Yo y mi secretaria
por
Simona 68
género
lésbico
Julio, un calor sofocante en la oficina, el aire acondicionado no funcionaba.
Llamé a Carla, mi secretaria, para que me ayudara a encender los ventiladores que tenemos por si acaso.
Se quitó la chaqueta, dejando solo su top ajustado, dejando al descubierto sus pechos firmes a través de la camiseta húmeda.
Yo también me quité la chaqueta, y mis pechos pequeños y firmes se veían claramente a través de mi blusa blanca empapada de sudor.
Miramos a nuestras citas, cuando inesperadamente (sabía que era lesbiana), pero nunca había pensado en tener sexo con una mujer... cogió un lápiz de mi portalápices, apartó mi blusa y mi sujetador, y metió la punta en el orificio de un pezón, dejándoselo hacer mientras mis bragas se mojaban.
Hizo lo mismo con el otro pezón antes de empezar a lamerlo y mordisquearlo.
Para entonces, estaba tan excitada que cogí su talla 5 y empecé a acariciarlo...
Me hizo levantar de la silla de mi jefe y, mientras estaba de pie, me ordenó que abriera bien las piernas.
Por encima de mis bragas, empezó a acariciarme el coño, diciendo: «Te he excitado, siempre he soñado con tocarte».
Su mano continuó acariciándome por encima de la tela, y luego me puso a cuatro patas sobre el escritorio. Me quitó las bragas, diciéndome que no la tocara, que ella lo haría todo.
Metió una polla falsa que llevaba en el bolso y empezó a jugar con mis agujeros. Abriendo mi coño con los dedos, con suavidad y paciencia, logró introducir toda su mano dentro de mí.
Dolió un poco, pero lo disfrutaba muchísimo.
Con la otra mano, continuó masturbándome con el consolador de goma.
Me hizo tumbarme con las piernas abiertas y empezó a lamerme y chuparme el clítoris como ningún hombre lo había hecho antes. Lamió, mordisqueó e incluso metió la lengua en mi vagina. Cuando ella se dio cuenta de que estaba a punto de correrme, me metió el consolador y siguió lamiendo mi clítoris, dándose cuenta de que prefería un orgasmo clitoriano.
Llegué al orgasmo y gemí con fuerza... Me besó con ternura, nuestras lenguas se entrelazaron durante al menos cinco minutos... Me recuperé y le dije lo maravilloso que había sido. Al final del día, nos habíamos convertido en encuentros casi diarios, con muchas variaciones que les contaré. Todavía tengo a mi pareja de toda la vida, pero el sexo con Carla es algo completamente distinto...
Llamé a Carla, mi secretaria, para que me ayudara a encender los ventiladores que tenemos por si acaso.
Se quitó la chaqueta, dejando solo su top ajustado, dejando al descubierto sus pechos firmes a través de la camiseta húmeda.
Yo también me quité la chaqueta, y mis pechos pequeños y firmes se veían claramente a través de mi blusa blanca empapada de sudor.
Miramos a nuestras citas, cuando inesperadamente (sabía que era lesbiana), pero nunca había pensado en tener sexo con una mujer... cogió un lápiz de mi portalápices, apartó mi blusa y mi sujetador, y metió la punta en el orificio de un pezón, dejándoselo hacer mientras mis bragas se mojaban.
Hizo lo mismo con el otro pezón antes de empezar a lamerlo y mordisquearlo.
Para entonces, estaba tan excitada que cogí su talla 5 y empecé a acariciarlo...
Me hizo levantar de la silla de mi jefe y, mientras estaba de pie, me ordenó que abriera bien las piernas.
Por encima de mis bragas, empezó a acariciarme el coño, diciendo: «Te he excitado, siempre he soñado con tocarte».
Su mano continuó acariciándome por encima de la tela, y luego me puso a cuatro patas sobre el escritorio. Me quitó las bragas, diciéndome que no la tocara, que ella lo haría todo.
Metió una polla falsa que llevaba en el bolso y empezó a jugar con mis agujeros. Abriendo mi coño con los dedos, con suavidad y paciencia, logró introducir toda su mano dentro de mí.
Dolió un poco, pero lo disfrutaba muchísimo.
Con la otra mano, continuó masturbándome con el consolador de goma.
Me hizo tumbarme con las piernas abiertas y empezó a lamerme y chuparme el clítoris como ningún hombre lo había hecho antes. Lamió, mordisqueó e incluso metió la lengua en mi vagina. Cuando ella se dio cuenta de que estaba a punto de correrme, me metió el consolador y siguió lamiendo mi clítoris, dándose cuenta de que prefería un orgasmo clitoriano.
Llegué al orgasmo y gemí con fuerza... Me besó con ternura, nuestras lenguas se entrelazaron durante al menos cinco minutos... Me recuperé y le dije lo maravilloso que había sido. Al final del día, nos habíamos convertido en encuentros casi diarios, con muchas variaciones que les contaré. Todavía tengo a mi pareja de toda la vida, pero el sexo con Carla es algo completamente distinto...
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