Trio de Reyes II
por
Sissytrapboy
género
trans
Hans comenzó a moverse de nuevo, a follar mi culito firme pero dulcemente… Estaba en la gloria.
Javier se adelanto con unas esposas de cuero y una mordaza de bola. Con impaciencia me quito el sujetador, acaricio mi cuerpo y mordió mis pechitos. Eran dos amantes entregados, yo no paraba de gemir. Alzo mis brazos y me esposo a un gancho que colgaba del techo. Después me metió los dedos en la boca, lamí con gusto mientras la polla de Hans me taladraba. Javier me amordazo y lamio vicioso mi boca.
Hans redoblo sus esfuerzos, su enorme pollón invadía mi interior proporcionándome un placer indescriptible. Javier comenzó a besar, chupar y lamer mi cuerpo, sus manos fuertes acariciaban mi piel. Sus dientes atrapaban mis pechitos y podía sentir su polla resbalando entre mis piernas. Ahí estaba, desnuda e indefensa, entre mis dos dedicados amantes, y me deje llevar.
Javier se agacho, centímetro a centímetro, sin dejar de degustar mi cuerpo. Llego hasta mi entrepierna, y comenzó a comerme los huevecitos y la pollita. Solté un gemido de sorpresa que se estrello contra la mordaza que invadía mi boca, y se convirtió en un sonido estrangulado de pasión. El mulato sorbía y chupaba, lamia y besaba. Hans, absorto en su constante follada, comenzó a susurrarme obscenidades al oído. Yo notaba como las piernas me flaqueaban y como me llenaba el placer más intenso.
Era su juguete, su perrita, su putita cachonda. El alemán comenzó a moverse más y más deprisa mientras mi saliva caía goteando por mi barbilla. Javier había conseguido que mi pequeña pollita se erectase y chupaba y lamia con ansia. Las manos de Hans aferraron mi cintura y el alemán se corrió en mi interior con tres profundas y fuertes embestidas, mientras gritaba algo en su lengua natal. Javier dejo de chupar y me sonrió, note como Hans se apoyaba en mi espalda y besaba mi nuca, como su magnífica polla abandonaba mi culo. Me dio una palmada en el culito y se dirigió a la cama mientras se quitaba el condón.
Javier se irguió de nuevo. -No pierdas detalle.- Me susurro mientras besaba la mordaza.
Hans se sentó en la cama y chasqueo los dedos, Javier se acerco obediente, se arrodillo y comenzó a chuparle la polla hasta dejarla limpia. No deje de mirar, la quería, la deseaba. Esa polla era mi obsesión. Tenía que ser mía.
Termino de limpiar ese maravilloso pene y se besaron. Luego Hans me miro fijamente, note como sus intensos ojos azules me sometían sin dificultad.
-Follatela.- Le ordeno a Javier. –Quiero ver como se corre de nuevo.-
Se tumbo y comenzó a acariciarse la polla mientras Javier se dirigía hacia mí, poniéndose un condón y sonriendo.
Se coloco detrás de mí, deslizando sus manos sobre mi cuerpo mientras lo hacía.
-Ahora vas a saber lo que es bueno.- Me susurro. Y me mordió la oreja dulcemente mientras aferraba mi cuerpecito con firmeza.
Sus manos eran fuertes y suaves, note como mi culito recibía su herramienta, el mulato la metió despacio, sin parar, hasta que sus dos suaves huevos chocaron contra mis nalgas.
Mi cuerpo temblaba, había venido dispuesta a ser usada hasta la saciedad, y por ahora no estaba decepcionada. Javier agarro con fuerza mis caderas y comenzó una follada salvaje.
Sus embestidas me dejaban sin respiración, allí donde Hans era firme y dulce, Javier era salvaje y ansioso. Gemía estrangulada por la mordaza y mi cuerpecito se estremecía con cada una de sus brutales embestidas. El mulato rugía como una bestia, y Hans nos observaba con lujuria y placer.
Un fuerte azote me saco un grito, convertido en un simple bufido gracias a la mordaza. Javier comenzó a pellizcar mis pezones con una mano mientras la otra me asía fuertemente de la cadera. Su salvaje follada no tenía fin. Mi cuerpo ardía, consumido por un placer inmenso.
Se abrazo a mi cuerpo, fuerte, sin parar de follarme salvajemente. Comenzó a susurrarme insultos al oído. Puta, zorra, perra, guarra… Su follada a****l me dejaba sin aliento.
No pude mas, un imparable orgasmo se adueño de mi cuerpo y, con pequeños espasmos de placer, cuatro chorritos de semen líquido y claro salieron disparados de mi pollita. No tuve tiempo de relajarme, agarrándome el pelo, Javier clavo profundamente su pollon en mi maltratado culo y se corrió como un geiser. Me fallaron las fuerzas, caí rendida, quedando colgada de mis brazos, respirando profunda y ruidosamente, mientras la enorme polla que me había vencido salía de mi culito.
Javier se quito el condón y comenzó a jactarse del tremendo polvazo que acababa de terminar, su cuerpo brillaba de sudor, y por primera vez, pensé que me había equivocado con él. Era una bestia del sexo, un semental implacable. Quería repetir.
Hans se acerco, mojo un dedo en mi semen derramado y lo lamio. Cada uno de sus movimientos destilaba lujuria. Me quito las esposas y la mordaza, y engancho una correa a mi collar de perrita. Puso ese dulce objeto de deseo que era su polla frente a mi cara.
-No es momento de descansar,- Dijo con esa voz dulce pero a la vez autoritaria. -Es hora de que me demuestres lo buena perrita que eres.-
No me lo tuvo que repetir, abrí mis labios y comencé a obsequiarle con una mamada profunda, ansiosa.
Javier se adelanto con unas esposas de cuero y una mordaza de bola. Con impaciencia me quito el sujetador, acaricio mi cuerpo y mordió mis pechitos. Eran dos amantes entregados, yo no paraba de gemir. Alzo mis brazos y me esposo a un gancho que colgaba del techo. Después me metió los dedos en la boca, lamí con gusto mientras la polla de Hans me taladraba. Javier me amordazo y lamio vicioso mi boca.
Hans redoblo sus esfuerzos, su enorme pollón invadía mi interior proporcionándome un placer indescriptible. Javier comenzó a besar, chupar y lamer mi cuerpo, sus manos fuertes acariciaban mi piel. Sus dientes atrapaban mis pechitos y podía sentir su polla resbalando entre mis piernas. Ahí estaba, desnuda e indefensa, entre mis dos dedicados amantes, y me deje llevar.
Javier se agacho, centímetro a centímetro, sin dejar de degustar mi cuerpo. Llego hasta mi entrepierna, y comenzó a comerme los huevecitos y la pollita. Solté un gemido de sorpresa que se estrello contra la mordaza que invadía mi boca, y se convirtió en un sonido estrangulado de pasión. El mulato sorbía y chupaba, lamia y besaba. Hans, absorto en su constante follada, comenzó a susurrarme obscenidades al oído. Yo notaba como las piernas me flaqueaban y como me llenaba el placer más intenso.
Era su juguete, su perrita, su putita cachonda. El alemán comenzó a moverse más y más deprisa mientras mi saliva caía goteando por mi barbilla. Javier había conseguido que mi pequeña pollita se erectase y chupaba y lamia con ansia. Las manos de Hans aferraron mi cintura y el alemán se corrió en mi interior con tres profundas y fuertes embestidas, mientras gritaba algo en su lengua natal. Javier dejo de chupar y me sonrió, note como Hans se apoyaba en mi espalda y besaba mi nuca, como su magnífica polla abandonaba mi culo. Me dio una palmada en el culito y se dirigió a la cama mientras se quitaba el condón.
Javier se irguió de nuevo. -No pierdas detalle.- Me susurro mientras besaba la mordaza.
Hans se sentó en la cama y chasqueo los dedos, Javier se acerco obediente, se arrodillo y comenzó a chuparle la polla hasta dejarla limpia. No deje de mirar, la quería, la deseaba. Esa polla era mi obsesión. Tenía que ser mía.
Termino de limpiar ese maravilloso pene y se besaron. Luego Hans me miro fijamente, note como sus intensos ojos azules me sometían sin dificultad.
-Follatela.- Le ordeno a Javier. –Quiero ver como se corre de nuevo.-
Se tumbo y comenzó a acariciarse la polla mientras Javier se dirigía hacia mí, poniéndose un condón y sonriendo.
Se coloco detrás de mí, deslizando sus manos sobre mi cuerpo mientras lo hacía.
-Ahora vas a saber lo que es bueno.- Me susurro. Y me mordió la oreja dulcemente mientras aferraba mi cuerpecito con firmeza.
Sus manos eran fuertes y suaves, note como mi culito recibía su herramienta, el mulato la metió despacio, sin parar, hasta que sus dos suaves huevos chocaron contra mis nalgas.
Mi cuerpo temblaba, había venido dispuesta a ser usada hasta la saciedad, y por ahora no estaba decepcionada. Javier agarro con fuerza mis caderas y comenzó una follada salvaje.
Sus embestidas me dejaban sin respiración, allí donde Hans era firme y dulce, Javier era salvaje y ansioso. Gemía estrangulada por la mordaza y mi cuerpecito se estremecía con cada una de sus brutales embestidas. El mulato rugía como una bestia, y Hans nos observaba con lujuria y placer.
Un fuerte azote me saco un grito, convertido en un simple bufido gracias a la mordaza. Javier comenzó a pellizcar mis pezones con una mano mientras la otra me asía fuertemente de la cadera. Su salvaje follada no tenía fin. Mi cuerpo ardía, consumido por un placer inmenso.
Se abrazo a mi cuerpo, fuerte, sin parar de follarme salvajemente. Comenzó a susurrarme insultos al oído. Puta, zorra, perra, guarra… Su follada a****l me dejaba sin aliento.
No pude mas, un imparable orgasmo se adueño de mi cuerpo y, con pequeños espasmos de placer, cuatro chorritos de semen líquido y claro salieron disparados de mi pollita. No tuve tiempo de relajarme, agarrándome el pelo, Javier clavo profundamente su pollon en mi maltratado culo y se corrió como un geiser. Me fallaron las fuerzas, caí rendida, quedando colgada de mis brazos, respirando profunda y ruidosamente, mientras la enorme polla que me había vencido salía de mi culito.
Javier se quito el condón y comenzó a jactarse del tremendo polvazo que acababa de terminar, su cuerpo brillaba de sudor, y por primera vez, pensé que me había equivocado con él. Era una bestia del sexo, un semental implacable. Quería repetir.
Hans se acerco, mojo un dedo en mi semen derramado y lo lamio. Cada uno de sus movimientos destilaba lujuria. Me quito las esposas y la mordaza, y engancho una correa a mi collar de perrita. Puso ese dulce objeto de deseo que era su polla frente a mi cara.
-No es momento de descansar,- Dijo con esa voz dulce pero a la vez autoritaria. -Es hora de que me demuestres lo buena perrita que eres.-
No me lo tuvo que repetir, abrí mis labios y comencé a obsequiarle con una mamada profunda, ansiosa.
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