Petado y enculado por una sexy y tetona transexual

por
género
trans

Después de llegar de un viaje, me crucé con alguien que pensé que era una sexy, putona y atractiva morena muy libidinosa. Quedé con ella para cenar y por la calentura que ella me puso y por los vapores etílicos del vino y el orujo. Ella me sedujo con su cuerpo, sus tetas y el vino y el orujo.


Acababa de llegar de viaje en coche al hotel en el que tenía reserva y según llegaba a la habitación con mis maletas, me crucé con una hembra muy sexy y atractiva. Como todavía no era la hora de comer y faltaban al menos noventa minutos, pensé en darme una relajante ducha, poner el reloj en hora y tumbarme para llegar a tiempo al buffet y comer como un león, pues el stress del viaje me había abierto el apetito. Dicho y hecho, me tumbé y me desperecé a las catorce quince y con el tiempo suficiente de vestirme cómodo y bajar a comer. Al llegar al buffet libre del hotel, me volví a encontrar a esa fascinante y seductora hembra morena que me embelesó y cautivó al principio. Debía de venir de la piscina, hacía poco, pues no solo calzaba unas espartanas rosas, sino que además vestía un pareo multicolor que anudaba sobre el hombro. Yo la reconocí ya que antes me la había cruzado nada más llegar. Casi sin querer y accidentalmente nos situamos a comer no muy lejos uno de otro y al estar cerca, decidimos los dos ocupar la misma mesa. Advertí que entre los dos había un cierto "feeling" y yo empecé muy adulador a alabar su sex-symbol y su atractiva belleza femenina.

Ella me dio las gracias por ser yo tan elogioso y decidió presentarse.

—Por si quieres saber mi nombre, me llamo Yasmín —dijo ella.

—Encantado —dije yo.

—Yo soy Jasón —testimonié yo.

— Encantada —dijo Yasmín.

Seguimos comiendo en animada charla y caímos en la cuenta de que allí no conocíamos a nadie y que mejor forma de pasar esos días, haciéndonos mutua compañía y salir como pareja a conocer la ciudad, cenar en algún restaurante típico y pasear por la playa y bañarnos juntos en el mar. A Yasmín al principio la idea no le sedujo, pero según iba trascurriendo el tiempo dio su brazo a torcer y le divirtió la idea.

—qué te parece, querida Yasmín, si a las veinte horas, quedamos en el bar del Hotel y luego salimos a pasear y conocer el pueblo —comuniqué yo.

—Por mi bien, perfecto —indicó Yasmín.

Nos retiramos a nuestras habitaciones, pues yo estaba exhausto del viaje y con la comida en el estómago, necesitaba echarme la siesta a la voz de ya. Tuve la enorme suerte de levantarme de siesta a la seis y treinta de la tarde, con el suficiente tiempo de darme un duchazo y acicalarme, pero todo muy relajadamente. Me engalané con una camisa negra de hilo de manga corte, unos vaqueros igualmente negros y unos náuticos también negros. Como ropa interior me "entoligué" uno de mis procaces tangas, que alguna de mis obscenas follamigas me regaló. Y como final, mi perfume favorito que le gustaría. Bajé al lugar donde habíamos quedado y ya me esperaba ansiosa Yasmín que pensaba que yo le había tomado el pelo y le había dado plantón.

—¡qué buena estás, amor!, ¡qué guapa vienes! —apostillé.

Marchamos en dirección a la playa y observamos lugares para cenar y tomar copas. Parecía un lugar bello y romántico. Después de dar un relajante paseo decidimos ir a cenar en un lugar lleno de tipismo. Yasmín pidió marisco y yo pescado y sushi y vino del país para los dos. Según iba trascurriendo el tiempo y por los efluvios y emanaciones alcohólicas y que incluso habíamos ordenado un postre de crema con orujo de guindas, los dos abandonamos el bonito restaurante algo cogorzas, pero con unas ganas de sexo terribles, pues Yasmín, me estuvo toqueteando el rabo con la punta de sus dedos y mi rabo se puso duro con sus jueguecitos, miraditas y besuqueos. Regresamos por la playa y nos paramos unos segundos, para pegarnos unos morreos linguales de campeonato que elevaron aún más nuestra libido y lujuria. Mi enhiesta pero dura verga, luchaba denodadamente por salir del tanga de lo dura que la tenía. Yasmín se dio cuenta y la acarició, lo que hizo instintivamente que me la besara y acariciara. Continuamos el trayecto hasta llegar al hotel, fuimos muy poco a poco a dirección a pedir las llaves. Íbamos agarrados de la mano como dos auténticos enamorados, pero con una brutal calentura sexual digna de la mejor película pornográfica. Al adentrarnos en su habitación, la zorra Yasmín echó sus femeninos brazos sobre mis musculados hombros y comenzó a comerme a besos.

—¡qué buena estás, amor!, ¡quiero comerte esas ricas tetas —deseé yo.

Yasmín se bajó los tirantes y le comencé a lamer, chupar y lengüetear sus soberbias y fenomenales tetazas de zorrón depravado y musitó.

—me pones muy cachonda cuando me haces eso, deseo saborearte entero —jadeó Yasmín.

Le lamía primero la teta derecha, luego la izquierda, nos fundíamos en un breve abrazó, para lamerla una oreja y luego la teta izquierda. Me quité la camisa, a ella su vestido y se quedó solo con la ropa interior.

—¡estás muy buena, putona! —largué yo.

Yasmín me volvió a mirar con lascivia y lubricidad y me soltó:

—yo también te deseo, amor, pero haz de saber que no soy lo que crees que parezco —declaró Yasmín.

—¿qué quieres decir, amor? —paré yo.

—que soy una transexual y muy sexy como puedes ver —reveló Yasmín.

—bueno, pues no me importa. Aun así, quiero joder contigo querida Pam —expuse yo.

Yo seguía lamiendo y lengüeteando el sexy cuerpo de la putona Yasmín y mientras le acariciaba su transexual verga, me di la vuelta para empezar a lamerle el culo. Mientras se lo hacía, ella me acariciaba la espalda y daba pequeños gemido y berreos de placer.

—me encanta comerte el culo, zorra. Estás muy buena —afirmé.

Luego me di la vuelta y proseguí a comerle las tetas y la zorrona de Yasmín jadeaba y bufaba de placer como una ramera depravada.

—soy tu puta esclava sexual, haz conmigo lo que quieras —deseó Yasmín.

Me quité los pantalones y Yasmín contempló mi tanga tan obsceno, depravado y sexy con fascinación y embeleso.

Al verme desnudo y en tanga Yasmín exclamó:

—¡que sexy eres, cabrón! ¡qué bien te queda!

La zorra depravada de Yasmín miraba con lujuria, vicio y depravación a mi culo y lo deseaba petar.

Acaricié una de sus piernas, y sus medias de rejilla que tan salaz y lascivo me pusieron y volvía a lamer y lengüetear sus tetazas. Mientras se las relamía de gusto y la golfa licenciosa de Yasmín gimoteaba de placer, le quité el tanga y luego yo me quité el mío y volví otra vez a chupar y lamer sus seductoras y atrayentes tetas de fulana libidinosa

—¡qué buena estás, zorra!, ¡que cachondo me pones, puta! —bramé— ¡quiero saborearte entera, puta! —jadeé.

Mientras seguía lamiendo y chupando sus fenomenales y magnificas tetazas de prostituta lujuriosa yo magreaba su rabo y magreaba el mío y Yasmín acariciaba mi culo y me hendía un dedo en la raja del culo. Ya sentía como la punta de su dedo medio comenzaba a clavarse dentro de mis entrañas y yo comenzaba a gemir y bufar de placer.

—¡Puta, como me estás poniendo, zorra! —mugí.

Me puse en cuclillas y comencé a comerla la polla y Yasmín me contemplaba extasiada y embobada por cómo se lo hacía. Sacó su verga ya empalmada y comenzó a darme golpecitos en mi boca hasta que se la volvía chupar, relamer, paladear e ingerir. Yo tragaba y tragaba su transexual verga y Yasmín me daba pequeños empellones para que devorara más su cipote. La volvía a tragar más y más y la loba lasciva de Yasmín continuaba bufando, graznando y gruñendo de lujuria. Yasmín, se dio la vuelta al medio situarse sobre un mueble en el que dejó al aire su rabo y se lo volví a lamer y lengüetear. La zorra depravada de Yasmín daba berridos y gañidos placenteros, mientras yo tragaba esa verga que me estaba volviendo loco.

—¡cabrón, no pares, me estás matando de gusto, maricón! —gimoteó Yasmín.

Yo continuaba lamiendo su verga y ella me observaba fascinada y magnetizada mientras Yasmín no paraba de sollozar, gimotear y bramar sexualmente.

—¡así cabrón, así!, ¡cómo me la comes cabrón!, ¡tienes mucho vicio, maricón —jadeó Yasmín.

Luego le comí y lamí el ojete y tiraba y tironeaba y la fulana transexual de Yasmín sollozaba, gimoteaba y bramaba depravadamente.

A continuación, nos dimos la vuelta y la ramera de Yasmín comenzó a lamer mi torso, con su mojada y lasciva lengua, comenzó a bajarla hasta que comenzó a lamer mis gordos cojones mientras que con su mano izquierda me pajeaba y luego se metió toda de golpe mi endurecida polla. La golfa libidinosa de Yasmín, se colocó en cuclillas y chupaba y lengüeteaba mi dura verga y yo berreaba, gemía, mugía y jadeaba de pasión incontenida. Posteriormente, se levantó de golpe, se situó muy cerca de mí y comenzamos a magrear mutuamente nuestros rabos. Entretanto, cruzábamos entre la golfa transexual depravada Yasmín un obsceno lenguaje muy libertino que nos ponía más rijosos y cachondos.

—¡Tío bueno!, ¡zorra!, ¡cabrón!, puta!, ¡follame ahora mismo!, Vuélveme loco!, ¡ramera!, ¡chulo!, ¡tía buena!, ¡guapo!

Yasmín se dio la vuelta y me tiré a comerla su verga y la muy guarra se abría de patas para disfrutar más de la felación que la estaba haciendo, a la vez, la sobaba y acariciaba y la muy guarra jadeaba sin parar.

—¡me pones muy cachonda cuando me haces eso!

—¡cariño, te voy a volver loca de lujuria!

A posteriori, la subía sobre una mesa y mientras disfrutaba embelesada contemplando como la mamaba el rabo, con su femenina mano derecha, se sobaba su teta derecha y luego con esa mano, las dos a la vez. La puse patas arriba y mientras Yasmín se pajeaba, yo la lamía el ojete y gemía y berreaba de lujuria y frenesí. Seguí tragando su rabo y permanecía Yasmín abierta de patas en V y proseguía con sus obscenos y calientes aullidos, chillidos, berridos y mil jadeos y lujuria y lubricidad. Mientras tanto, metía un dedo en su ojete y aumentaba su lasciva y lujuriosa lubricidad. Después de estar corrida de gusto por mi interminable felación, se levantó y le besé una teta, me pidió que me pusiera frente a la mesa y ofreciendo mi culo a ella. Me subí sobre la mesa, quedando un pie dentro y otro sobre el suelo y rozando su verga contra mi ojete, consiguió endiñar su verga y comenzó a petarme.

—¡qué bueno estás, maricón!, ¡que rico culo tienes! —bramó Yasmín.

Yasmín consiguió joderme a tope y yo tenía su verga dentro de mi culo. La guarra de Yasmín, asía sus sexys y femeninas manos a mis caderas y me petaba con furia sexual mientras me repetía una y otra vez.

—¡qué bueno estás, jodío!, ¡me encanta encularte —gritó Yasmín.

Yo estaba en un mar de jadeos, bufidos, gemidos, berridos y chillidos sexuales sin parar.

Yasmín proseguía entaponando mi ojete y sacaba a relucir una lasciva lengua de zorra depravada.

—¡cabrón, que bueno estás!, ¡que polvo te estoy pegando, maricón! —chilló Yasmín.

Yo proseguía en un gemir, mugir, graznar, arrufar y jadear de depravada lujuria y mucha lubricidad, mientras la verga de Yasmín me habría en canal y me daba empellones en el culo sin parar.

—¡Este va a ser el polvo más caliente de tu puta vida, maricón!, ¡me estás haciendo gozar como a una zorra! —gruñía Yasmín.

Mientras me jodía, la puerca de Yasmín, se tocaba una teta y luego otra y gemía y sollozaba de lujuria y lubricidad mientras me daba fuertes arreones en el ojete y yo proseguía en un eterno e imparable gemido crónico.

—¡Voy a joderte como un cabrón hasta que grites de placer!, ¡quiero joderte vivo como a un actor porno! —bramaba Yasmín sin parar.

Saque ambas piernas de la mesa para que el polvazo que me estaba pegando esta zorra libertina transexual de Yasmín fuera más placentero para ambos.

—¡que polvazo te estoy pegando maricón!, ¡te estoy haciendo gozar más que si fuese al revés! —proclamó a gritos Yasmín.

—¡Nadie me folló tan bien como tú, puerca! —grité.

—¡Qué bueno estás, cabrón! —chilló Yasmín.

Yasmín me estaba enculando de menos a más y yo aullaba, bufaba y me desgañitaba del placer que esta zorra transexual me estaba dando con su rabo.

Frenó un momento, levantó su pierna derecha para posarla sobre una banqueta aneja a la mesa para "estacarme" bien su verga y hacer que jadeara, sollozara, gimoteara y bufara mucho más de placer.

—¡Toma rabo, maricón!, ¡toma polla! —mugió Yasmín.

Mientras me entaponaba Yasmín, yo me agarraba con fuerza a mis cojones y notaba como me hervía la lefa dentro de mi ser a la vez que me percataba como Yasmín me horadaba y follaba con dureza el ojete. Nos subimos los dos a la mesa, para que Yasmín me petara lateralmente y yo aullaba, bufaba y me desgañitaba del placer que esta puta zorra transexual me endiñaba con su rabo.

La muy golfa, estaba tan caliente y me acariciaba el torso.

—¡Toma rabo, maricón!, ¡toma polla! —mugió Yasmín.

Yo me levanté y me puse con las piernas abiertas sobre Yasmín para luego clavarme y hundir su transexual verga en mi bullente y agitado culo.

Antes, Yasmín se pajeaba para aguantar la excitación y aumentar la dureza de su rabo al punzarlo en mi ojete. Monté sobre su verga y Yasmín agarraba mis duras piernas y yo, para no caerme, apoyaba una mano sobre la mesa y continuaba berreando, graznando y jadeando como un lascivo cabrón en celo.

—¡qué bien me jodes, zorra!, ¡me estás poniendo como una moto!, ¡me pones muy caliente, guarra! —bramé yo.

Nos levantamos y separamos un segundo, para que Yasmín jodiera mi culo a cuatro patas y me puse a cuatro patas para que me pegara el último polvo. Paramos breves segundos, Yasmín enchufó su rabo transexual a mi culo y finalizó apuñalando su rabo transexual a mi efervescente culo agitado.

—¡Deseo joderte como a un cabrón, amor! —jadeó Yasmín—¡este va a ser el polvo más lujurioso de tu vida, maricón!, ¡me pones muy cachonda, cabrón! —gritó Yasmín.

Yasmín estaba más y más caliente y depravada y sus duros empellones iban de menos a más y volvió a sacar a relucir su calentura. Yo gruñía, bramaba y jadeaba de placer mientras lanzaba ‘ayes’ de lujuria.

—¡Voy a joderte hasta que chilles!, ¡Toma rabo, muévete más cabrón!, ¡Toma polla!, ¡Así! —chillaba Yasmín.

Yo proseguía gimiendo, berreando, gañendo y gritando por los mil pollazos continuados que esta zorra transexual en celo me estaba endiñando al perforar y taladrar mi ojete. Mientras me enculaba en esta posición, me pajeaba para darme más y más placer.

—¡Toma polla!, ¡Toma rabo, cabrón!, ¡tío bueno!, ¡deseo saborearte entero, maricón! —gritó Yasmín.

Yo seguía aullando, bramando y graznando por los cientos y cientos de vergazos sin parar que esta guarra transexual depravada y tan obscena me estaba infringiendo al barrenar y horadar mi agitado ojete.

Finalmente, al estar ella dentro de mí, saco su vergón y expulsó toda su cremosa y pastosa lefa en mi espalda. Yo también me pajeé y expulsé gotas de lefa. Más tarde, Yasmín me dio un beso. Fuimos a la ducha, nos lavamos y ella se puso su batín, yo me vestí, me despedí de ella y quedamos para otro posible encuentro sexual.
escrito el
2018-03-22
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