Tranquila mi niña, aunque yo no fui el primero te voy a hacer mía y te voy a preñar como si fuera la primera vez”, y mientras me decía eso sentía como Felipe se introducía suavemente llenando mi espacio con su hombría, borrando cualquier vestigio que quedara de otro hombre que haya pasado por ahí antes. Felipe con su grandiosa y monumental verga, en la medida que abría mi agujero, desarmaba cualquier otra forma que otro hombre le haya dado a mi cola, con su grandeza, que superaba a todas las otras, Felipe convirtió mi cola en la vaina de su espada dejando mi ano completamente con la horma de su pene. Felipe entraba y salía, me tomaba de las caderas con sus manos grandes y fuertes y me ensartaba en su roca deliciosa sacándole brillo a mi ano, con cada penetrada que me daba más que follarme Felipe me estaba esculpiendo la cola. A pesar del gran tamaño de su pene yo no sentía dolor, solamente placer, su verga y mí poto parecían que habían sido creados el uno para el otro, se entendían de la mejor manera. Mi cola, que en ese momento estaba ofrecida, era un espacio abierto, espacio que si bien ya habían usado otros solo se logró llenar por completo con Felipe.
Después de un buen rato con Felipe dentro de mí sentí que Felipe se venía.

Felipe: “Ay mi chiquilla, ya voy para allá, voy a acabar, eres lo más lindo que hay”, me decía Felipe mientras comenzaba a llenarme el poto con su leche, yo también acabe en ese instante.

Yo: “Déjame bien preñada, tú eres mi dueño, ayayi, que rico!!!, no salgas nuncaaaa!!!!, AAAhhyyy!!!”, eran los gemidos que Felipe saco de mí mientras estrujaba su verga dentro de mí y botaba hasta la última gota de su semen dentro de mi hueco que ahora era más profundo y abierto que nunca. Mientras Felipe se descargaba me tomaba de las caderas y me bombeaba con fuerza, se ponía de pie en la cama quedando mis patas en el aire y abiertas mientras él me sostenía ahí toda ensartada en su verga, yo solo me apoyaba con mis manos en la almohada para no caer y pataleaba mientras Felipe botaba aún su leche. Cuando ya estaba terminando, Felipe volvió a arrodillarse y a ponerme con las rodillas en la cama, se dejó caer sobre mí, yo aún lograba tener mi cola algo parada. Felipe no boto ninguna gota de semen fuera de mí, me dejo totalmente preñada, si la biología lo hubiera permitido me habría dejado embarazada.
Después de un rato Felipe se levantó y fue al baño, yo me quede ahí, con el poto al aire todo lleno de su semen que ya empezaba a chorrear por mi entrepierna. Felipe volvió, saco un babydoll de encaje rojo que había traído y me pidió que me lo pusiera, yo accedí y me acosté a su lado, quedamos en cucharita, su pene, lacio ya, lo acomodo entre mis cachetes que estaban enteramente mojados y nos dormimos. Ese día Felipe no solo me hizo su putita, igual como lo habían hecho otros antes, sino que Felipe me hizo su mujer y el babydoll que me había puesto era como un regalo de compromiso, seguía siendo tan puta como antes pero ahora ya no andaba entregándole mi poto a cualquiera, ahora mi poto era de propiedad exclusiva de Felipe.



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2025-11-08
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